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Esposa del año dejó solo y en la ruina a su esposo enfermo

Fotos de juan jordán c.

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Hasta hace dos años, el porteño Pedro García, de 42, llevaba una vida bastante normal. Trabajaba en la Tesorería Regional, había contraído matrimonio hacía tres años y era un amante del deporte y de la pesca.

Sin embargo, el 2012 su vida su un giro en 180 grados, cuando le fue diagnosticada una terrible enfermedad. Poco antes, en diciembre de 2011, apareció un extraño hormigueo en su mano izquierda. La sensación se volvió cada vez más intensa y, tras una serie de exámenes, se le diagnosticó, en marzo de 2012, una esclerosis lateral amiotrófica, la misma enfermedad que padece el famoso científico Stephen Hawking y que consiste en una parálisis muscular progresiva. Luego de sus extremidades superiores, vinieron sus piernas y hacia fines de 2012 ya no pudo caminar más.

A diferencia de lo que podría esperarse, cuando comenzó la parte más complicada de su enfermedad, su esposa poco y nada lo acompañó en este proceso.

La familia de Pedro asistía a las terapias kinésicas para aprender los ejercicios que serían necesarios cuando la enfermedad fuera empeorando, pero, según relatan hoy, su esposa se limitaba a transportarlo al centro y luego se iba a hacer compras.

Era la punta del iceberg de una tragedia inesperada para este hombre, que hoy vive encerrado en un cuerpo inmóvil, aunque su mente funciona a la perfección. A la dramática enfermedad que debe enfrentar, se agregaría el hecho de que su esposa pasó de la indiferencia a los maltratos para llegar, finalmente, como denuncian Pedro y su familia, a la apropiación de más de 17 millones de pesos, reunidos precisamente para ayudarlo en su enfermedad...

Hasta antes de la enfermedad, la familia veía que el matrimonio era normal, con altos y bajos como toda pareja, pero nunca se imaginaron que en realidad Pedro García estaba durmiendo con el enemigo.

Jacqueline García, la hermana del afectado -y quien hoy se desvive por ayudarlo, alimentarlo y mantenerlo lo mejor posible-, comenzó a sospechar que algo raro pasaba cuando la enfermedad avanzó.

Notó un cambio de actitud en su cuñada, Rossana: no le hacía el aseo, se mostraba lejana y la familia tenía que ir a a diario a atenderlo en sus necesidades.

'Venía la prima a bañarlo el viernes y el día lunes estaba con la misma ropa; su excusa era que no podía sola, pero nosotros sí podíamos hacerlo solas', relata Jacqueline.

A esas alturas, la hermana sospechaba francamente de un maltrato, así es que dejó un celular grabando en el dormitorio que Pedro tenía en el departamento donde vivía con su mujer. Fueron 7 horas y 58 minutos de grabaciones, tiempo necesario para que la familia abriera los ojos y se enterara de lo que realmente pasaba entre las cuatro paredes.

'Me percaté de que pasaban muchas horas solo en la cama y ella no entraba a verlo, él la llamaba y nada. De repente se escuchaba su voz que le decía a gritos '¡qué te pasa, no veís que estoy descansando!'... Él le pedía cosas y ella respondía de mala forma, con garabatos y de repente empezó a tratarlo de estúpido, de chancho, y muchas cosas más. Nosotros llorábamos. Se escuchan ruidos donde da la impresión que le pegaba cachetadas', señala Jacqueline García.

Por temor a que la situación empeorara, callaron hasta que lograron sacar a Pedro de la vivienda y se lo llevaron a la casa paterna, en el cerro La Cruz, donde permanece en una pieza especialmente acondicionada para él.

'Ellos tenían todo en común. Las platas, todos sus ahorros, el sueldo y los viáticos estaban en una cuenta que estaba a nombre de ella. Después, cuando vino lo de la enfermedad, se hicieron campañas a beneficio con los compañeros de la Tesorería, lo que le daban amigos y siempre en esa cuenta', explica Jacqueline García.

Así se lograron reunir más de 17 millones de pesos para su enfermedad, dinero que Pedro jamás volvió a ver. Tampoco el vehículo que compraron para llevar la silla de ruedas.

Luego de que Pedro salió del departamento que compartía con Rossana, sólo volvió a saber de ella en cuatro oportunidades. Las cuentas médicas se mantienen sin pagar y ahora él sobrevive con una pensión de 280 mil pesos, que no alcanza para cubrir sus gastos.

'En remedios gasta 250 mil pesos, la kinesióloga vale 140 mil pesos y debería tener fonoaudíóloga que no la tiene', señala Jacqueline García.

Con mucho esfuerzo la familia construyó un montacargas en la casa para poder salir con él y no tener que levantarlo en sillas y pasarlo entre los muros, tal como cuando llegó por primera vez a la casa de sus padres, donde vive hace seis meses. J