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La mujer que combatió el cáncer con gorgojos

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Le habían contado a Mabel que la carpa se caía a pedazos, que Mauritha, Andrea, Tatiana Miller, Deyanira, la Loca de la Cartera y otras chicas más del circo 'Noche de Estrellas', la estaban pasando bastante mal. Se les había volado uno de los techos que las protegían de este frío traicionero del norte, y por ende, la llovizna que cayó hace unas semanas en Antofagasta las había mojado por completo.

Mabel Polanco de cuarenta y siempre, una de las ocho ex candidatas al cetro de Reina Guachaca de Antofagasta, no lo pensó dos veces y de inmediato publicó en su página de Facebook 'Regalar y Regalar', que había un grupo de jóvenes que necesitaban ayuda urgente. Ropa de abrigo, comida caliente y frazadas, en fin, lo que fuese necesario para entregarles un poco de calor. 'Si decía que eran travestis quizás la gente se hubiese espantado, tú cachai como es esta sociedad; a veces te juzga y es prejuiciosa', me dijo un poco decepcionada, justo unos días antes de partir a realizar lo que más le apasiona: recorrer toda la ciudad en busca de personas a quien ayudar.

Quedamos de juntarnos un domingo en la tarde frente a la Feria Juan Pablo II, ubicada en el sector alto norte de la ciudad, por calle Huamachuco específicamente. Unas horas antes me puse a hurguetear entre los clósets de mi casa para ver si encontraba una frazada o una que otra chaqueta que les pudiese servir. Me demoré bastante, me preguntaba a cada rato '¿les llevo ropa de hombre o de mujer?'.

Aquel día encontré a Mabel esperándome junto a su esposo Carlos, quien es su gran aliado porque la acompaña a todas partes. A cada locura y por supuesto, a cada punto de Antofagasta donde tenga que brindar una mano, sin importar si es muy peligroso o muy lejos. 'Hasta me han asaltado por hacer lo que hago', confiesa. Sin embargo, ella está feliz porque lo que hace le llena el espíritu, la hace vibrar. Su profesión, Técnico Paramédico, es un plus que le ha servido para estar pendiente del resto.

Pasan los minutos y comienza a ponerse nerviosa. Estamos atrasadas para el encuentro con los travestis. Silvia, una señora de la población que le hizo el contacto con las chiquillas del circo, aún no aparece.

Mabel mueve sus llaves, saca su celular, se arregla sus risos californianos una y otra vez hasta que recibe una llamada, Silvia está en la misma carpa, así que partimos en un dos por tres allá. Tomamos las bolsas y Mabel como una Mujer Maravilla, carga varias de ellas, no le importa dice, está acostumbrada.

Es en ese momento, en aquel trayecto hacia el circo, en el que Mabel aprovecha de contarme porqué hace lo que hace. Porqué un domingo cuando podría estar junto a sus cuatro hijos regaloneando en su casa; lleva un montón de bolsas repletas de ropa y frazadas para ir en ayuda de quienes más lo necesitan.

Cuenta que un cáncer de mama y una Leucemia Linfoblástica Aguda - que afecta su sangre- cambiaron su vida. El primero se lo detectaron recién el año pasado y el otro lo tenía desde mucho antes. Con los dos juntos su diagnóstico no era el mejor. 'Empecé con molestias en el pecho derecho. Fui al médico, me hizo los exámenes respectivos y ahí me confirmaron. Me vine abajo, me dio una depresión muy grande y la verdad es que no podía asumir lo que me pasaba, quería llegar hasta donde me llegara la vida nomás'.

Decidió no tratar su enfermedad, no quería pasar por exámenes ni consumir medicamentos que la debilitaran. Su vida era demasiado activa para estar encerrada en su casa o en la consulta de un doctor. Había participado de voluntariados en Teletón y manejaba desde hacía dos años su página de Facebook que promovía la cooperación entre antofagastinos. Se movía para todos lados y la verdad no podía quedarse estancada, por lo que decidió continuar con su rutina.

