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La embarazada que padeció la enfermedad más extraña del mundo

Fotos: sebastian rojas rojo

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La tarde del 30 de junio fue para Isabel Irribarren, una antofagastina de 42 años, como cualquier otra. Por su avanzado embarazo tuvo que visitar al ginecólogo. Algo que hizo sin problemas. De hecho, la guagua que venía en camino estaba en perfectas condiciones.

Pero todo cambió la madrugada del 2 de julio. A la medianoche Isabel se despertó en su cama con un fuerte dolor en el tórax y su pierna izquierda morada.

'Siempre he sufrido de presión alta y me he cuidado. Mi ginecólogo estaba consciente de eso, pero lo que me pasó fue algo muy grave', relata hoy la mujer.

Su esposo, Carlos Araya, y la madre de Isabel, María Castillo, se despertaron a ver qué sucedía con ella. No lo pensaron dos veces y la llevaron a la Clínica Antofagasta.

Cuando llegaron al recinto médico, los doctores quedaron atónitos. 'Me llamaron como a las dos de la mañana y me dijeron que necesitaban urgente a un cirujano porque había una mujer embarazada con dolor torácico y problemas de circulación graves', cuenta Andrés Pumarino, cirujano cardiovascular que operó a Isabel.

Pumarino relata que, cuando llegó a la clínica, Isabel ya estaba con riesgo vital y la guagüita que venía en camino tenía algunos signos de sufrimiento, por lo que había que sacarla lo antes posible.

'Le hicimos un escáner multicorte y con eso nos dimos cuenta que tenía una fisura en la arteria aorta -la principal del cuerpo humano-, justo a la salida del corazón', explica el galeno.

La enfermedad de Isabel se conoce como disección aórtica y es muy extraña, más aún en las embarazadas.

Las cifras oficiales chilenas tienen registrado sólo un caso como éste, ocurrido en 2009 en Santiago, y 20 reportes a nivel mundial.

'La tasa de mortalidad de personas con disección aórtica aumenta un 1% cada hora', afirma Pumarino.

Apenas terminado el escáner y con los resultados en la mano, los médicos le dijeron a la familia de Isabel la enfermedad que tenía y los riesgos que corría la mujer.

'Esos momentos son muy complicados, hay que tener mucho cuidado en cómo decir las cosas, aunque no se puede ocultar nada. Así que le dije francamente al esposo que ella tenía una disección aórtica y no sabía si íbamos a poder salvar a la guagua y a ella, pero que haríamos lo imposible', recuerda el profesional.

Entraron a Isabel a pabellón junto a un equipo médico de nueve personas, entre ellos dos ginecólogos, quienes procedieron a realizarle una cesárea.

'Gracias a Dios Catalina nació sin problemas. A pesar de que nació a las 34 semanas, no necesitó estar en la incubadora', recuerda Isabel.

Catalina Araya Irribarren pesó 1,8 kilos, midió 43 centímetros y automáticamente se transformó en la regalona del hogar, ya que los otros tres hijos de Isabel son mayores.

Finalizada la cesárea, el equipo médico se redujo y quedaron Andrés Pumarino, como cirujano principal; Carlos Solar y Benigno Valda, como cirujanos ayudantes; Marcos González, anestesista; y Hortencia Vicentella, encargada de manejar la máquina más importante de la intervención.

'A los días después, cuando desperté en la UCI, el doctor Pumarino me contó que me congelaron para operarme', relata la mujer.

Aunque parezca extraño, a Isabel la pusieron en un estado de hipotermia profunda, lo cual consiste en bajar la temperatura del cuerpo de los 37° normales a sólo 12°.

'Esto se hace para proteger los órganos, especialmente el cerebro', dice Pumarino.

Cuando estaba 'congelada', los médicos procedieron literalmente a armar la máquina corazón-pulmón la cual, por siete horas aproximadamente, mantuvo viva a Isabel.

'Con esta máquina, los pulmones se 'apagan', el corazón se desinfla y se mantiene sin sangre y quieto. Luego, esta máquina le da sangre a todo el resto del cuerpo, menos al corazón, ya que allí operaremos', explica Andrés Pumarino.

Con la arteria aorta a simple vista -la cual mide entre dos y tres centímetros de diámetro-, los cirujanos identificaron el sitio de la fisura y procedieron a reemplazarlo por una prótesis.

'La aorta es la 'cañería' principal del cuerpo, la que nos da la vida. Por eso esta operación fue tan importante', precisa el doctor.

El cirujano cardiovascular explica que, una vez suturada la prótesis, procedieron a 'calentar' a la paciente a la temperatura normal y hacer funcionar el corazón: 'Ése es el momento más crítico y demora algunos minutos. Cuando vemos que está latiendo sin problemas, apagamos poco a poco la máquina corazón-pulmón', dice Pumarino.

Tras largas siete horas, la operación concluyó con éxito e Isabel fue llevada a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) para comenzar el postoperatorio.

'Fue un proceso complicado, pero gracias al equipo médico, la paciente salió en perfectas condiciones', dice Pumarino.

Isabel Irribarren estuvo cerca de 15 días en la Clínica Antofagasta. 'Cuando mi hija se enfermó yo pesaba como 58 kilos; luego de todo lo que vivimos, quedé pesando 45', cuenta María Castillo, mientras sostiene en brazos a su nueva nieta.

Isabel dice que estuvo con respiración artificial y recién conoció a su hija al décimo día de nacida.

'La Catalina ya estaba más grandecita cuando la vi por primera vez', relata.

Actualmente Isabel, junto a sus cuatro hijos, su esposo y su madre viven sin problemas en su hogar en el sector centro alto de Antofagasta y están pendientes de la nueva integrante.

Con respecto a la operación, el doctor Pumarino dice que 'los casos de embarazadas con disección aórticas son tan raros que dudo que vuelva a ver otro mientras viva. Afortunadamente todo salió bien y la familia permanece unida. Como equipo médico es lo que más nos alegra'. J