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'El fuego no me dejó entrar, no pude hacer nada...'

Álvaro Camacho B.

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Apenas comienza a hablar, María Angélica García rompe en llanto. A pesar de que ha intentado hacerse la fuerte tras perder a una de sus nietas más pequeñas y acoger en su casa a su hija, el esposo de ella y sus cuatro nietos, la mujer no entiende por qué el Servicio Médico Legal tardó tanto en entregarles los restos de su niñita. Recién ayer les comunicaron que por fin hoy podrán comenzar los trámites de sepultación e iniciar con ello el duro trance de convivir con la pena de su ausencia.

Han transcurrido once días desde que la modesta vivienda donde habitaba la pequeña Francesca, junto a sus padres y sus cuatro hermanos, fue consumida por el fuego.

La falta de agua en la Villa Esperanza II, una de las tomas más nuevas de la comuna de Viña del Mar, ubicada a un costado de la ruta 66, es señalada como la causa que impidió a su familia sofocar las llamas para rescatar a la menor de tan sólo 3 años. Esta misma carena motivó a los vecinos de este sector a cortar la carretera en demanda por un suministro de agua más permanente, el viernes recién pasado.

Pedro Bahamondes, de 33 años, y María José Sánchez, de 20, padres de la pequeña Francesca, no logran tener consuelo y tampoco dejan de culparse por no haber podido hacer más, a pesar de que el fuego bien pudo haberlos alcanzado a todos.

Según recuerda Pedro, ese día tuvo la oportunidad de efectuar un 'flete' y como ese trabajo extra le significaría unas lucas que nunca están de más, decidió hacerlo y fue acompañado por el mayor de sus hijos, de 14 años.

'Yo siempre salgo con todos, voy con mi señora y con los cinco niños en el camión, siempre andamos todos, tanto así que hasta me han multado por hacerlo', detalla Pedro, quien se dedica al reparto de cilindros de gas. Explica que ese día su esposa y sus niños más pequeños, entre ellos uno de tan sólo días de nacido, se quedaron en la casa pues ya era tarde.

Cuando regresó, su casa estaba en llamas. Desesperado pensando que su familia aún estaba adentro, intentó entrar.

A viva voz llamaba a su esposa, cuando 'la Jose', como cariñosamente la llama, le respondió que estaba con los niños pero que no había podido encontrar a su hija, la única niñita de la familia.

'El fuego no me dejó entrar, como pude rajé una lata, saqué los cubrecamas… gritaba por mi hija, pero no pude hacer nada. Recién entonces llegaron los vecinos, no fue como decían que el vecino ayudó o que sacó a los niños o que formaron hileras para llevar el agua... Mi señora sin ayuda de nadie sacó a los niños como pudo, pero a la niña no la pudo encontrar', dice Pedro conteniendo las lágrimas y lamentándose por no haber tenido agua en los tarros que siempre mantenía a las afueras de su vivienda.

Su mujer casi no puede hablar. Con su bebé de tan sólo 23 días en brazos, las lágrimas no dejan de correr por sus mejillas. No puede convencerse de haber perdido a su princesita.

'Yo estaba en la cama con la guagua y con los dos niños… y a la niña no la encontré', dice desconsolada, pues su dolor le impide ver que, a pesar de encontrarse convaleciente para el siniestro, salvó sin la ayuda de nadie al hijo de su esposo de 7 años, y a sus hijitos de 2 años y 12 días de vida.

María Angélica, la abuela de Francesca, ha llamado con insistencia al Servicio Médico Legal, la misma institución que solicitó exámenes de ADN a los padres de la niña.

'Uno no entiende estos procesos, pero tampoco estas instituciones se ponen en los zapatos de las personas. Cuando he llamado me han dicho que todavía no pueden entregarnos a la niña y yo me pregunto cuánto tiempo más, pero no nos dan una fecha clara y el martirio se agudiza', reclama la mujer.

María Angélica tampoco puede con la pena y rememora que ese jueves 12 su nietecita quería quedarse con ella.

'Le dije que no podía quedarse porque yo tenía que ir al supermercado… Cuando regresé la niña ya no estaba', recuerda rompiendo en llanto.

El único consuelo que guarda esta familia es la sensación de que la pequeña Francesca ya está descansando, 'convertida en un ángel', tal cual lo manifestó Tomás, un compañerito de la niña en el jardín, quien sin saber de la tragedia, le comentó a sus padres que 'la Francesca era un ángel y que se había ido al cielo con su oso grande'.

La familia de Francesca necesita cerrar este proceso doloroso con el rito de la sepultación. Saben que el proceso del duelo será duro, pero necesitan despedir a su 'angelito'.

'Necesito verla, envolverla y meterla en el cajón, para saber que la hija va ahí', comenta Pedro.

Recién ayer en la tarde el Servicio Médico Legal les confirmó que hoy entregarían el cuerpo.

En el terreno donde se encontraba la vivienda, no quedan más que restos de palos carbonizados. En el mismo lugar su familia decidió erigir una cruz con una foto de Francesca. J