La historia del Lucho, el choro famoso del Puerto
Fotos:manuel lema o.
Al Lucho le falta la pierna derecha. Se la cortó un tren a los diez años en Yumbel, cuando con otros cabros pelusas como él se subía a sacar el carbón que transportaban los carros. El Lucho llegó a los 12 años a Valparaíso; a los veinte se casó y tuvo una hija. Hoy lleva más de cuarenta años viviendo en el barrio Puerto. Alguna vez tuvo casa, pero hoy vive en la calle. Dice que se va a morir ahí, en su ley, y a pesar de todo, asegura que cada noche le da gracias a Dios por estar sano, con vida. 'Nunca me he enfermado, no tengo ningún tajo', dice mirando hacia su estómago.
El Lucho dice que come todos los días. A veces una vez, pero casi siempre dos. Le gustan las sopas Maruchan, las compra en el supermercado, aunque no tiene idea cómo se llaman porque nunca aprendió a leer. Su hija hacía eso por él. Por eso la echa de menos. Dice que todos los días piensa en ella y que le duele el pecho al recordarla. Una vez al mes, cuando le pagan su pensión de invalidez, va al Cementerio N°3 de Playa Ancha y le pone flores plásticas a su tumba. Falleció hace cuatro años, a los 28, de cirrosis. Además padecía esquizofrenia, igual que su madre.
Al Lucho le gusta el rock. Tiene muchos amigos músicos, de esos que hicieron del barrio su casa o sala de ensayo. Les cuida el auto, conversan, comparten un cigarro, una 'choquita'. Fue así como conoció a los integrantes de la banda Molo (Pepe Benavides, batería y voz; Mauricio Sanguinetti, bajo y voz, y Pedro Pavez, guitarra y voz), quienes arriendan una sala de ensayo en calle Cochrane. Se hicieron amigos, se contaron sus historias y la del Lucho calzó justo con la canción: '1, 2, 3 por mí', single del segundo disco de Molo, 'Vida y época en ninguna parte'.
'Cuando hicimos este disco nunca pensamos en la promoción, no teníamos en mente sacar un video, nos concentramos más en la música. Todo fue casual. Además el tema dura más de cinco minutos y es más bien lento, se escapa de lo que nosotros hacemos usualmente', cuenta Pedro Pavez, vocalista de Molo.
Pero decidieron hacerlo. Y un día, él y Joel Cisternas tuvieron la idea de pedirle al Lucho que lo protagonizara y lo siguieron con la cámara. El resultado fue un éxito. A una semana de su estreno el video supera las dos mil visualizaciones. 'Lo hicimos acá en el barrio porque estas son las calles por las que transitamos, acá está la gente con la que nos relacionamos. Resultó súper bien, ha tenido más de dos mil visitas y eso que somos una banda que no conoce nadie', comentó Pavez.
La idea era mostrar un día en la vida del Lucho. 'Armar un relato con eso y de ahí inventamos lo de la cámara aérea que en el fondo está mirando lo que ocurre en el barrio. Pero lo más importante era mostrar cómo se mueve en la calle, aunque le falta la pierna y todo', cuenta Pavez.
El Lucho tiene una relación especial con el mar. Por eso llevó a los Molo a la playa para que grabaran parte del video. 'Cuando nos casamos a veces dormíamos en la playa, abrazados en medio de las rocas', recuerda de la época en que recién se casó con su mujer y no tenían donde vivir.
Con los años se convirtió en pescador. 'Fui albacorero, salíamos en unas lanchas grandes', rememora. También le gustaba bucear. 'Después íbamos con mi señora a la playa, yo me metía así no más, a cuero pelao al agua, y sacaba mariscos, erizos y unas tremendas perchas de piure. Ella llevaba cebollita picada y limón y nos comíamos todo ahí mismo'.
Esos son los momentos felices que tiene junto a su mujer. Pero el Lucho reconoce que no fue un buen marido. 'Era muy loco, fui malo con ella. Es que éramos muy jóvenes y ella tenía esquizofrenia. No sabía como tratarla. Cuando tuvo a nuestra hija en el hospital Deformes yo me la tuve que traer porque mi señora quedó hospitalizada. Fui su madre y su padre'. La niña pasó por varios hogares del Sename y se volvió alcohólica.
