Aduras penas, Ana María Arancibia llega con su hijo Mario, de 14 años, hasta la redacción del diario La Estrella de Valparaíso. Ana María empuja la silla de ruedas en que día a día debe desplazarse Marito, como lo conocen sus amigos.
El pequeño adolescente no habla, pero con la mirada y sus gestos hace entender al resto que él lo comprende todo. Marito sufre de una serie de enfermedades que hoy en día lo mantienen dando una fuerte lucha por su vida.
Él fue prematuro y cuando nació de seis meses sólo pesó 1 kilo 300 gramos. A la semana de haber nacido el pequeño pesó 550 gramos y en el hospital le dijeron a Ana María que no se hiciera ilusiones, que su hijo no viviría.
Sin embargo, Mario y su madre le demostraron a la vida que no todo estaba escrito y que con el paso de los años él podría sobrevivir. Eso sí, en el cuerpo del joven quedaron las marcas de un nacimiento prematuro, traducidas en una microcefalia, diparesia espástica, epilepsia y un déficit intelectual.
Ana María llegó a La Estrella con la intención de encontrar una mano que la ayude, luego de que, pocos días antes de la Navidad del 2012, inspectores de la municipalidad le clausuraran el negocio que había abierto dos años antes en su casa, con el fin de generar algo de dinero para los costosos tratamientos de su hijo.
¿El problema? Ana María no cuenta con los títulos de dominio de su terreno, lo que la inhabilita para sacar una patente comerciale sy ejercer esta actividad.
'Yo reconozco que me apresuré y por la necesidad de generar recursos para mi hijo, me instalé con el negocio. Sé que me equivoqué, pero desde ese entonces estoy tratando de regularizar mi situación, pero de verdad es que se me han cerrado todas las puertas', señala Ana María, quien vive en la población Tiro al Blanco del cero La Cruz.
La casa de Ana María y Mario es una de las tres viviendas que no se quemaron por completo tras el megaincendio que afectó a Valparaíso, por lo mismo es que esta esforzada madre no lo pensó dos veces cuando debió recibir a tres familias como albergadas.
'Debíamos recibirlas, no lo pensamos dos veces porque estamos acá para ayudar', señala Ana María.
La mujer dice que la situación que actualmente vive es injusta, ya que se le ha negado la posibilidad de trabajar y a la vez estar cerca de su hijo. 'Yo lo único que he solicitado a la municipalidad, desde diciembre de 2012 hasta ahora, es que me otorguen una patente provisoria para trabajar, ya que el título de dominio está listo para el próximo año. Yo no le he pedido nada regalado a nadie, ya que la patente la voy a pagar, pero por favor dénme una oportunidad para trabajar por mi hijo. Todo lo que hago es para él y nada más que para él, pero parece que algunas personas no tienen corazón y no saben cómo es vivir con un niño discapacitado', agrega Ana María.
La mujer dice que quiere hacer las cosas de forma correcta, no andar a escondidas de las autoridades, 'pero así es muy difícil porque ninguna autoridad se da el tiempo para ver mi caso. Incluso tengo todos los papeles que exige el servicio de salud al día y aún así no puedo obtener mi patente'.