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El drama del porteño baleado en el '18'

Fotos cedidas

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Era el 17 de septiembre de 2013 y Mauricio Vega Castillo, de 23 años, salió desde su casa en Placilla para visitar a un amigo en la misma localidad. La idea era hacer la previa de los festejos de Fiestas Patrias. El joven ignoraba que esa reunión cambiaría su vida para siempre.

Esa noche, ya en la madrugada del 18, mientras Mauricio departía animadamente al calor de unos tragos, otros dos asistentes al evento tuvieron una disputa a golpes. El que se sintió perjudicado en su honor se retiró y fue a su casa a avisarle a familiares, los que regresaron a la velada a cobrar venganza. Uno iba armado con una pistola; sobrepasó con su mano el muro perimetral y apuntó hacia adentro, donde estaba el grupo. Hizo fuego pero la bala no dio en el blanco con su enemigo, sino en un inocente que nada tenía que ver en la disputa. Era Mauricio, que cayó al suelo tras recibir el tiro en el cuello. Después ingresaba con riesgo vital al hospital Van Buren.

Ana Castillo Lastarria es la madre de Mauricio: el hijo del medio, porque el mayor tiene más de 30 años y el menor 11. Recuerda que cuando 'Mauri' esbozaba el mes de vida ella llegó a Placilla procedente de La Serena. La infancia no fue sencilla para los niños por violencia intrafamiliar y separación marital de por medio. Mauricio adquirió un carácter rebelde, al punto que dejó de estudiar en octavo básico. Con el tiempo asumió responsabilidades, y de adulto se integró a un proyecto laboral junto a su madre y padrastro. Con aportes propios, y recursos del Programa Puente y luego del Chile Solidario, la familia consiguió una camioneta para una vulcanización móvil. En el vehículo dotado de herramientas, recorrían las empresas de transporte de carga de Placilla arreglando los neumáticos pinchados de los camiones. Mientras Mauricio los desmontaba, Ana los desinflaba y su pareja retiraba las ruedas. Se hicieron conocidos en el rubro y lograron un buen pasar.

Pero todo cambió la madrugada del pasado 18 de septiembre. Ana dormía tras una comida familiar, cuando le avisaron que Mauricio fue baleado, y lo abandonaron en el consultorio. Ella sólo pudo verlo en la sala de reanimación de la posta adulto del Van Buren. 'Los médicos me hicieron pasar para que me despidiera, porque no había nada más que hacer. Me pidieron que donara sus órganos y me negué ¡porque estaba vivo! Empecé a hablarle y pedirle que despertara, que no muriera. Cuando Mauricio se tomaba un trago, me decía: 'mamita, el día que te mueras yo me muero contigo'…y le empecé a decir lo mismo. Abrió los ojos, reaccionó y lo pasaron a la UCI. Fue terrible, un dolor en mi corazón que no se lo doy a nadie', comenta Ana.

Con las horas una enfermera la tranquilizó, porque lo habían estabilizado, pero igual los especialistas le advirtieron que era inminente una falla multiorgánica y un desenlace fatal. Ello no ocurrió, pero la bala en su trayectoria provocó daños irreparables. El diagnóstico fue lapidario: trauma raquimedular cervical y una tetraplejia espástica severa y daño neurológico. En pocas palabras, Mauricio de los hombros hacia abajo quedaría inmovilizado por el resto de sus días. Le hicieron una traqueotomía para que respirara y estuvo 24 días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde a pestañazos se comunicaba con sus seres queridos. Luego pasó a la Unidad de Cuidados Intermedios (UCIM), donde hoy lleva casi nueve meses. Hace un mes apenas le extrajeron el proyectil desde la base de su cuello. Tras ingresar a la UCIM, de a poco el joven comenzó a articular palabras y por un médico Mauricio se enteró de su nueva condición. 'Reaccionó enojado porque le dijeron que no se iba a mover nunca más. Quería morirse...reclamaba porqué no lo dejaron que falleciera en vez de quedar sin movimiento', relata su madre, que desde esa fecha y dos veces al día lo atiende en el hospital. Mauricio llegó a pesar 50 kilos al ingerir alimentos por sonda y papilla, pero ahora disfruta de la comida casera preparada por su progenitora. De noche se conecta a un respirador artificial y tres veces a la semana le realizan edemas (lavados intestinales) para eliminar sus desechos orgánicos. 'Ha sido terrible para mí, estoy con sicólogo porque todavía no acepto lo sucedido con mi hijo; pienso que es una pesadilla, porque lo veo caminando en algún momento, pero los médicos me aterrizan y me hacen ver la realidad que va a depender mí toda la vida', explica la mujer.

