Secciones

Tavelli

E-mail Compartir

Unos de los polos gastronómicos más interesantes y atractivos de Viña del Mar está en avenida San Martín, ya que en esta arteria turística de la Ciudad Jardín podemos encontrar distintos tipos de preparaciones en lugares muy variados y en un entorno siempre agradable, ya que se puede pasear caminando por varias cuadras para elegir la mejor opción.

Entramos a un lugar que es más conocido por sus helados y pasteles, pero que también ofrece almuerzos. Pedí la carta y las alternativas de platos no eran muchas; el pollo relleno me pareció atractivo, pero no estaba claro con el acompañamiento, así que le pregunté al garzón quien me recomendó el puré piamontés.

El plato demoró un poco en llegar. El pollo estaba sabroso y no seco, bien preparado, con una cubierta crocante. La porción era la adecuada y los sabores se fundían en un relleno perfectamente combinado entre el queso y el jamón, envueltos en la carne del pollo que estaba tierna y suave. Sin embargo el puré venía frío. Como los mozos estaban un poco distraídos tuve que pararme para pedir que me calentaran el plato. Una vez recibido de vuelta, poca diferencia había en la temperatura del puré, me dio la sensación de que el plato había sido puesto en el microondas apenas unos segundos.

El puré no tenía mayor gracia y no le aportó al plato, el pollo, sin embargo, cumplió. En vez de tomarme el típico café de después de almuerzo, pedí un Ice Tea de limón. Grata fue mi sorpresa al beber el primer sorbo, una mezcla de sabores cítricos con un toque de jengibre.

La atención es buena, pero no tan personalizada como uno quisiera. Los platos, en lo básico, cumplen; aunque se nota que el fuerte es la cafetería y repostería. Habitualmente se nota en las preparaciones cuando un restauran se dedica exclusivamente al servicio de almuerzo o comidas y no es un trámite más que se hace por cumplir. Acá no es tan evidente, pero sí queda en evidencia.

Un lugar para volver, pero a la hora del té.

Ximena Rivera: una poetisa en imágenes

Fotoperiodista Raúl Goycoolea llevará a cabo exposición centrada en la obra de porteña.

E-mail Compartir

Este sábado 10 de mayo será inaugurada la exposición del fotógrafo porteño, Raúl Goycoolea, que se centra en un trabajo intensivo de captura de imágenes de la vida íntima de la poetisa porteña Ximena Rivera.

La obra titulada "El último viaje de Ximena Rivera" retrata en un período de seis meses la vida de la poetisa antes de fallecer en marzo del año 2013.

"Fue un trabajo extenso que partió por mi afición a los poemas de Ximena. Llegué a ella como un admirador y ella se sorprendió diciéndome que encontraba esto extraño, que no le pasaba muy a menudo", señaló Goycoolea al referirse a su trabajo.

"Luego comencé a retratarla, pero más que hacer fotos de ella, intenté hacer fotos de su entorno, de su vida; de las cosas que la rodeaban. Ella no se dejaba fotografiar, por lo que las pocas imágenes en la que logré captarla lo hice de manera desprevenida, dándole un toque de naturalidad al tema", agregó el fotógrafo que terminó entablando una estrecha amistad con la poetisa.

"Terminamos siendo amigos; nos contábamos cosas y nos llamábamos, por eso cuando me enteré que falleció fue un duro golpe, una triste noticia. El trabajo de la exposición es el último registro fotográfico que existe de esta gran poetisa, por eso la exposición tendrá tintes especiales, como por ejemplo los marcos en donde se ponen las fotos, los cuales son marcos viejos, algo gastados con el fin de retratar lo mejor posible lo que era la vida de Ximena", detalló el fotógrafo.

La poetisa Ximena Rivera (1959-2013) padeció durante parte de su vida de esquizofrenia, enfermedad que le ayudó a realizar diversos "viajes" que permitieron la publicación de sus mayores trabajos: "Delirios" (1999), "Poemas de Agua" (2002), "Una noche sucede en el paisaje" (2006), "Puente de madera" (2010).

"Es bueno hacer este tipo de rescates culturales para que los que conocieron a Ximena sepan que su obra está ahí y para los que no la conocieron se den la oportunidad de abordar su trabajo", añadió Raúl Goycoolea, quien a sus 30 años es fotoperiodista de El Mercurio de Valparaíso y que en forma paralela lleva a cabo trabajos de seguimiento de largo aliento con el fin de retratar de la forma más real y artística diversos hechos cotidianos de la vida. J