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Niño cayó dentro de un cauce en cerro Las Cañas

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El porteño Alejandro Avendaño ya no haya qué hacer con un cauce ubicado en calle Belloto, a pasos del ascensor Las Cañas, en Valparaíso. Hasta el día de hoy permanece en mal estado y pese a que un pequeño de ocho años cayó dentro de él, nadie se ha acercado a arreglarlo.

"Antes de las lluvias, lo arreglaron con unas tapas de madera, pero luego cuando cayó el agua, se pudrieron y dejaron de servir, dejando el cauce nuevamente abierto. Hace unos días mi sobrino se cayó en él, porque estaba encumbrando un volantín y en su emoción de correr con él, no se dio cuenta del cauce y cayó dentro", explica Avendaño, preocupado.

Afortunadamente, al niño no le pasó nada, sólo un par de moretones en la espalda, pero pudo haber sido peor.

"Nos asustamos mucho porque la profundidad del cauce es como de unos dos metros. Cuando mi sobrino se cayó, fuimos a Carabineros a pedir ayuda, pero nos dijeron que ellos no podían hacer nada. También llamamos a la municipalidad, pero no hubo respuesta. Lo lamentamos mucho porque capaz están esperando que pase algo peor para recién reaccionar", apunta el porteño.

Alejandro Avendaño ya había arreglado por sus propios medios el cauce, pero la lluvia, una vez más, destruyó el trabajo. "Se necesita algo definitivo porque colocan puros fierros. Puede caerse una persona de la tercera edad u otro niño y quedar muy mal", advierte el joven.

Tiene más de 90 y sigue trabajando feliz de la vida

Dice que para ella no existe la jubilación. En la Corte de Apelaciones la cuidan como un tesoro.
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La mañana de ayer, la siempre ajetreada Corte de Apelaciones de Valparaíso hizo una pequeña pausa para rendirle un especial homenaje a Anita Albornoz Stevens, la funcionaria más antigua y entusiasta de la entidad.

Con una gran sonrisa y una vitalidad que ya muchos se quisieran, la porteña confiesa que quiere seguir trabajando, pese a que actualmente tiene más de noventa años. Pero como la vanidad no se pierde, se guarda la cifra exacta.

"Tengo tatatata y cinco años y estoy muy feliz de tener vida y salud, porque me encanta trabajar aquí. Yo llegué a los 15 años al Colegio de Abogados, como ayudante de una secretaria. Me venía del colegio a trabajar aquí y desde entonces no me he movido de este lugar. Incluso saqué patente de abogado para pagarles las imposiciones a ellos y me aprendí los códigos", explica Anita.

Wanderina

Como ayer era su cumpleaños, los funcionarios del Palacio Justicia cerraron sus oficinas para celebrar a la funcionarios. Hasta globos verdes y blancos hubo, porque Anita se declara una acérrima hincha de Santiago Wanderers.

"Me puse muy feliz con lo que hicieron mis compañeros, porque como yo nunca tuve esposo ni hijos, ellos son como mi familia. Los quiero mucho y claro que soy wanderina, es más, la receta para vivir tanto y en este estado es tomarse una copita de vino de vez en cuando y ver los partidos de Wanderito", asegura.

La porteña cuenta que todos los días se levanta a las seis de la mañana para tomarse un desayuno de campeones. Luego agarra su cartera y, con una gran sonrisa, parte a su trabajo. Eso de la jubilación a los 60 definitivamente no corre para ella. "A mí me encanta venir aquí... Para mí no existe la jubilación ni nada de esas cosas. Este Palacio lo es todo para mí", insiste Anita Albornoz.

Sus compañeros la admiran y destacan su responsabilidad y puntualidad. "Es un ejemplo, porque nunca está bajoneada ni nada de eso", comentan.

¿Y hasta cuándo piensa seguir trabajando? Anita es enfática: "Hasta cuando Diosito me de vida y salud y me tenga con mi mente fresca", sentencia.

María Francisca Cristi, secretaria-abogado y jefa directa de Anita, tiene puras cosas buenas que decir de ella. "He aprendido mucho de ella, ya que lleva 70 años en el Colegio de Abogados, que siempre ha estado en la Corte de Apelaciones. Anita perdió a su familia cuando niña y llegó a los 15 años a trabajar aquí y es realmente un ejemplo", expresa.

Su jefa