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A pura picardía y talento revivió Wanderers ante la U

De la mano de Valencia y Sagredo los porteños dieron oxígeno a Basay en Quillota.
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Sabiendo que otra derrota haría muy insostenible su permanencia y sintiendo como tambaleaba el piso a sus pies, Ivo Basay tomó decisiones e introdujo variantes en la oncena titular más allá de lo que todos imaginaban. El cuestionado DT, sabiendo como se venía la mano, y calibrando al rival que tenía al frente; mandó a la cancha a un estilete (Sebastián Pol), un tanque (Gastón Cellerino), un volante de salida (Leo Valencia) y tres recuperadores detrás para la refriega, ya que Fernando De La Fuente se sumó a Jorge Ormeño y Sebastián Méndez.

Con este dispositivo que no se había visto en partidos anteriores, Wanderers le enredó el partido a la U en buena parte de la primera etapa, aunque ese trajín no le servía a los porteños para generar peligro en el arco de Johnny Herrera. Cellerino y Pol no se entendieron nunca y con eso facilitaron siempre la tarea de los tres defensores azules.

En eso estaba el partido cuando Valencia perdió un balón, que tras jugada de Cereceda y Pato Rubio, terminó en el pórtico de Viana empujado por Isaac Díaz. Media hora de juego y el abismo parecía abrirse bajo la banca local. Mientras, el telón de fondo de la tragedia wanderina lo ponían los violentistas de la tribuna Pinto, que se enfrentaron en batalla campal con los efectivos de FF. EE. de Carabineros.

GENIALIDAD Y CAMBIOS

En los primeros minutos del complemento nada hacía presagiar un cambio, hasta que el Leo Valencia sacó una jugada de las canchas de tierra de Melipilla y enderezó el rumbo del partido para Wanderers. En los 51" el hábil volante aguantó solo una pelota en la entrada del área, se cayó, se paró, hizo un nudo con los defensas de la U y quedó solo frente al arco para anotar el empate.

A esa altura ya estaba en la cancha Boris Sagredo y el menudo zurdo hizo valer su talento ante una U que se desorientó con el impensado golpe del 1 a 1. Todos levantaron el nivel en los verdes, menos Pol, que nunca encontró la puntería para reaparecer con un gol.

Tuvo que ser el propio Sagredo el que armara la maniobra que tumbó al invicto equipo de Cristián Romero. El 21 caturro se juntó con Matías Mier, el otro refresco de Basay, y terminó sacando un tirazo de derecha, su pierna débil, para batir a Johnny Herrera y hacer estallar, esta vez de alegría, a la fanaticada porteña que celebró después de cinco fechas.

Así todos olvidaron por un momento, los malos ratos de una semana tensa, los supuestos ultimatun al técnico y la furia que le prodiga con esmero la hinchada wanderina a un Basay que al menos por ahora zafó de la guillotina.

Fue comidillo en los pasillos del estadio. A Ormeño no le hizo ninguna gracia ser reemplazado en el entretiempo y se lo hizo saber a Basay en un áspero cruce de palabras entre ambos. El capitán salió tranquilo y hasta sonriente tras el partido y, con el relajo del triunfo, señaló que "yo entiendo que si el técnico dice que debo salir, debo hacerlo, sobre todo si entró Boris que es más rápido para jugar en el medio". El técnico dijo entender que "a los jugadores no les gusta salir, yo también estuve en esa situación y uno sabe que es solo la calentura del momento", afirmó para poner paños fríos.

Al capitán no le gustó salir