Secciones

El pueblito de Caiozzi que divide a los chilotes

Fotos: Cristóbal Espinoza

E-mail Compartir

'Hubiese sido tremendamente importante invertir ese dinero en conservar el patrimonio, a llevarse las cosas a un lugar que es absolutamente falso', sostiene Marijke van Meurs, directora del Museo Regional de Ancud, tras la avanzada construcción de un 'pueblo chilote' que realiza el cineasta Silvio Caiozzi para su próximo largometraje 'Y de pronto el amanecer', el que tendrá como locación principal un predio ubicado en la península de Rilán, en la comuna de Castro, en Chiloé.

Tras intensos meses de trabajo el equipo liderado por el destacado director nacional y su productora Andrea Films busca recrear un poblado tradicional insular de los años 40, por medio del traslado de diversas casas y estructuras típicas provenientes de sectores aledaños a la localidad. Reunidas en el recinto, fueron transportadas a través de la tradicional tiradura, confundida muchas veces con el término minga.

No son pocos los habitantes y residentes del Archipiélago que han mirado con recelo la iniciativa. 'Es una ficción, a estas alturas del partido, en pleno siglo XXI, uno tiene que filmar la realidad. Habría sido un aporte mucho más interesante quizás que Caiozzi aportara a la conservación del patrimonio de algún lugar en específico, por ejemplo. ¡Cuántas casas hay que se están cayendo y hubiese sido importante poder conservarlas!', esboza la arqueóloga residente en Ancud.

En total, ya se h an trasladado alrededor de 30 viviendas, de las cuales 14 son muy antiguas, y que en su mayoría data una construcción de hace más de 70 años.

'El objetivo es hacer una escenografía realista, que crea un villorrio de los años 40 de la zona, y ese villorrio lamentablemente no lo encontré', precisa el laureado creador.

Asimismo, añade que 'las pocas casas que quedaban se están dejando caer, y lo que hicimos fue adquirirlas, trasladarlas, lo que no ha sido fácil, pensando en los exteriores de la película'.

Luego de recibir en un reconocimiento por un grupo de veleristas que participó de la Regata VTR Chiloé 2014, en enero, Caiozzi manifestó que siente 'una gran responsabilidad con Chiloé, con este pueblito que será un rescate y con la película, que ahora será más difícil para mí'.

El director señala que, posteriormente a la grabación del filme, se espera que la locación se transforme en un pueblo recuperado y que sirva para el desarrollo de talleres, festivales y turismo, constituyéndose como un lugar de encuentro de la cultura chilota.

'Lo que tenemos como idea es que una vez hecha la escenografía, que son las carcasas de este pueblito, si hay interés regional, si parece bien y la gente está de acuerdo, esto podría transformarse en un lugar turístico y cultural', puntualiza.

Las grabaciones del largometraje comenzarán en agosto, fecha en la que se espera esté listo el pueblo tradicional chilote en la localidad de Tongoy. Dentro del equipo de trabajo se encuentran además el castreño Fernando Venegas y su productora audiovisual Tirol, además del arquitecto Edward Rojas.

A pesar de la visión del realizador sobre el valor del proyecto, han sido varias las voces que ven en la propuesta una intervención con fines lucrativos más que un rescate patrimonial.

'El hecho de proteger o conservar es bien habido, como también el conservar a través de la recreación como es una película, el tema es la forma, porque perfectamente ese mismo proceso de conservación se puede realizar a través de réplicas de esos diseños', sostiene Carlos Oyarzún, consultor en desarrollo de planificación turística en la provincia, quien recalca que 'en este momento, con ese retiro de esos objetos patrimoniales, se está perdiendo un valioso capital'.

En este contexto, el profesional califica como 'grave' la intervención realizada por la producción de la cinta, ya que 'se pierden justamente objetos patrimoniales, que dan cuenta de un tiempo, donde hay una serie de datos en cada uno de estos sitios y casas que van acompañados de la historia familiar de la gente que vive ahí, que conoce cómo se desarrollaron los lugares, y eso es una pega que no está hecha', afirma.

