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Francesa recorre Chile en bici con su perra y un balón de gas

Fonoaudióloga ya ha conocido Argentina, Perú y Bolivia. Hoy llega a la zona.
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La historia es sencilla, pero a la vez increíble y hasta loca. Aurore Riviere tiene 30 años, es oriunda de Francia y reconocida aventurera. En Europa estudió fonoaudiología y, a fines de abril, decidió concretar una idea que les comentó a sus padres en el Viejo Continente: recorrer Sudamérica en bicicleta.

Y así lo ha hecho. Su padre, recuerda Aurore, le dijo que vendría a morir a Sudamérica y ella le respondió con total convencimiento que estaba equivocado. "Al contrario, papá, voy a vivir allá", cuenta la francesa en la casa del director del Fosis, Rodrigo Jarufe, en Quillota, donde pasó el día de ayer.

"Ella llegó a comprar a la panadería que tenemos en Quillota y ahí nos contó su historia. Pamela, mi mujer, quedó sorprendida y la invitó a alojar en la casa para que se diera un baño y siguiera su ruta", relata el quillotano.

Hasta el Tabo

Aurore viene desde Argentina, durmió en Panquehue antes de llegar a Quillota y hoy por la mañana saldría hacia Concón, Viña del Mar y Valparaíso, desde donde emprenderá viaje a El Tabo. Ahí hará talleres en una escuela del sector, como parte de su rol de fonoaudióloga. Ese material está disponible -al igual que su ruta- en el Facebook Impulsar Amerique Latine, nombre de la organización que creó y donde también espera algunos auspiciadores que puedan ayudarla a financiar los viajes que realiza y los talleres que entrega en Sudamérica.

Los viajes

La joven cuenta que llegó con Léla, su perrita, por avión a Lima. Ahí comenzó un pedaleo que la ha llevado por Bolivia, Chile y Argentina. Ahora regresó a la zona central, para recorrer luego el sur del país.

No le importa mucho el peso que lleva en la bicicleta. Nada ha sido impedimento para continuar su viaje. "Cuando te sientes mal, siempre hay alguien que te da ánimo, especialmente quienes siguen mi viaje en Facebook", cuenta ella en un español casi perfecto.

¿Dónde duerme? Donde la pille la noche, reconoce. "Algunas veces me quedo en medio de la carretera, otras veces en los patios o los jardines de la gente o en medio del desierto, ando con mi carpa en la bicicleta así es que sólo hay que parar y armarla", cuenta la joven, quien también pasea un balón de gas pequeño que usa para cocinarse.

"Cuando las distancias van a ser más extensas, compro más comida y me voy preparando", cuenta ella. Aurore no tiene plan de datos en su teléfono, por lo que las áreas con wifi gratis son ideales para mantener el contacto con sus amigos y sus padres en Francia.

"Me gusta andar en bicicleta porque uno define hacia dónde ir, dónde parar y disfrutas más el viaje, por eso no quise depender de un bus o un avión", dice sobre esta aventura de pedalear. En Chile destaca la hospitalidad de su gente. Ahora, parte su viaje al sur, Punta Arenas es su destino y luego, Argentina.

Aurore es delgada, pero en su recorrido lleva una bicicleta que pesa 20 kilos, en la que carga un balón de gas para su cocinilla, una carpa, ropa, botellas de agua y a su perra Léla, la que aporta con otros 20 kilos. Sumando y restando, la francesa cree que lleva poco más de 100 kilos, un peso que la ha acompañado en la altura de La Paz y lo hará en el sur de Chile.

Más de 100 kilos