La pionera técnica que permite a mujeres con cáncer ser mamás
En el Hospital Fricke, mujeres con cáncer cervicouterino han logrado embarazarse y tener sus hijos. Jessica y su pequeña Josefa son prueba de este avance médico.
Jessica Cortés Aguilera tenía 24 años cuando una noticia inesperada la obligó a plantearse sobre temas que hasta entonces no figuraban en su lista de prioridades. Andaba de vacaciones por Viña del Mar y el llamado diario, aunque más tarde de lo habitual, de su madre desde Punta Arenas, le confirmaba una idea que la venía rondando hacía días.
La voz entrecortada al otro lado del teléfono era el anticipo de malas noticias. "¿Qué pasa mamá?", preguntó. "Tus exámenes salieron mal", fue la respuesta que logró construir con esfuerzo la señora Eugenia. Jessica terminó la oración sin temor a equivocarse: "Mamá, ¿tengo cáncer, cierto?". La respuesta de su madre se convirtió en un llanto descontrolado. Su única hija estaba enferma y probablemente nunca podría convertirse en madre.
A sus 24 años y con su cabeza llena de planes, Jessica era diagnosticada con cáncer cervicouterino, uno de los cánceres más frecuentes en la población femenina y que hasta sólo hace algunos años, obligaba, en edades tan tempranas, a que las mujeres tuviesen que resignarse a nunca poder convertirse en madres biológicas.
"Nunca sentí ningún síntoma, nunca me sentí mal. Me había sometido a unos exámenes antes de venirme de Punta Arenas, entre ellos el PAP, y habían salido alterados. Ya estaba en Viña cuando se confirmó el diagnóstico", cuenta la joven.
Jessica recuerda ese 2008 con dolor, pero también, por sus creencias religiosas, como una prueba divina que la obligó a replantearse frente a su vida.
"Para entonces estaba soltera, no tenía pololo y no pensaba en hijos, pero cuando supe que tenía cáncer, altiro se me vino a la cabeza que no iba a poder tenerlos", comenta Jessica.
Para su fortuna, el hijo de su jefe era doctor y fue él quien la puso en contacto con el médico ginecólogo Erasmo Bravo Oliva. "Le llevé mis exámenes. Fue todo muy rápido, me enteré el 1 de noviembre de 2008 y me operaron el 9 de diciembre del mismo año", precisa la joven.
NUEVA TÉCNICA
Hasta hace algunos años, una mujer diagnosticada con cáncer cervicouterino no tenía posibilidad alguna de convertirse en madre porque había que sacarle el útero o irradiarla, y las dos opciones resultaban incompatibles con el embarazo.
Tras varias reuniones clínicas, Jessica se sometía, hacia fines del 2008, a un tratamiento nuevo y que sólo a comienzos del mismo año se había inscrito como una técnica nunca antes empleada en nuestro país.
Nuevamente un equipo médico del hospital público viñamarino Gustavo Fricke se inscribía en la historia, practicando una cirugía inédita hasta entonces y que consistía en la extirpación del cuello del útero, un tratamiento que dejaba abierta la probabilidad de intentar un embarazo futuro en una mujer con cáncer.
"En esa época nosotros estábamos comenzando nuestra experiencia con una nueva técnica que tiene muy poca difusión todavía en el mundo y que consiste en la extirpación del cuello del útero solamente, más los tejidos que lo rodean y los ganglios de la pelvis. Con esta técnica, se conserva la parte alta del útero, lo que permitiría en algunas pacientes jóvenes a futuro tener la posibilidad de embarazo", explica el doctor Erasmo Bravo Oliva, médico encargado de la Unidad de Ginecología del Hospital Gustavo Fricke e integrante del equipo de ginecología oncológica del mismo hospital.
TENIA QUE SER MAMÁ
Jessica recuerda entre risas que, durante las reuniones médicas previas a la intervención, los doctores le preguntaron si tenía planes de ser madre. "Yo había terminado recién la universidad, no tenía muy proyectada mi vida en ese aspecto, pero les dije que sí (...) Y me dijeron que me operaban pero que me daban dos años para ser mamá... y yo entonces estaba sola", relata esta joven puntarenense.
Al poco tiempo apareció en su vida Víctor Zepeda. Se enamoraron y con la sensación de que era él el hombre de su vida, le contó este importante episodio en su vida.
"Él me dijo "yo me quedo contigo" y al poco tiempo quedé embarazada de manera espontánea", precisa la joven.
A pesar de las pocas probabilidades de poder embarazarse de manera espontánea, luego de haberse sometido a este tratamiento contra el cáncer, Jessica se aprontaba a ser madre. Sin embargo, su embarazo tuvo muchísimas dificultades, que finalmente derivaron en un parto prematuro y en el posterior fallecimiento de su pequeño José Joaquín.
