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Detalles del sofisticado plan para robar la joyería Gimeno

Ladrones hicieron cuatro forados para llegar a la bóveda, evitando los sensores. Usaron herramientas pequeñas y trabajaron durante unas tres horas. El botín podría llegar a los mil millones de pesos.
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En uno de los robos más cuantioso de los últimos años en la zona se ha transformado el delito que, el fin de semana recién pasado, afectó a la joyería Gimeno, de Valparaíso. En un principio se in formó que el botín alcanzaba los 500 millones de pesos, pero las últimas pesquisas sitúan ahora esa cifra entre los 800 y los mil millones de pesos.

La investigación desarrollada por la policía uniformada indica que el delito debió perpetrarse la madrugada del domingo, considerando que el local ubicado en calle Condell 1222 cerró su puertas a las 14.00 horas del sábado.

Durante la noche, la banda -de la que se ignora el número de integrantes- se escabulló dentro del cementerio N°2, para luego descolgarse por la ladera del cerro hacia el techo de un edificio de calle Condell. Ahí vino el primer "trabajo": la realización de un forado en las planchas de zinc, un costado de un tragaluz de la techumbre.

Hecha la abertura, utilizando una escalera y descendieron hacia la importadora Anaís, que se ubica justo al lado de la joyería Gimeno.

Una vez adentro de este negocio, utilizando un chuzo y otras herramientas, efectuaron un segundo forado a la muralla que separa los establecimientos comerciales.

En esta segunda labor, los ladrones llegaron en forma directa hasta la oficina de Vicente Gimeno, propietario de la relojería y joyería.

hacia la bóveda

En este espacio, en la muralla, los antisociales ubicaron la parte trasera de la bóveda donde se guardan los bienes de valor, la que regularmente se abre por el frente, donde transitan los empleados y está la sala de atención de público y vitrinas de exhibición de productos.

Este punto es clave en la investigación, considerando que los antisociales conocían que por el lado de la oficina del dueño no había conexión a las alarmas, las que sí se hubieran activado en caso de forzar la caja fuerte por su frontis.

Utilizando herramientas como galletas, los audaces ladrones primero rompieron el muro de cemento y luego abrieron la bóveda metálica por su parte posterior.

Fue tal la experticia que hicieron la figura de un cuadro para entrar. Es decir, en total la banda desde su ingreso efectuó cuatro operaciones con herramientas para acceder al botín.

En la caja fuerte, se apropiaron de gran cantidad de joyas (aros, anillos, brazaletes, collares, etcétera) de oro, brillantes y otros metales preciosos, así como exclusivos relojes (Omega, Tissat, Rolex), que a diario se exponen en las vitrinas que dan hacia calle Condell. Durante la noche, las especies eran retiradas y almacenadas en la caja fuerte, por miedo a que fueran sustraídas con el método del "alunizaje" o utilizando combos, como ha acontecido en otros delitos similares, como por ejemplo a locales de la joyería Barón, en la capital.

indagaciones

La investigación científica del robo quedó a cargo de peritos del Laboratorio de Carabineros de Valparaíso, cuyos efectivos trabajaron por más de seis horas en el sitio del suceso para buscar evidencias y determinar los métodos empleados por los hampones. A modo de conclusión, se estima que éstos actuaron durante más de tres horas para concretar el robo.

Se estaría descartando el uso del sistema del oxicorte, que incluye balones de oxígeno y gas. Por el reducido espacio en que trabajaron, era muy dificultoso emplear este método.

Los diámetros de los forados no superaban los 50 centímetros. Habrían usado herramientas pequeñas, como esmeriles o galletas.

En cuanto a evidencias encontradas, Labocar levantó desde la importadora Anaís un chuzo y un destornillador, ocupados para la conexión a la joyería. También recuperaron guantes y cintas adhesivas de embalaje que podrían contener sudor y, por ende, restos de ADN de los autores. Estas muestras fueron remitidas al laboratorio institucional en la capital.

Se confirmó que las cámaras de seguridad internas del local no estaban operativas. Fueron revisadas las imágenes de las cámaras de televigilancia ubicadas en plaza Aníbal Pinto y Bellavista, donde no se observan movimientos extraños en el frontis del local, ratificando así que huyeron por la parte trasera, por donde ingresaron.

Está claro que los ladrones contaban con información privilegida. Dieron con las llaves de un candado y sabían que en la sala de ventas había sensores de movimiento, por ello nunca entraron a esa zona y se mantuvieron operando desde la oficina del dueño, Vicente Gimeno.

Respecto del inventario de las pérdidas, la administración del establecimiento indicó a la investigación que la cifra fluctúa ahora entre los 800 y mil millones de pesos, pero deben entregar un detalle de las especies a la Fiscalía.

La Sección de Investigaciones Policiales (SIP) de la Octava Comisaría ha empadronado el barrio, pero no hay testigos del hecho. Visitaron joyerías de Valparaíso alertando a los locatarios sobre la presencia de extraños que pudieran ofrecer las alhajas. No obstante, todo apunta a que los objetos de lujo serían comercializadas en la capital o entre coleccionistas exclusivos.

Por ello, los antecedentes ya fueron remitidos al grupo especializado OS-9 de Carabineros en Santiago, para que se una a las diligencias tendientes a ubicar a la banda que dio el golpe más importante de los últimos tiempos en la ciudad patrimonial.

El botín