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Madre dejó botado su hogar para poder salvar a sus queridos trillizos

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El día del incendio, Milena Cortés junto a su pareja y trillizos, estaban en el portal de Barón haciendo unas compras. Y cuando vieron las llamas, calcularon que éstas no llegarían hasta su casa, pero al cabo de unas horas, ya lo habían perdido todo.

"Llegamos a la casa y mi pareja fue a ver a unos primos que vivían más arriba en el cerro y que a ellos les estaba afectando el incendio. Al rato llega a la casa mi suegra a decirme que le pasemos paños húmedos a los niños en la cara porque el humo está sofocante y como veo que la cosa se está poniendo peor, le pido a mi pareja que se venga altiro", relata la mujer del cerro Las Cañas.

Cuando el hombre aparece, toman inmediatamente la decisión de abandonar el hogar.

"Y junto a mi suegra salimos de la casa y al rato se empieza a quemar. No pude salvar nada ni el oxígeno de los niños, porque ellos son prematuros. Pero bueno, lo material se puede recuperar y doy gracias a Dios que los bebés estén bien y no les haya pasado nada", expresó la porteña.

En este momento, Milena y su familia se encuentran viviendo en un departamento que les facilitó unos miembros de la iglesia a la que asisten. "Hemos recibido harta ayuda y estoy muy agradecida por eso, pero aún estoy choqueada y no asimilo lo que pasó", confesó.

Departamento

Familias sin albergue se instalan en plaza O'Higgins

Con carpas o a la intemperie, porteños tratan de salir adelante a un costado del Congreso.
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La plaza O"Higgins de Valparaíso, ubicada al lado del Congreso Nacional, también se convertido en un albergue para los damnificados del incendio.

El mismo sábado en la noche, algunas de las familias que no lograron encontrar un espacio en los recintos destinados para la emergencia, decidieron instalarse con unas carpas en la plaza, hasta que las cosas comiencen a mejorar un poco.

Para ellos, es muy vergonzoso estar en esta condición, por lo que muchos declinan dar entrevistas, pero los que deciden hablar, comentan que, pese a la adversidad que están viviendo, "hay que mirar adelante y empezar de nuevo como buen porteño".

Damnificados

Alrededor de las 10 de la mañana, la mayoría de las familias se servía unos cafés y sándwiches que universitarios y otros voluntarios les estaban ofreciendo.

Juan Molina, un damnificado del cerro La Cruz, señaló que ya estaba asimilando la realidad. "Al principio fue chocante, pero ahora uno asimila y trata de ser fuerte porque hay que volver a armar la casa, aunque cueste. Es doloroso, pero pudo ser peor", apuntó con optimismo.

Thiare Arancibia y Michel Espinoza, dos primos del cerro El Litre, manifestaron que gracias a la ágil ayuda que han recibido, no han tenido tiempo de sentir que no tienen nada.

"Lo perdimos todo, pero estamos contentos porque a la familia no le pasó nada. La ayuda de la gente además, ha sido súper rápida y eso uno lo valora porque gracias a eso podemos estar bien. Nos han dado alimentos, ropas, hasta dos carpas, porque sólo teníamos una y la familia es grande", detalló Michel.

Thiare, en tanto, se refirió a la vergüenza que esto podría producir. "Sé que a muchos les da mucha lata que la gente los vea durmiendo en una plaza y en una carpa porque igual es difícil la situación, hace frío y no es divertido. Pero tratamos de verle el lado bueno, porque de verdad pudo haber sido peor, perdiendo a seres queridos", consignó la estudiante.

En la plaza, durante la jornada de ayer, había alrededor de 20 carpas, con 3 ó 4 personas en su interior. Además de familias, había varios matrimonios que con mucho esfuerzo intentaban recopilar cosas para volver a empezar.

"Es doloroso porque estábamos en el plan cuando partió el incendio y al volver, ya estaba toda la casa quemada. Y pensar que un viernes dormimos en una cama calientita y que un sábado en la noche tenemos que estar en la plaza a plena intemperie... no puedo hablar más", declaró una porteña entre lágrimas, que pidió reserva de identidad.

En esta emblemática plaza, se encuentran los eternos jugadores de brisca, los cuales conmovidos por la situación de sus vecinos, también les echaron una mano con alimentos. Sin embargo, los más agradecidos por la situación, eran los perros de la plaza, que se acercaban a las distintas carpas para recibir comida y afecto. Algunos incluso también lograron que les dieran ropa, porque no eran pocos los que andaban con los famosos "cuellos de polar".

Jugadores y perros