Critica los subterráneos de Viña
Dejé con tristeza mi ciudad natal luego de asomarme desde una ventana del tercer piso, en la tienda Ripley, y constatar que el 'genial' estacionamiento subterráneo ideado por la ilustre municipalidad de Viña del Mar no es otra cosa que una enorme piscina de lodo rodeada de un laberinto de horribles paneles que, a más de año y medio de iniciada la polémica estructura, tiene a los viñamarinos dando estresantes rodeos, ya sea a pie o en vehículo, para acceder al lugar de destino, y a los comerciantes del sector, con menos clientela de la que tenían antes de quedar sitiados. Nunca fuimos consultados respecto de una obra de índole ostensiblemente invasiva. Nunca hubo un foro o una consulta ciudadana en la que se hubiera expuesto honestamente las fechas reales de la construcción ni los costos sociales de la misma. Todo se hizo a nuestras espaldas, entre gallos y medianoche, y ni los mismos capataces de la obra pueden responder cuándo va a terminar este desastre. Invito a mis conciudadanos a buscar una rendija por la cual atisbar en qué pie se halla el famoso estacionamiento: cero. No hay nada que se pueda considerar como un proyecto próximo a ser entregado y a punto de empezar la marcha blanca. Se han gastado millones de pesos en ese elefante blanco y, por otro lado, Bomberos de Viña no cuenta con los equipos que necesita para salvar vidas y el centro de la ciudad parece que fue bombardeado, a juzgar por el estado de las baldosas y cementos, donde decenas de personas se han accidentado.
Amanda Espinoza Moreno.