Con Jessica ya embarazada, el equipo médico había resuelto someterla a un procedimiento conocido como cerclaje transvaginal, técnica empleada en pacientes con cuello uterino corto y que, tal como lo explica el doctor Gabriel Anwandter Zúñiga, médico jefe de la Unidad de Alto Riesgo Obstétrico y de la Unidad de Medicina Fetal del Hospital Gustavo Fricke, poseen un mayor riesgo de prematurez.
"En el caso de Jessica, teníamos ya el antecedente de una cirugía en la cual se había extirpado completamente el cuello, o sea no había ninguna posibilidad de que este embarazo se sostuviera por sí solo. En su primer embarazo se intentó hacer una cirugía en la cual se tomaba con una especie de cinta gruesa, de alrededor de medio centímetro de ancho, todo lo que quedó del muñón del cuello del útero, una vez que se había extirpado este cuello por cirugía. Desafortunadamente, la posibilidad por vía vaginal de tomar este cuello uterino en términos de grosor de lo que uno iba a suturar (a poner puntos) era muy pequeño, y se intentó en ese momento porque era lo más fácilmente abordable y porque era lo que la experiencia nos decía que era lo más comúnmente que se hace", explica Andwandter.
Tras casi un año de la pérdida de su primer hijo, Jessica, nuevamente desafiando a los pronósticos, volvió a embarazarse, hacia fines del 2012.
Fue entonces que, tras una reunión con el doctor Bravo, el equipo resolvió practicar otra técnica que permitiese prolongar su embarazo.
"Ya habíamos visto un mal resultado, por lo tanto lo que se planteó en una conversación que tuvimos con el doctor Bravo fue ofrecer un tipo de cirugía por vía abdominal. Entonces a través de la misma incisión por la que uno accede al útero para poder hacer una cesárea, se hizo una apertura por vía abdominal y se accede a la parte más baja del útero, pero por el interior del abdomen. Entonces este mismo material de sutura se puso en una porción mucho más alta. Esa cirugía desde el punto de vista de la realización es mucho más difícil de hacer", explica Anwandter.
Tras la compleja intervención, el equipo efectuó un seguimiento exhaustivo al embarazo de Jessica. Se prolongó su embarazo con progesterona, además del cerclaje. Estuvo en reposo absoluto, incluso un tiempo hospitalizada, y luego con controles ambulatorios una vez por semana.
A la semana 37 y a fin de evitar las contracciones, el trabajo de parto y cualquier complicación, el equipo resolvió practicar una cesárea.
"Estuve desde marzo hasta agosto en reposo. Mi embarazo fue excelente. La Josefa nació el 16 de agosto, fue todo maravilloso", recuerda con su hija en los brazos. Agradecida de la oportunidad que le brindó el equipo del Fricke, Jessica hace sus reflexiones y recomienda a todas las mujeres a darse tiempo y practicarse el papanicolaou.
"En la vida hay que aceptar todo lo que venga, cuando nos pasan cosas así es por algo, tal vez Dios tiene un propósito con uno, no ser tan soberbios y luchar por lo que quieres y que el miedo nunca se apodere de tu vida.
Hay que ser paciente y tolerante. Para los médicos sólo tengo palabras de gratitud, ellos se la jugaron por mí y yo creí en ellos", manifiesta esta joven mamá. J
"Mientras más precoz se haga el diagnóstico, más opciones tienen de poderse tratar con estas técnicas." Erasmo Bravo Oliva, médico encargado de la unidad de ginecología del hospital Gustavo Fricke.
No sólo en el campo de los trasplantes cardíacos ha sido pionero el Hospital Gustavo Fricke. El año 2008, el equipo de la unidad ginecológica de este recinto se inscribió en la historia mundial, operando a una paciente que presentaba un cáncer cervicouterino y que tenía un embarazo de 11 semanas. "A esa paciente se le detectó el cáncer estando embarazada. Esa fue la primera paciente que operamos con esta técnica. El problema que enfrentábamos era qué hacíamos, porque estando embarazada están las dos opciones: hacerle la histerectomía radical, que es sacar el útero más los ganglios, o hacerle radioterapia con quimioterapia, y las dos cosas interrumpían el embarazo. Lo otro era esperar, pero al esperar todo un embarazo desde las 11 semanas hasta el final se corre el riesgo de que el cáncer progrese. Así que ella fue la primera paciente en la que aplicamos esta técnica (extirpación del cuello del útero) y fue tremendamente exitosa, ese caso lo publicamos en el extranjero porque fue el segundo en el mundo", recuerda el doctor Erasmo Bravo.
Tratamiento inédito