"Mauricio Pinilla ya no se cree un rockero"
Pinilla ya no va a discotecas, ahora se divierta a la luz del día. El viernes, por citar un caso, cerca de la hora de almuerzo, acudió a un colegio en Cagliari y, a las carcajadas, firmó cuatrocientos autógrafos. Se abrazó a la gente y se mostró maduro. Después concedió una entrevista al sitio de su club y dijo -como lo hiciera David Pizarro un día antes- que sueña con la selección. Incluso tenía tan buen ánimo que atendió el teléfono:
-Hola.
-Ja,ja, ja. Bien.
Y luego cortó. Pero, estudiando minuciosamente su risa y las dos palabras, "hola" y "bien", el diagnóstico es claro: Pinilla está feliz, su voz suena firme. Y ahora, con madurez, sin la menor gota de reggaetón en el cuerpo, pide una camiseta nacional. Le ha mandado un mensaje al país y a Sampaoli: "Estoy feliz de tener posibilidades de ir a Brasil y eso es por lo que he hecho en el Cagliari", había dicho. En el Cagliari irradia empeño y acredita 7 goles en 25 partidos.
Eso pide César Vaccia y adjunta razones deportivas: "Es diferente". Arremete con cinco elogios: "Tiene estatura, cabecea, aguanta la pelota, es valiente y tiene personalidad". Vaccia enloquece con el pupilo, ese flaco que formó el 2002. ¿Pero, don César, ese mensaje que Pinilla mandó el viernes es una táctica de promoción? "Por supuesto. Es estrategia. Pero, a días del Mundial, todos lo hacen. Y no tiene nada de malo".
-Mire, sólo le diré: los entrenadores no son inhumanos. Muchas veces escuchan a la gente o a los mismos jugadores- Y Vaccia, compulsivo, no puede detenerse: "¡Es un goleador!", grita. "¡No hay nadie como él!", añade. "¡No por nada lleva años en Europa!", insiste en la despedida. En fin. La otra duda la debía resolver un amigo: ¿Mauricio tiene su cabeza en paz? J