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"Entre más se parezcan a nuestros hogares, mejor"

Familias albergadas tratan de mantener el orden y el aseo en los locales.
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Los Ruz, son una familia que tiene muchos integrantes. Tantos, que fácilmente pueden repletar una de las salas que está ubicada en el tercer piso del albergue de la escuela Grecia.

Ellos, al igual que otras familias porteñas, perdieron todo en el incendio del sábado y aunque les dio mucha pena y dolor, ayer se levantaron con optimismo y decidieron adaptarse a las circunstancias con alegría.

"Ha sido súper triste, no lo podemos negar, pero no nos podemos echar a morir porque la vida continúa y como buenos porteños, debemos levantarnos. Así que hoy decidimos limpiar toda la sala y así sentirnos mejor", señaló Johanna Otarola Ruz, una de las integrantes de esta gran familia.

una ilusión

La sala en donde se quedan estos porteños, es similar a muchas otras en donde alojan los damnificados. Pero estas mujeres, insisten en que se parezcan un poco más a sus casas, las que lamentablemente se incendiaron en cuestión de minutos.

"Obviamente no son lo mismo, pero una como dueña de casa, que luchó por años para lograr lo que tenía, al menos queremos mantener el orden, como solíamos hacerlo. Entre más se parezcan a nuestro quemado hogar, mejor todavía", expresó Otarola, sonriendo.

En otras salas de la escuela, los niños también tenían la ilusión de hacer como si esos espacios fueran sus casas. Alondra Santibáñez, una niña de unos 12 años, cuenta que para ella lo más importante son sus mascotas.

"El día del incendio me preocupé de Irene, mi perra y de Lala, pero ella justo estaba donde mi abuela. La casa se estaba quemando entera y no sé cómo me metí a sacarla... pero es que me daba pena que muriera, por eso la dejo que se quede aquí conmigo, como en la casa", manfiestó la adolescente del cerro Merced.

Los más resignados eran los abuelitos de la tercera edad que tanto en este albergue, como en otros recintos de emergencia, se quedaban quietos en los colchones, recibiendo sus respectivos alimentos y abrigo.

"No sabemos cuánto vamos a estar aquí, por eso tenemos que hacerlo agradable", sentenció la familia numerosa.

Los colegios dispuestos como albergues están prácticamente repletos, pero los funcionarios de la municipalidad siguen trabajando intensamente para seguir catastrando a los siniestrados y así poder ayudarles trasladándolos a un lugar provisorio, pero digno. No obstante, en estos colegios siguen recibiendo personas, pero principalmente de la tercera edad.

Colapso