Quisiera invitar a mis compatriotas que tienen acceso a internet, y en especial al alcalde de Valparaíso, a revisar la edición publicada por este diario el martes 19 de marzo, página 8 "La ruta de la caca". Vivo y trabajo en Viña del Mar, nací en el puerto de Talcahuano y al leer el artículo no puedo evitar un sentimiento de vergüenza propia (y no ajena) que un extranjero se haga cargo de retirar kilos de caca seca o fresca, que se acumulan sin asco en la ruta que Samuel ha ingenido de forma alegre y voluntaria para retirarla. Opino que es nuestra misión, nuestra responsabilidad. ¿No habrá ningún chileno (a) que no sea capaz de razonar que los canes callejeros son un tema y sus excrementos también? que efectivamente Valparaíso es un hermoso lugar para visitar, pero es un desagrado transitar por lugares sucios, rayados, maloliente y gente malhumorada. Nos quedamos sentados mientras la autoridad no se ocupa, habiendo tanto ocioso que podría tomarlo como un laburo. Este francés declara que la gente entrega un aporte económico; por mucho que sean heces, es nuestra tierra, es nuestro entorno, son nuestros niños , nuestros abuelos y extranjeros los que observan lo peor de lo nuestro.
Cinthia Espinoza Narváez