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Víctor Rojas: el cronista de las regiones de Chile

El ganador del premio Escrituras de la Memoria 2013 tiene libros famosos en diversas zonas geográficas.
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El porteño escritor Victor Rojas ganó el concurso "Escrituras de la Memoria", del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, con su relato "Kawascar", que narra la vida de un niño indígena que llegó a pertenecer a la aviación chilena.

No es la primera vez que este escritor, radicado hace muchos años en Playa Ancha, escribe sobre hechos e historias de las regiones de Chile, ganándose ya el título de "el crónista de la Provincia".

-¿Cómo es eso de ser a la vez un escritor local y nacional?

- Eso parece contradicción pero no lo es. Por ejemplo, mi libro sobre indígenas del norte, llamado "Somos Tarapacá", se distribuye solo allá. Mi "Valparaíso, el mito y sus leyendas" es bastante conocido y leído acá en Valparaíso, y ya en Belloto no lo conoce nadie. Pasa lo mismo con "Cementerios Simbólicos", que sólo puede encontrarse en la región del Bio Bio, donde es el libro más reseñado y comentado del año. En fin, en Til Til, en Iquique, qué sé yo. Ahora el libro sobre el héroe indígena canoero Lautaro Edén/ Terwa Koyo saldrá en Punta Arenas.

-Tal vez por lo mismo debes andar constantemente viajando por el país.

- Claro. En general mis libros corresponden a investigaciones de terreno, de temas que llegan a obsesionarme, y eso implica desplazamientos. He convivido, por ejemplo, con la mayoría de las etnias de nuestro país. Ahí me enteré de la existencia de héroes, que no son héroes de Chile porque muchas veces se enfrentaron a Chile, sino que héroes de su etnia o tribu. La lealtad entre la nacionalidad y la etnia ha generado epopeyas increíbles: diversidad de paisajes, nombres y fechas, pero por debajo está la misma historia. Chile -como han dicho ya los escritores- es una fértil provincia, y un país de contrastes, de loca geografía, de rincones. Y permanece harto desconocido. Llega más al norte de Arica y más al sur de Punta Arenas, por lo pronto. Casi sin quererlo, he podido ir a esos lugares y escribirlos. Labor de amor, claro, porque de plata, de dónde. Y los lanzamientos, toda una experiencia, en el altiplano, en el desierto, en los hielos en caso de las comunidades extremas…

"Es una investigación que duró años, y bien escrita. Sobre un indio canoero alacalufe o kawaskar. Los alacalufes iban desnudos en canoas de madera o corteza y les gritaban a los barcos "dame, dame", guachacay, guachacay. Como los goleteros les tiraban casi puro trago, a cambio de valiosas pieles de lobo marino, se reían de esta palabrita vinculándola al trago y de ahí salió la palabra "guachaca". Bueno, uno de estos niños indios llamó la atención de todos por su inteligencia, tanto así que llegó a ser llevado a Santiago y entró a la Escuela de Aviación de donde salió con grado. Lo mandaron a la base aérea cercana al campamento donde estaba su pueblo. Y, tras una oscilación entre su lealtad a Chile y a su etnia, desertó llevándose a todos los suyos a la vida prístina de los canales".

"kawascar"