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Profesionales de la salud que sanan viejas heridas

Clínica odontológica porteña trabaja con pacientes que sufrieron torturas en la dictadura. Las máquinas, las luces, el sillón, les traen traumáticos recuerdos.
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La sola idea de acudir al dentista a algunos les aterra. En especial sucede durante la infancia, donde es habitual que los pequeños rehuyan la visita a la consulta. Pero imagine que, ya adulto, esa sensación de miedo se multiplique al máximo, porque lo que debería ser una rutinaria atención de salud, finalmente le evoque los peores momentos de su vida...

Ello le ocurre a pacientes que fueron víctimas de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y que hoy son tratados en una clínica odontológica única en el país en el tratamiento a estos usuarios, la que se encuentra en Valparaíso.

El responsable de esta iniciativa es el Servicio de Salud Valparaíso-San Antonio, que cuenta con un programa de Reparación y Atención Integral en Salud (PRAIS). Luis Jiménez, coordinador del organismo, señala que éste se encarga de la reparación social, física y mental de las víctimas de la dictadura, de sus familiares directos y de algunos indirectos, en el lapso comprendido entre el 11 de septiembre de 1973 y marzo de 1990.

En la práctica, se refiere a ex presos políticos, exonerados, exiliados, familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, personas relegadas y otras que estuvieron en la clandestinidad por persecuciones políticas, amparados por los informes Rettig y Valech.

Todos tienen derecho a la gratuidad de las prestaciones médicas, que se otorgan en los establecimientos de salud de la Red Asistencial, ya sean consultorios u hospitales públicos, independiente de si están afiliados a Fonasa, isapres u otro sistema previsional.

La reparación a estas personas considera la atención de profesionales como odontólogos, asistentes sociales, sicólogos, médicos generales y siquiatras. En la región, el PRAIS se encuentra tanto en Valparaíso como San Antonio (ver recuadro).

En el Puerto, anualmente se atienden unas dos mil personas.

las secuelas

El proyecto estrella del PRAID es su clínica de atención odontológica, enfocada principalmente a pacientes que fueron sometidos a torturas y prisioneros políticos que aparecen en el informe Valech. El equipo de profesionales está conformado por los odontólogos Karen Hansen y Rubén Gálvez, y la técnico paramédico Margarita Moreno.

Egresada de la Universidad de Valparaíso, Karen Hansen inauguró este programa en 2008, pionero en la atención a estos pacientes. Admite que tuvieron que planificar y establecer protocolos "a pulso", porque ella no encontró literatura médica sobre el manejo de pacientes odontológicos sometidos a torturas, tanto a nivel nacional como internacional.

"Un exonerado pierde la oportunidad de atención en odontología por falta de recursos; los que estaban en clandestinidad no podían acceder al sistema por el riesgo de ser pillados, no tenían una vida normal; los exiliados quizás no tenían los recursos para atenderse en otros países; y a los presos políticos a lo mejor no les entregaron en su reclusión un cepillo de dientes y pasta, lo que pudo acarrear problemas odontológicos", explica la profesional.

Pero sin duda con los que hay que tener un tratamiento especial son los que sufrieron vejámenes y que en la actualidad presentan secuelas. Algunas de ellas fueron físicas e inmediatas al momento de la tortura, como la pérdida o fractura de dientes por golpes, o extracciones dentarias con alicates, sin anestesia, así como fracturas en la zona máximo facial y desalojo de restauraciones (tapaduras).

"Cuando les aplicaban corriente, las amalgamas metálicas, que son conductoras de electricidad, saltaban o se fracturaban. También la aplicación de corriente genera fracturas cuando la víctima aprieta la dentadura", explica la profesional.

Otras secuelas observadas son dislocaciones de mandíbulas, quemaduras y laceraciones de tejido blando. En cuanto a consecuencias físicas tardías, están las asociadas al bruxismo (apretar o rechinar los dientes, lo que acarrea desgaste excesivo), así como pacientes fumadores que pueden generar daño bucal en el tiempo.

agrios recuerdos

Pero son las secuelas sicológicas las más difíciles de tratar para los especialistas, primordialmente cuando el paciente se instala en el sillón en completa vulnerabilidad, con elementos que rememoran hechos dolorosos y traumáticos asociados a tipos de tortura específicos.

"El paciente queda reclinado en el sillón y el tener la luz en la cara, le recuerda los interrogatorios; por eso se coloca la luz en el pecho y luego en la boca, pero hay algunos que colapsan y lloran en forma inmediata. Explican lo que les sucedió, que eso les trae males recuerdos y otros generan flasbhacks y se transportan a las sesiones de tortura", cuenta Hansen.

El agua recrea las sensaciones de ahogo, por eso también hay un cuidado especial. Lo más complicado es la utilización de equipos que tienen sonidos y vibración -como la tradicional máquina de limpieza-, los que son asociados a diversos tipos de tortura donde se empleó corriente eléctrica.

La terapia de los odontólogos, con el valioso apoyo de la técnico paramédico, busca tranquilizar al paciente mediante la conversación y sesiones de adaptación y relajación, donde se le pide que esté despierto y no se transporte a ese lamentable pasado.

Incluso no se lo obliga a la atención si es necesario, para no generar crisis de angustia o ansiedad.

"He visto secuelas físicas graves, pero más me han impactado las historias que cuentan, considerando que uno no lo vivió. Uno de los pacientes tuvo de torturador a una mujer, y en el fondo veía en mí a esa persona. Uno tiende a pensar que fueron siempre militares hombres, pero también usaron mujeres. Eso es una de las cosas que más me ha impactado. Es fuerte porque hay que desbloquearse, a uno le duele y sufre con el paciente, pero hay que tomar distancia para atenderlo después", enfatiza Karen Hansen.

Los interesados en participar en el PRAIS deben consultar si cumplen con los requisitos. Los residentes de Casablanca y Valparaíso deben ir a la subida El Peral N°5 (Valparaíso, a un costado del consultorio Plaza Justicia); escribir a equipo.praisredsalud.gov.cl; o llamar a a los teléfonos 2578245 ó 2578232. También se puede contactar al coordinador del programa Prais, Luis Jiménez, al correo luis.jimenezredsalud.gov.cl o al teléfono 2576648.

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