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Aprender a volar está al alcance de la mano

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Parece increíble, pero es cierto. Tomás González tiene 18 años recién cumplidos y no tiene licencia para conducir vehículos, y no porque no tenga acceso a un auto, sino porque simplemente no le interesa conducir, al menos en tierra firme. Alumno del Seminario San Rafael de Viña del Mar, este joven está en clases desde diciembre del 2013 para aprender a conducir aviones, lleva ya varios meses y está cumpliendo con las horas de vuelo para dar las pruebas correspondientes y necesarias en la Dirección General de Aeronáutica Civil.

Su apuesta, del todo destacable, la realiza al interior del Club Aéreo de Quillota, una institución que tras un quiebre -del que nadie quiere hablar- revive gracias a la gestión de Luis Rojas, un profesional respetado en el mundo de la aeronaútica civil y querido por la comunidad. En la pasada celebración del Día del Niño en Quillota, Rojas no sólo cumplió el sueño de un grupo de pequeños, sino que también de las dirigentas que organizaron la actividad, a quienes llevó a volar en el avión Cessna, uno de los cuatro, que existen en el Aeródromo de El Boco, al oriente de Quillota, donde también comparten espacio con el club de paracaidismo Nimbus Chile.

Tomás no tiene pasado aeronaútico. Cuenta que desde pequeño le llamó la atención volar y que cada vez que pudo -por viaje- subirse a un avión lo disfrutaba. Un día tomó la decisión, lo conversó con su familia y se lanzó a aprender a volar. Desde ese día ya han pasado nueve meses donde todos los fines de semana sagradamente viaja a Quillota para cumplir con sus horas de vuelo y encaminarse a la prueba final, la que le permitirá realizar vuelos civiles. Para ser un piloto comercial, tendrá que tomar un curso extra o ingresar a la Universidad Técnica Federico Santa María, donde se imparte la carrera.

'Esto no es fácil pues hay que estudiar mucho, además yo estoy en cuarto medio, tengo que cumplir con esta responsabilidad, preparar la PSU, y rendir en el colegio', cuenta González, quien además tiene que destinar tiempo para su polola. 'Mi familia me apoya, y todo lo que hoy he logrado también es el respaldo de ellos', agregó el joven.

Consultado sobre el por qué tomó el curso en Quillota y no en Viña del Mar, Tomás detalló que la camaradería es algo que marcó la diferencia, 'a pesar de la distancia acá el ambiente es genial y estoy feliz de tener esta oportunidad de que mis padres me pudieran costear este curso', complementó el joven, quien como primera medida avisa que un avión no se puede volar sin al menos 30 minutos de revisión.

Pregunta necesaria: ¿cómo fue la primera vez?. 'La verdad es que lo viví en mayo, fue emocionante, es algo que nunca se olvida', recordó el joven quien sube a YouTube los videos de sus vuelos, 'con la tecnología ahora la gente conoce más de lo que hacemos y acerca más a la gente a este mundo', puntualizó.

Luis Rojas cuenta detalles de la función del Club Aéreo y la forma de ser parte de este selecto grupo. 'Este club se ha desarrollado con la historia de la aviación civil', parte contando el hombre que lidera el club, destacando el espacio que tiene Quillota en el mundo aéreo nacional. 'El club de Chile se fundó el año 1946 y el de Quillota nació el año 1958', agrega el hombre, quien recuerda que el club funcionó en sus inicios en la recordada Poza Cristalina de La Cruz. 'Hoy estamos en muy buen pie, tenemos sobre los 20 socios, de los cuales hay varios que hacen actividades profesionales (dos vuelan en LAN, otro hace instrucciones de vuelo en la UTFSM, y otros hacen cátedras en cursos de vuelo). Tenemos cinco alumnos porque acá también hacemos clases', agregó Rojas. Explicó que el club es parte de la Federación, lo que significa cumplir con actividades solidarias como llevar dentistas y doctores a lugares apartados.

Para ser piloto se exige compromiso. 'Quienes quieran ser pilotos deben hacerse socio del club, pagar un ingreso que se puede documentar y luego pasar pruebas médicas correspondientes. Luego de eso -y con el pase de una licencia de alumno piloto- comienza un instrucción teórica y práctica', explicó Cortés, quien agregó que la instrucción teórica es gratuíta, no así la práctica, donde se exige el pago correspondiente a las horas de vuelo (valor que incluye el instructor).

Respecto a los aviones, dijo que cuando una persona ingresa al club también es dueño del patrimonio y hay cuatro aviones, los que se pueden usar. Para ser piloto hay que completar 40 horas, las que deben completar con nuestros instructores en estos aviones, que son en parte del alumno que ingresó al club', detalló Rojas.

Dijo que a ritmo de una vez a la semana de vuelo, en un año se puede lograr la licencia.

Luego de eso, un inspector de la dirección General de Aeronáutica Civil llega a Quillota y toma los exámenes al nuevo piloto, el que luego podrá llegar a Quillota y volar. 'Nunca hemos tenido un problema de que llega un piloto y no tiene avión para salir a algún lado', cuenta Rojas, quien advierte que la única condición es dejar el avión en el mismo lugar donde quedó, 'lógicamente hay una reglamentación que cumplir con tres condiciones: seguridad, seguridad y seguridad, condiciones que son necesarias para volar', concluyó Rojas.

Un poco más allá está Patricio Contreras, del club Nimbus de paracaídismo. Con 20 años en Quillota -aunque son todos de Santiago- están instalados en la región todos los fines de semana, 'llueve a truene', como dice el hombre.

Contreras desde el año 1965 es amante del paracaídismo, pero ya no practica, 'los años no pasan en vano'.

Están en Quillota por las dependencias y la seguridad para hacer clases, dice Contreras. En Nimbus, al igual que en la organización aérea de Quillota, preparan alumnos. El proceso tiene un costo económico, exige seguridad y también un compromiso que va más allá de lanzarse con una cámara y grabar lo que ocurre. 'La instrucción se hace o en Santiago o acá, y permite que una persona esté en tres semanas saltando', contó Contreras.

Advirtió que antes de saltar es necesario estar dispuesto a estudiar con responsabilidad, 'hay que conocer el detalle de las nubes, el salir de un avión, los detalles físicos y atmosférico; todo eso antes de lanzarse', agregó.

Afirmó que el cielo es 'un hábitat en donde las personas no están todos los días'. 'Para decidirse a saltar hay que hacerse un chequeo médico completo y luego de eso parten las clases las que tienen un valor total de $400 mil, lo que involucra la instrucción y cinco saltos', contó Patricio.

El salto, eso sí, no es llegar y hacerlo. Existe un equipamiento necesario que se manda a hacer 'a la medida'.

Punto importante a la hora de la seguridad es la caída del paracaidista, el que debe cumplir con algunas funciones necesarias como por ejemplo: estar midiendo la distancia con la tierra. Cada salto cuesta sólo $25 mil. Sin duda, una gran experiencia. J