Resulta irónico. Ahora, los menos interesados en el AVP, son los convivientes. No les interesa un "matrimonio-sin-deberes". Lo de "sin deberes", ya lo tienen, sin firmar nada. Y no quieren un "cuasi matrimonio". Por eso conviven y no se han casado. De perogrullo, aunque a algunos hay que explicárselos con peras y manzanas. Entonces, ¿ a quiénes quieren favorecer con esta ley? ¿A los homosexuales, que no tienen cómo regular sus uniones? Si es así, basta de hipocresías. El 16 de abril, al retomar los legisladores la discusión de la ley del AVP, abran derechamente el debate para el matrimonio igualitario y déjense de una vez por todas de maquillar tanto el AVP para que se parezca lo más posible a un matrimonio. Eso no les sirve a los convivientes, a quienes debían favorecer con la propuesta original de esta normativa.

Tan conmovedor como los testimonios de las personas que han perdido su casa en Valparaíso, ha sido la capacidad de respuesta de los particulares, en su mayoría jóvenes, para ayudar en la tragedia. No es el momento de hacerlo, pero sería interesante preguntar a todos esos estudiantes que han ido a colaborar, si es que votaron en las últimas elecciones. Intuyo que la respuesta es negativa, pero nadie puede acusarlos de falta de interés social. Lo que tienen, a mi juicio, es apatía por la forma como se hace política en Chile. Esto no se resuelve con una Asamblea Constituyente porque una instancia de estas características, tampoco posee los mecanismos para que la participación ciudadana sea transversal y ésta va a terminar siendo cooptada por los sectores duros de la izquierda, aquellos que tienen mayor grado de organización, mas no de representación. Hay que buscar la forma de que todos aquellos jóvenes que tienen una preocupación social y verdadera vocación de servicio, como aquellos que han aprovechado la suspensión de las clases para subir a los cerros a ayudar, tengan en este país voz y voto, porque ahí está el futuro de Chile.