Sin embargo, y pese a las ganas de hacer como que nada pasaba, una de sus hijas no pudo quedarse con la decisión que había tomado Mabel y la incentivó a luchar por su salud. 'Mi hija estaba por tener a su bebé y me necesitaba. Me amaba mucho, me ama mucho, y me dijo que estaba siendo injusta y que tenía que entrar en razón. En ese entonces pensaba que la muerte era mi paz y tranquilidad, pero su insistencia fue mayor y tuve que ir al hospital, más que nada lo hice por ella', comenta Mabel mientras caminamos lentamente hacia el circo.

Fue en ese momento, en la sala de espera del hospital, cuando -según ella- ocurrió un milagro. Conoció a una anciana de 81 años que le recomendó probar con un medicamento exótico: gorgojos, unos insectos que al consumirlos liberan un líquido llamado coleotoxina, la cual estimula al sistema inmunológico, sin actuar directamente en la enfermedad sino que incentiva la generación de linfocito 'T', el que tendría una actividad inmunomoduladora.

'Con la viejita sentí confianza y le creí. Escuché su testimonio y dije ¿por qué no? ¿qué tengo que perder? Conversamos harto rato y no sé por qué, pero sentía que la conocía desde hacía muchos años. Me dijo que podía salir adelante porque ella también había tenido un cáncer y que con los gorgojos se había curado', recuerda emocionada, le brillan los ojos cuando habla de su tratamiento; una receta mágica que para muchos son simples anabólicos.

Con la inquietud que le había planteado la anciana, Mabel ingresó de todas maneras a su cita con el doctor. La mandaron a hacer exámenes y le dieron algunos medicamentos. Paralelamente, ella comenzó a consumir los gorgojos, debía llegar a un total de 4900 en tan solo 140 días.

Siempre fue escrupulosa y desconfiada con esta idea, pero algo en su corazón, un instinto, la impulsaba a probar.Le pidió a su marido que se los comiera primero. 'Imagínate, ¡mi primera experiencia comiendo bichos vivos!'. Esperó que él se los tragara y luego continúo ella. 'Eran de un saborcito picante, pero pasables '.

Cuando volví a hacerme nuevamente el examen para saber cuánto había avanzado mi enfermedad, el doctor me dijo que tenía que ingresar urgente a quimioterapia. Yo quedé devastada, dije '¡pero cómo si estaba tan re bien!, tanta fe que le tenía a los bichitos'. Hasta que me doy cuenta que los exámenes que estaban ahí no eran los míos, eran de otra Mabel y yo ahí quedé ¡plop!, cómo se equivocan al darme un diagnóstico poh. Me puse mucho más nerviosa porque ahora sí venían los míos'.

Era la hora de la verdad. En febrero de este año, luego de realizar su tratamiento con los gorgojos, Mabel recibió las palabras decisivas de su doctor: 'No tienes absolutamente nada, estás sana, el cáncer se fue'. Dice que le cayeron las lágrimas por montones y que lloró durante un largo rato. Ahí, en ese momento agradecida de la vida, decidió con más fuerza que tenía que retribuir este regalo. Debía si o si seguir ayudando a los demás, pero ahora ya no como un simple pasatiempo sino que como una verdadera bandera de lucha.

Dice que a partir de ese momento comenzó una nueva etapa para ella. Una etapa de gratitud y de cambios emocionales. El quedar satisfecha por algo que hace diariamente, en el que invierte tiempo, dinero, sonrisas y buena disposición, es una experiencia impagable; una que no cambiaría por nada del mundo.

Con esa misma actitud llegamos hasta el circo 'Noche de Estrellas', donde nos encontramos con Silvia, quien nos presenta a Andrea y Mauritha. Están felices porque venimos con un montón de cosas para ellas; y rápidamente agarran las bolsas para saber qué les hemos traído. J