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Juana Ross Edwards: una vida dedicada al prójimo

Hoy en la PUCV se presentará la segunda edición de una completísima obra biográfica.
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Una mujer que se negó a sí misma, que se despegó de las riquezas de su familia, que llevó en silencio el fuerte dolor que le causó perder a sus siete hijos y que vivió intensamente el inmenso amor que sentía por Dios: esas fueron las principales virtudes que destacaron a Juana Ross Edwards, la benefactora que falleció a los 83 años de existencia y que, hasta el día de hoy, es recordada como un digno ejemplo a seguir.

David Toledo, historiador y autor de la obra "Juana Ross Edwards, el valor de la pobreza", cuya reedición se presentará hoy a mediodía, en la Sala Obispo Emilio Tagle de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, señala que, luego de hacer una completa investigación sobre su vida, sólo puede contar cosas buenas acerca de esta mujer.

"Nació en 1830, es hija de una familia de diez hermanos avecindados en La Serena, a los 20 años se casó y se trasladó con su marido Agustín Edwards -era su tío- a Valparaíso. Acá él era un próspero empresario en el tema minero y luego derivó a otros campos, y ella se dedicó a obras sociales y a los problemas que había en la ciudad", explica el autor.

Mujer sufrida

No obstante, fue en 1850 cuando Juana Ross pudo entregar en plenitud su corazón. "Mientras el marido estaba en grandes empresas, ella se dedicó a ver las deficiencias que había en el Valparaíso de esa época: una ciudad que estaba emergiendo en el mundo comercial gracias a los inversionistas y que implicó que creciera a gran fuerza en 1850. Pero, como de costumbre, un sector quedó postergado. Ella se dedicó a la gente sin recursos, la extrema pobreza, donde había muchos huérfanos, viudas y ancianos en situación de calle", destaca Toledo.

En este mismo período, la mujer perdió a sus siete hijos, de los cuales cinco murieron a temprana edad. Asimismo, tuvo que padecer otro gran dolor en 1891, cuando tuvo lugar la revolución con el Presidente Balmaceda y debió embarcarse junto a su familia al Callao.

"Ella tuvo sufrimientos y fue deportada a Perú, donde se dedicó a hacer caridad privada y cuando termina la revolución con la muerte del Presidente Balmaceda, ella dejó un fondo para financiar a los soldados chilenos que se refugiaron en el país. Este es un gesto muy bonito hacia Perú (...) Ella también incluso vio las problemáticas de la Guerra del Pacífico, donde abrió talleres en su propio hogar, cuando era viuda y para que otras viudas tuvieran una fuente de trabajo", manifiesta Toledo. Falleció el 25 de junio de 1913. J

Hoy a las 12.00 horas, en la Sala Obispo Emilio Tagle de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, por motivo del centenario del fallecimiento de la benefactora, David Toledo presentará la segunda edición, corregida y aumentada, de su obra "Juana Ross Edwards, el valor de la pobreza". En la oportunidad se destacarán otros hitos importantes en la vida de esta mujer.

Presentación