Tras el baleo a Mauricio el año pasado, la Brigada de Homicidios detuvo en forma flagrante a un sujeto apodado 'El Tatín', quien fue dejado en libertad por el tribunal al comprobarse que no fue el autor material. Tras meses de ardua investigación, los detectives consiguieron declaraciones de testigos y otras evidencias que involucraron a otros dos imputados, cercanos a 'El Tatín'. En este caso un padre y su hija, identificados como R.R.A., de 52 años, y D.R. P., de 29. El primero, apodado 'Loco Rafa', sindicado como el autor material del disparo -calibre 3.57, de un arma que no ha sido recuperada- y su retoña de facilitar los medios para la huida tras el ataque. Días atrás fueron detenidos por la BH y formalizados por la Fiscalía por homicidio frustrado. El padre quedó en prisión preventiva, mientras que la hija, en avanzado estado de gravidez, permanecerá con arresto domiciliario durante los 90 días de plazo de investigación del Ministerio Público. 'Ahora estoy con más tranquilidad en mi corazón, estaba molesta con la Fiscalía porque había mucha demora, además ellos (imputados) pasaban por nuestro lado y se reían, sabiendo el daño que le hicieron a mi hijo. Mauricio dice que es muy injusto lo que le hicieron, porque conocía a estas personas, a uno incluso les compramos zapatillas. Pide justicia, que le den la pena máxima por el daño que le hicieron, porque le truncaron sus sueños...lo dejaron muerto en vida. No alcanzó ni siquiera a tener familia', se lamenta Ana Castillo. Aparte de la sanción penal, la familia buscará con una demanda una indemnización económica por los daños y perjuicios, considerando lo que se viene en materia de gastos. Como Mauricio sólo mueve el cuello necesita de cuidados especiales. Por ejemplo una máquina de apnea, que cuesta cinco millones de pesos, la que sería donada por el Van Buren en caso que el paciente sea dado de alta y derivado a su domicilio. Pero también necesita una bomba de aspiración, un resucitador manual y otros insumos para tenerlo en casa. El costo no lo pueden asumir por ahora, y por ello Ana Castillo se contactó con la junta de vecinos de Placilla para organizar un evento artístico a beneficio.

Pero sin duda lo que le quita el sueño a la familia es la posibilidad latente de que el joven, gracias a la intervención de la Fundación Teletón, que ya le hizo una ficha de paciente, lo ingrese a la Clínica Bicentenario en Santiago para su rehabilitación. Por mientras Ana se entrena para saber cambiarlo de posición y evitar así las escaras, además de manejar los cateter, la aplicación de los edemas y la expulsión de las secreciones, entre otras materias básicas de enfermería. 'Veo el futuro positivo para él, creo en Dios y estoy agradecida porque le pedí que me lo dejara vivo, no importa cómo. Amo a mi hijo y si no se recupera me tiene a mí y estaré con él. Yo lloraba todos los días en la casa, y ahora que lo veo, que está resignado y con la fuerza que tiene, está pidiendo a gritos rehabilitación. No quiero verlo estancado en la casa', sostiene. Pese a la inmovilidad de Mauricio, ya reveló su intención de estudiar administración de empresas y manejar desde la casa el negocio familiar. En una de esas por qué no, si dicen que los milagros existen. J