Secciones

Las historias tras los 11 meses de viaje de la Esmeralda

fotos de manuel lema o.

E-mail Compartir

Victoria Emilia está vestida de rosado. Tiene dos meses, pero es larga, parece de más. Está en los brazos de su mamá e ignora porqué hay tanto revuelo a su alrededor. Es casi mediodía en el Molo de Abrigo y está a punto de conocer a su papá, quien se viene bajando de un viaje de once meses arriba del Buque Escuela Esmeralda.

Cuando faltaba una semana para zarpar en el crucero número 58 -que partió en septiembre de 2013- Mauricio Vera, jefe de abastecimiento del buque, se enteró de que sería padre por tercera vez. Apenas tuvo tiempo de disfrutar la noticia junto a su familia y emprendió nuevamente viaje.

'Hice dos cruceros seguidos. Zarpamos el año pasado el 22 de septiembre. En abril tuvimos una pasada corta por Valparaíso y ahí zarpamos de nuevo. En ese momento sólo pude ver a mi mujer embarazada, entonces ahora es emocionante conocerla por fin', comenta Vera, con Leonor, su hija mayor colgada en su cuello.

Su mujer, Betzabé Quelopan, cuenta que a pesar de no tener a su marido al lado su embarazo fue tranquilo. 'Tenía a mis vecinas y amigas cerca. Fue bien llevado todo. Somos de acá, de Valparaíso, pero estamos viviendo en Talcahuano, entonces estaba sola allá'. Ahora la familia pasará unos días junta, para separarse nuevamente. 'En septiembre estaré en Talcahuano nuevamente', dice Mauricio Vera.

El viaje de la Esmeralda, que terminó ayer en Valparaíso, tuvo una duración de casi once meses. El comandante de la Esmeralda, capitán de navío, Juan Andrés De la Maza, entregó los detalles: 'Este es un crucero atípico en comparación a los que generalmente realiza la Esmeralda, ya que estamos finalizando un viaje de prácticamente 11 meses que se inició en septiembre del 2013, con la promoción de Guardiamarinas y Marineros que egresaron en diciembre del 2012. Luego, en febrero de este año, se enlazó con la Regata de Grandes Veleros que comenzó en Itajaí (Brasil), y finalmente en abril recalamos a Valparaíso e hicimos un cambio de un 70% de la dotación, embarcando a la nueva generación de Marineros y Guardiamarinas que se graduaron en diciembre del 2013'.

En ese nuevo grupo estuvo la marinero primero Nicole Cid, oriunda de San Rosendo. Al bajar abrazó largo y fuerte a cada uno de sus familiares y no pudo aguantar el llanto. Quienes vieron la escena entendieron que aquello era mucho más que una bienvenida. 'Primera vez que me alejo por tanto tiempo de mi familia. La verdad es que fue un lindo viaje, pero es duro, sobre todo si pierdes familiares cuando estás embarcada. Es difícil'.

Nicole se refiere a la muerte de su prima, de 23 años, que ocurrió hace tres semanas, cuando ella estaba en Guayaquil. 'Era como una hermana para mí. Tenía parálisis cerebral y problemas a sus pulmones, no estaba respirando bien', relata.

Esta joven reconoce que no fue fácil. 'Desde acá me mandaban mucha fuerza, siempre ánimo y apoyo. Cuando afloran dificultades a uno le dan ganas de bajarse, pero a pesar de todos los problemas que tenían, ellos (familiares) me daban mucho ánimo'.

Al ingreso del Molo de Abrigo estaba la pequeña Zamantha Moore, de un año y diez meses, vestida con un traje de marinera. Hasta un pito tenía y saludaba haciendo el ademán típico de los hombres de mar, llamando la atención de todos los presentes. Junto a su mamá, Caroline Keller, esperaba a su papá Jonathan, cabo primero, que estuvo cuatro meses viajando. 'Con la mano en el corazón te digo que este viaje se me hizo corto. Si es difícil estar sola, especialmente cuando Zamantha se enfermó, pero tuve un buen apoyo con mis amigas y familares'.

Cerca de ahí se reencontraba con su polola Mauricio Peña, marinero que cumplió con su viaje de instrucción. Según Denisse es difícil la relación a distancia, pero se las arreglaban. 'A veces funcionaba el Whatsapp, pero siempre tenemos acceso al correo electrónico', comentó él, quien llegó con todas las ganas de casarse. J