Pero el cineasta de recordados filmes como 'La luna en el espejo' o 'Coronación', 'estas son todas casas en ruinas, apolilladas, casas que estaban deshabitadas hace mucho y cuyos dueños, más allá de la pena que le da a cualquier persona el hecho de ver desaparecer un lugar donde vivió cuarenta o cincuenta años, les da alegría porque esa casa en vez de terminar en el fuego va a ser una casa que se va a restituir y va a mantenerse viva', asegura.

Caiozzi resalta que 'lo importante es mantener viva la maravillosa cultura, la maravillosa arquitectura chilota, donde la gente debe preocuparse porque está desapareciendo totalmente. La preocupación debiera ir en esa vía, en cómo conservar las últimas casas que van quedando y no esta idea de dejarlas que se caigan y que desaparezcan, no entiendo esa postura'.

A pesar de esto, Marijke van Meurs indica que en el 'pueblito' carece de elementos identitarios de la cultura chilota. 'No hay una iglesia Patrimonio de la Humanidad, las casas en Chiloé no están puestas en esa posición tampoco, están en relación con el mar y ahí (en el pueblito) están en relación a un camino, por lo tanto, ¿de qué Chiloé estamos hablando?, ¿de qué época?', cuestiona.

La directora del Museo Regional de Ancud suma que en el proceso 'hay una intervención del paisaje cultural, que crea un falso paisaje, porque eso ni siquiera es una realidad la que construye, y está creando un Chiloé que no existe'.

Pero Caiozzi se defiende tomando como ejemplo Europa, donde está lleno de pueblitos recuperados, 'que es lo que pretendemos hacer nosotros, y repleto de turistas y estudiantes, justamente porque Europa tiene esa mentalidad de preservar algunos rincones de su antigüedad; en cambio, en Chile, yo no sé por qué existe una tendencia a destruirlo todo', expone.

La investigadora ancuditana replica que 'él puede considerar que de esta manera está rescatando el patrimonio, pero yo hubiese preferido ese patrimonio rescatado en Tenaún o Curaco de Vélez, o en alguna localidad de la isla Lemuy, que colaborara a las comunidades a la toma de conciencia de que su patrimonio es valioso y que se puede recuperar, al hecho de comprarla a 'precio de huevo' y recuperarla y llevársela a otro lugar que no es el original'.

Por su parte, Carlos Oyarzún sostiene que situaciones como estas suceden porque 'falta un proceso de puesta en valor, de educación con respecto a que esos aspectos, tanto lo material como lo inmaterial son potenciales activos económicos. La gente va a recibir su plata en este momento, tanto como por su casa o por sus terrenos, pero el problema es que la demanda va más rápido que el trabajo que se está haciendo con respecto a la valorización de los recursos tradicionales como activos'.

El financiamiento de la película, cuyo presupuesto total es de un millón de dólares (470 millones de pesos), se ha obtenido gracias a apoyos de fondos del Estado, además de afianzar alianzas con productoras locales para la gestión de recursos regionales, según informa el cineasta.

Además, recientemente se adjudicó el Fondo Regional de Fomento Audiovisual 2014, donde se le otorgó la no despreciable suma de casi $126 millones, 'lo que será un importante apoyo', precisa.

'La película se puede hacer porque he tenido toda una vida de cineasta y he ido comprando cámaras, luces y edición, lo que me permite hacer una película; de otra forma necesitaría mucho, mucho dinero', acota Caiozzi.

El largometraje, que verá la luz el próximo año, narrará la historia de un escritor de artículos de farándula capitalina que vuelve a su pueblo natal patagónico, luego de 34 años de haber huido.

Dentro del equipo de actores se contempla la participación de Julio Jung, quien encarnará al protagonista, acompañado por Sergio Hernández, Magdalena Müller, Diego Ruiz, Arnaldo Berríos, Anita Reeves, Pedro Vicuña, Pablo Schwarz y José Miguel Salcedo.

Según su director, el filme cuenta con 'uno de los mejores guiones que he tenido en mis manos'. J