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Porteño cuenta cómo vivió la gran tragedia de Año Nuevo

Hace 61 años, los porteños no celebraban, sino que lloraban a los 50 muertos que dejó el incendio y explosión de la barraca Schulze, en avenida Brasil. Don Sergio, de sólo 13 años, perdió a sus cuatro amigos bomberos en la tragedia y cada año, en esta fecha, recuerda estos hechos.
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El 1 de enero de 1953 es una fecha que el porteño Sergio Díaz Cabello nunca va a olvidar. Esa madrugada, le dio el último abrazo a cuatro amigos bomberos quienes, horas más tarde, morirían en el gran incendio y explosión que afectó a una barraca de madera ubicada en la calle Freire con avenida Brasil, en Valparaíso. El fuego comenzó en la barraca "Schulze", pero en el lugar existía además un almacén donde se guardaban explosivos para obras públicas, lo que provocó la gran explosión y una de las mayores tragedias bomberiles del país.

Hoy, a 61 años de esta fatídica tragedia, don Sergio sigue reviviendo, cada Año Nuevo, los acontecimientos que convirtieron esta festividad en la más triste de su vida.

"Eran mis mejores amigos de la infancia, por eso, el dolor hasta ahora me acompaña. Recuerdo que el 31 de diciembre de 1952 estábamos jugando sanamente en la plazuela Blanco Encalada, esperando el Año Nuevo, hasta que después de darnos el abrazo, a las 00.30 horas del año 1953, suenan los timbres de alarma de las tres compañías de Bomberos que estaban allí, la Octava, la Décima y Duodécima... Tenía sólo 13 años", relata Díaz, con la voz cortada.

Incendio y explosión

Luego de esa alerta, los cuatro amigos de don Sergio -Robles, Rojas, López y Rubio- se fueron a sus respectivos cuarteles para asistir al incendio.

"Yo guardé sus bicicletas en mi casa, porque vivía muy cerca de ahí, pero nunca imaginé que esa sería la última vez que los vería... Fue horrible. Ellos fueron al incendio que afectaba a la barraca de madera y que irresponsablemente guardaba dinamita, mientras yo volvía a la Décima Compañía a ver qué pasaba... El cielo ya no estaba estrellado, ahora era rojo intenso", recuerda don Sergio.

Estando en el cuartel, don Sergio veía cómo llegaban los voluntarios a apoyar a sus compañeros. A las 01.30 horas, con dos amigos que no eran bomberos, se acercó al lugar siniestrado. "Nos fuimos por calle Blanco, porque la avenida Brasil estaba cerrada, pero a medida que nos acercábamos a la barraca, nos dábamos cuenta de que el incendio era de proporciones. Hablé con un guardia que se encontraba a un costado de Maestranza Chile y le dije que mejor se apartara de allí, pero dijo que no abandonaría su lugar y nunca más supe de él. Mis otros dos amigos se fueron en otras direcciones", recuerda Díaz.

Sin embargo, lo peor estaba por venir. Cuando el reloj marcó las 03.03 horas, se produjo una gigantesca explosión.

"De pronto me vi en una esquina, a una distancia aproximada de 50 metros de la tragedia, sobre una manguera. No entendía qué pasaba... Había volado 50 metros producto de una explosión y la gente gritaba. Luego me traté de parar y caminar como pude, hasta que me encontré con uno de mis amigos y nos abrazamos. Lloramos mirando todo, impactados por cómo el fuego, cual soplete, atravesaba la vinícola Cánepa", manifiesta don Sergio.

Funerales

Las horas comenzaron a avanzar, hasta que amaneció y aparecieron los padres de los amigos. El niño de 13 años no sabía cómo explicarles lo ocurrido.

"Con mi amigo caminamos a casa, pero no había nadie y yo volví al lugar, porque mi familia me buscaba. Me encontré con los padres de mis amigos bomberos y les entregué sus bicicletas, estaban desesperados... nunca lo olvidaré. Al rato después me encuentran mis padres que, gritando, me toman de un brazo para llevarme al paradero de taxis. No sabía que mi aspecto era terrible, que tenía la cara hinchada", señala Díaz.

Como ese día la locomoción colectiva estaba en paro, el presidente de entonces, general Carlos Ibáñez del Campo, ordenó confiscar los buses. Gracias a ello, don Sergio pudo recibir atención médica, pero particular, porque las postas estaban colapsadas de gente quemada.

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"Sufrí una pena enorme por la pérdida de mis amigos... Éramos como verdaderos hermanos y siempre me duele recordarlo. Ese día en la plaza había más jóvenes, los cuales, fueron falleciendo de a poco. Era un niño y era impactante asistir a tantos funerales... Me sentaba en las soleras a presenciarlos, llorando", expresa el sobreviviente, con dolor. j

Jorge Robles, Jorge Rubio, Jaime Rojas y Carlos López, son los cuatro jóvenes bomberos que eran amigos de don Sergio y que murieron en acto de servicio. "Para mí fueron grandes amigos de la infancia, pero hoy en día son mártires del deber. Siempre los llevaré en mi corazón", declara el sobreviviente de la gran tragedia que enlutó a Valparaíso en 1953. 50 personas murieron en el incendio -36 de ellas, bomberos- y 320 quedaron heridas. El Presidente Ibáñez decretó tres días de duelo oficial.

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