Una vez el Lucho cayó preso por tráfico y estando preso falleció su mujer. 'No me dejaron salir a su funeral', afirma con un dejo de amargura. Estuvo cinco años interno. Es que antes, cuando más joven, no era de los trigos muy limpios este hombre. 'Yo me inicié primero en Santiago, era carterista. Allá me metieron a la cárcel de menores, me arranqué y me vine a Valparaíso donde me dediqué a lo mismo'.
Pero el Lucho tenía problemas con las drogas. Se metía todo para dentro, 'menos polvo', advierte. Neoprén y muchas pastillas, total, antes las vendían en cualquier farmacia y sin receta. Entonces no fue difícil ponerse a traficar. Y en el barrio Puerto, cuna de la bohemia y hogar de almas perdidas, el negocio era bueno. Pero asegura que hoy está tranquilo, aunque reconoce que de vez en cuando le gusta fumarse un pitito. 'Pero todo controlado'.
El Lucho también se dedicó a lustrar zapatos. 'Me iba súper bien antes. Cuando exisistía la famosa 'cuadra', que estaba llena de prostíbulos y boites, llegaban muchos marinos gringos. Pero todo eso se perdió en 1973'.
Más tarde se instaló en la plaza Echaurren a sacarle brillo a zapatos ajenos. 'Y ahí llegaba mi hija, bien curada. Se tiraba a mi lado y yo le preguntaba si había comido'.
Este choro del Puerto tuvo tres nietos, pero no los conoce. 'Se los quitaron a mi hija y los dieron en adopción. Yo no quiero conocerlos, sería muy doloroso y también complicado para ellos. Para qué', confiesa.
Testigo de los 'años dorados' del Puerto dice que el barrio hoy pasa por su peor momento. 'Mire cómo está -señala mirando hacia el abandonado edificio del mercado- eso está botado. Ya no hay casi restoranes ni bares, todo se fue de acá. Anda muy poca gente'.
Mientras conversa sentado en una jardinera ubicada en calle Bustamante, a la entrada de las cecinas Sethmacher, varios saludan con cariño al Lucho. Algunos hasta le pasan monedas. Canchero él dice 'no conocen el Puerto si no me conocen a mí'.
Los Molo acaban de presentar su último disco 'Vida y época en ninguna parte', álbum que los dejó llenos de orgullo. Por primera vez -según relata Pavez- hicieron una obra de verdad, con principio, fin e intención. Algo redondo.
Y en esta nueva creación incluyeron elementos del folclor nacional, especialmente en '1, 2, 3 por mí'. 'Queríamos hacer una canción lamentosa, como en el tono de Violeta Parra, por eso le pusimos 'ay de mí' en una parte. Nos parecía interesante acercarnos a referentes del folclor pero que fueran de la lírica'.
Sobre el nuevo álbum Pavez destaca: 'Este disco lo hicimos súper formal a pesar de que las canciones son personales. Tiene un tono melancólico, pero las canciones las trabajamos en forma independiente. Quisimos acercarnos a elementos de la música chilena sin ser evidentes, por ejemplo tenemos caleta de temas que son en tres cuartos, que es el ritmo de Chile y lo metimos en nuestra amalgama rockera'.
Si bien son una de las bandas que más toca en la actualidad en Valparaíso, los Molo no han crecido mucho en público. 'Nos va mucho mejor en Santiago. La última vez en la Batuta estuvo lleno y lo bueno fue que llevamos discos y los vendimos todos'.
Los discos son un tema importante para este trío. Como son a la antigua, les gusta tener uno físico, con un arte bonito, que se pueda tocar con las manos, oler. Y como tienen más de treinta años y ya nos les vienen con cuentos, son de los que no transan ni en su estilo ni en su forma de enfrentar la música. 'Varios productores se nos acercaron pero nos proponían cosas que nosotros no queremos cambiar, no vamos a hacer un estudio de mercado antes de escribir nuestras canciones'.
Otro que no transa es el Lucho. A sus 58 años asegura que se quedará para siempre en la calle. Por ahora en la pieza que le construyeron en un sitio eriazo de calle Cochrane, donde pasa los días y las noches con su perra Paloma.
-No, estoy bien en la calle. Estoy acostumbrado aquí. Tengo mi pieza, mi perra Paloma. Lo único que me gustaría hacer antes de morir es poder pasar a mi hija a un nicho porque ahora está en tierra. Quiero pedir otro préstamo para hacerlo.
-La caja de compensación Los Héroes me da y me lo descuentan de la pensión. Si ya pedí $380 mil la otra vez y todavía los estoy pagando. Si hay pillos en todas partes, todos se las arreglan para engañar.J
