La Matriz: el templo solidario cumple 460 años de historia
Este domingo está de cumpleaños la icónica iglesia del Barrio Puerto que existe desde la época de la independencia y la celebración será en grande. La historia del templo está llena de anécdotas y curiosidades que la gente desconoce.
Año 1559, y una precaria estructura de paja y barro era levantada por españoles en una pequeña caleta. Los habitantes de esa naciente ciudad no tenían idea que eran los primeros feligreses del que sería el templo más longevo de Valparaíso.
El templo La Matriz celebra su aniversario 460 completando un extenso recorrido de solidaridad. La iglesia porteña con el con el acento social más marcado conmemorará la fecha este domingo.
Felipe Muñoz, guía turístico de Ecomapu Travel, realiza recorridos en este templo, y cita algunas de sus excentricidades. Ha sido reconstruido cuatro veces para sobreponerse a terremotos, robos e incendios perpetrados por piratas.
"Está construida en un plano inclinado, eso se teoriza que puede ser ese tipo de construcción después del tsunami de 1730. La iglesia se adapta para poder evitar una inundación", explica.
Agrega que "tiene solamente dos confesionarios que son súper pequeñitos y pasan prácticamente desapercibidos, entonces te da esta sensación de que 'no hay pecadores en el puerto', como se podría decir".
Además, manifiesta que el Cristo de madera que hay al interior es "el objeto más antiguo de Valparaíso".
Rol social
El padre Gonzalo Bravo, párroco del templo desde hace once años, cuenta que los registros oficiales más antiguos confirman la existencia de una sencilla parroquia en el año 1559, por lo tanto se toma esa fecha como el inicio "oficial".
El rol social del templo se dio con el tiempo. Según el padre Bravo, por la calidad de Ciudad Puerto de Valparaíso.
"Yo creo que en un puerto es natural que la solidaridad crezca. Hay historias de marinos que llegaban acá enfermos y los dejaban los capitanes, y se venían a la parroquia. Todos los sacerdotes que llegaban, llegaban acá. En la depresión del 1930 se habla de ollas comunes, la famosa olla de Santa Ana. Eso se mantenía ante las precarias condiciones de los años 1730 y 1740 también. Creo que el Barrio Puerto, donde hay mucha gente que va y llega, siempre ha sido un foco de solidaridad", reflexiona.
Actualmente, la Corporación impulsa incontables proyectos sociales: el Comedor 421, los Centros de Vacaciones Solidarias, el Consultorio Oftalmológico, el Taller de Alfabetización Migrante, la Cena Navideña, la Orquesta Juvenil, Futvalores y muchos más.
La mayoría de estas iniciativas son alcanzadas gracias a voluntarios y buenos samaritanos. Sobre esto, el padre Gonzalo afirma que cuentan con un importante colchón de gente que ayuda regularmente, pero aclara que falta más solidaridad de parte de las empresas y organismos del estado.
"No necesitamos que pocos den mucho, necesitamos que muchos den poco. Tenemos la confianza de la gente, ellos ayudan mucho, ahora con las empresas falta un poco. Incluso yo creo que el mundo del estado está al debe en el Barrio Puerto", expresa.
Anécdotas
En 460 años de historia, las anécdotas se apilan. Escarbando en su memoria, el párroco recuerda un par.
La primera se remonta al 2010, cuando un temblor sacudió a la ciudad. Se decretó alerta de tsunami, y la ciudad estaba acuartelada, así que las voluntarias del Comedor 421 no pudieron preparar los almuerzos. El padre estaba escribiendo una nota para avisar que por primera vez en más de diez años, no se entregarían almuerzos. Estaba en eso cuando golpean su puerta, era una funcionaria de un colegio avisando que los estudiantes fueron retirados y no alcanzaron a almorzar, así que los iban a donar. Luego llegaron cuatro colegios más.
"Ese día, comieron mejor que nunca, después estaban pidiendo que hubiera otro temblor", recuerda entre risas.
Otro recuerdo tiene tintes más misterioso. En una de las cenas solidarias de Navidad había pocas donaciones. Se hicieron malabares para hacer rendir los alimentos, cuando llega alguien a ofrecer ayuda.
"Era una persona de apariencia bien humilde, con cara como de dolor. Yo le dije que si quería podía donar un tarro de duraznos, él dijo que quería donar algo más, le respondí que trajera diez tarros de duraznos. Él insistió que quería ayudar con más. Yo agarré confianza y le dije que podía traer una torta porque estábamos celebrando el cumpleaños de Jesús, y el me dijo que bueno. Llega la cena, y aparece con tortas del Stefani, que todos sabemos que son buenísimas, y carísimas también. Trajo torta para 200 personas, no lo podíamos creer. Después al rato, lo vi sentado a unos metros, estaba llorando, no lo quise molestar en ese momento. Al rato después lo miré de nuevo, y no estaba en ninguna parte, jamás lo volví a ver ni supe quién era. Pienso que debe haber sido un ángel", recuerda.