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Los fonópticos que comunican a vecinos

Instalación del FAV fue donada por su creadora y quedará en los cerros Alegre y Concepción.
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El Festival de la Artes acaba de terminar y la mayoría de las instalaciones artísticas que llegaron a la ciudad están siendo desmanteladas. Pese a esto, hay una joven que no planea llevarse su creación para la casa y quiere donarla para el uso público.

Cecilia Nercasseau es arquitecto de profesión y hace algunas semanas instaló dos fonópticos en los cerros de Valparaíso, uno en el Cerro Concepción (Beethoven con Pilcomayo) y otro en el Cerro Alegre (paseo Dimalow). Estos instrumentos, gracias a su forma cónica, permiten a los visitantes ampliar conversaciones a grandes distancias o simplemente escuchar los sonidos que la ciudad ofrece, como el mar o las gaviotas.

"Yo me fijaba que pasaban muchas personas por esos lugares, pero sólo había una conexión visual y no había otro tipo de conexión con el otro cerro. Ahí se me ocurrió que podía hacer algo con el sonido entre ambos", cuenta la joven.

Fue tanta la gente que utilizó los fonópticos en los días del Festival que Cecilia decidió no llevárselos y hacer todo lo posible para dejarlos instalados, y que así sirvieran como atractivo turístico. "Yo diseñé los fonópticos especialmente para que se utilizaran en este lugar en específico y no tendría ningún sentido llevármelos porque estarían guardados. Así perderían toda su esencia".

Para Cecilia los fonópticos han resultado ser toda una atracción para los porteños y también para los turistas, pero por sobre todo para los niños de la ciudad, quienes pese a su corta edad son quienes los tratan con mayor cuidado. "Al lado del ascensor Reina Victoria hay columpios y resbalines, por lo mismo creo que los niños van a ser los que más disfruten con esto", cuenta con entusiasmo la joven arquitecto.

Cecilia ha conversado con diversas autoridades de la región, entre ellos con Jacobo Ahumada, Director de la Dirección Cultural de la Municipalidad de Valparaíso, y le han ofrecidos dos opciones. Una es dejarlo en un museo de la ciudad, como El Lord Cochrane, en donde será reguardado por el personal del lugar; o puede dejarlo en el mismo sitio donde están instalados ahora, pero no serán vigilados por nadie.

Pese a que la idea de que los fonópticos sean desmantelados o queden inutilizables le incomoda, Cecilia quiere arriesgarse y no llevarlos a un museo. "En un museo no cumplirían su función, para lo que yo los diseñé. Estando aquí les sirven a todos, ya que mucha gente me ha dicho que le parece entretenido poder comunicarse con ellos de un cerro a otro, así que creo que son un aporte para la ciudad".

Otro problema que enfrenta Cecilia es que los fonópticos podrían arruinarse por las condiciones climáticas o por el exceso de uso, convirtiéndose finalmente en escombros. "Yo no quiero que los fonópticos se conviertan en basura y ensucien más la ciudad, eso no sería una ayuda. Así que tengo decidido venir de vez en cuando y ver cómo están, para así asegurarme de que no están molestando a nadie y se siguen utilizando".

Basura