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El aterrador rebrote que asoló Ramaditas

Unas 200 casas ardieron en el sector. "Tuvimos cinco minutos para evacuar", dicen los vecinos.
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Todo hacía presagiar que lo peor ya había pasado. Aún quedaban focos activos, pero el viento traicionero volvió a jugar una mala pasada y, la tarde del domingo, el pánico se instaló en Ramaditas. Durante toda la jornada, las familias estuvieron contenidas con la angustia a flor de piel por lo que ocurriría con sus viviendas, producto de un incesante fuego que parecía no tener control.

Cerca de las 20.00 horas, los habitantes de la parte ata del cerro Ramaditas debieron abandonar sus casas y salir con lo justo. "Los bomberos nos decían durante toda la tarde que no nos preocupáramos. Nosotros les decíamos que por favor tuvieran cuidado con el fuego, pero ellos insistían en que no pasaría nada. Cerca de las ocho de la noche llega un bombero a mi casa y me dice que tengo cinco minutos para evacuar porque el fuego estaba descontrolado. Cómo cree usted que salí, no me pude poner ni un par de zapatos y cuando volvimos después... ya se había quemado todo", relata con lágrimas en los ojos Ermelinda Herrera, quien hace 18 años vivía en la casa que le fue arrebatada por las llamas.

Ermelinda no quiere abandonar su terreno y por lo mismo es que solicita algo con que cobijarse durante las noches.

amigos

Entre los escombros de lo que parece ser un escenario de guerra también se encuentra el pequeño Felipe (6) con su amigo Sergio (8). Este último lo perdió absolutamente todo tras el paso de las llamas por Ramaditas, mientras que el segundo, quien corrió mejor suerte y no perdió su casa, trata de consolarlo.

Felipe cuenta a La Estrella que en el momento del incendio, ambos se encontraban andando en bicicleta. "Teníamos un poco de miedo y en un momento tuvimos que arrancar con las familias", señala Felipe.

Por lo mismo, ambos niños dejaron sus bicicletas en sus casas y se fueron con lo puesto a la parte baja del cerro.

Durante la mañana de ayer, Felipe ayudaba a su amigo Sergio, quien perdió absolutamente todo, a buscar su bicicleta, que había quedado al interior de su casa. Después de tanto buscar entre las cenizas, apareció completamente quemada.

Ambos amigos se miraron y esbozaron una sonrisa, mientras Felipe le entregaba una leche de chocolate a su amigo, para seguir ayudando a remover escombros.

una bandera

Cerca de ellos, luego de haber pasado una noche de terror, Marcela Vidal recorría una calle de la población Santa Teresa de Ramaditas con un mástil y una bandera. Justo en donde estaba el living de su casa, cavó un hoyo y levantó su bandera.

"En este lugar todavía hay patria, existe el compañerismo, la hermandad y solidaridad. La bandera es parte de mi vida, de lo que uno a veces tiene y no valora", dice Marcela.

En horas de la tarde de ayer nuevos focos en el incendio del cerro Ramaditas volvieron a encenderse, por lo que aviones dromader y helicópteros lanzaguas volvieron al lugar para sofocar el fuego.

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