Casas bajó 4 kilos para ser un minero
La fama de Mario Casas es más grande en Chile que en el resto del mundo. Por eso el hombre quiere pasar desapercibido. Pero justo ahí, cuando se pone la capucha del polerón sobre la cabeza aparece una chica con su celular cromado a pedirle una fotografía. Nuevamente Casas se descubre la cabeza y posa con una sonrisa forzada. La chica queda contenta, pero hay otra detrás, no tan joven, esperando. La escena transcurre a las afueras del restorán Legado de Copiapó, donde almuerzan los actores que graban la película "Los 33". Le pregunto a la chica qué película conoce de Casas. Ella me mira y me dice que Casas es mino; más mino que Banderas, como armando una suerte de competencia por quién es el más guapo de la película de la mina
Entre Mario Casas y las periodistas sucede algo similar. Una vez que se desprende de sus fans, aparecen las colegas. Ellas lo miran; lo tasan. Ellas saben, por lo menos, que el hombre mantiene una trayectoria en la pantalla grande. Le preguntan por el barco, la serie en que participó. Luego Casas responde que no conoce el candado chino. Las periodistas miran como si la pregunta fuera un insulto; algunas hasta me hacen un desprecio.
Luego Casas almuerza. Está en la misma mesa que la actriz Kate del Castillo. Kate no aparenta los 40 años que tiene, parece de bastante menos. Unos 30 quizás. Kate brilla. La comida es abundante, hay todo tipo de mariscos y albacora a la plancha. Casas come poco, más bien picotea. Kate hace lo mismo. Da pena el desperdicio de ostiones a la parmesana de Caldera. Hay un alto. Casas sale de la sala y detrás de él un grupo de periodistas. Los sigo.
No es el mejor lugar para hacer la entrevista. Es un rincón que al parecer fue una bodega. Además, hay olor a baño. Delante de Casas hay cinco brazos y luego seis, todos terminan en un celular que graba lo que dice.
Flaco, flaco
Señoras y señores con ustedes Mario Casas, el bello. "Como joven actor lo único que he tenido que hacer es aprender de grandes actores", parte diciendo Mario. Luego le echa flores a Antonio Banderas, que no participa en estas cosas, y a Juliette Binoche, la francesa de porcelana que escapa del sol.
Mario Casas está flaco.Y es que el hombre debe parecer minero. Reconoce que está adelgazando para el papel. "Ha sido difícil. Después de las fiestas de fin de año es poco lo que se puede hacer. He bajado, de tres a cuatro kilos. Se me notó mucho en las costillas. Es un proceso bastante real pues hay que asimilar a los mineros que estuvieron varios días sin comer y otro resto de días sin agua", dice. -¿Pero te gusta comer? Mira al cielo. Dice que le gusta comer mucho. Pero que esta vez debió asumir el personaje. "Cualquier actor en estos casos lo hace", asegura el galán.
Una periodista le pregunta con voz coqueta, cómo pasó de minero a galán. Casas levanta las cejas. Luego le responde a la periodista, que en realidad pasó de galán a minero y se ríe. "¿Y te gustó?", dice la chica. "A mí me conocen aquí por unas películas y una serie ("eres muy popular", dice la periodista con voz provocativa) y Casas continúa "tengo un target de galán. En España me gusta hacer roles variados; no me gusta encasillarme".
Otra periodista le pregunta a los ojos si lo marcó llegar a la mina y empaparse de la epopeya de los mineros. Casas le responde a los ojos: "Todo lo que vivieron es un acontecimiento. Lógicamente uno se adentra más cuando está ahí; es algo fuerte. En Colombia grabamos en una mina real. No vimos la luz del día y eso es terrible. Agachar la cabeza y pensar que todo se venga abajo. Es difícil. Para nosotros como actor ha sido complejo pero gratificante".
-¿Y cómo ha sido grabar en Chile? Con tanto interés que despiertas
-Ha sido raro (las periodistas ríen). Es muy bonito, pero no me esperaba el acercamiento de la gente. Me llegan los mensajes; los Twitter. Nunca pensé el éxito del Barco (la serie).
Una periodista con voz seductora, le pregunta al actor qué le parecen las mujeres chilenas. Casas se ríe, y le dicen que todas son bellas. Puras risas.
