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Hasta conserjes reciben plata por el testamento de Urenda

alvaro camacho b.

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'Beltrán Urenda tiene que estar sentado a la derecha de Dios'. Con esas palabras agradece Juan Carlos González, quien fuera uno de los conserjes del edificio Danubio, en Viña del Mar, el gesto que tuvo el ex senador y empresario Beltrán Urenda quien en su testamento no se olvidó de ninguno de los trabajadores con los que compartió día a día en su vida cotidiana.

Hace apenas unos días se hizo público que en la apertura del testamento de Beltrán Urenda, había destinado 210,5 millones de pesos en algunos empleados, pero no sólo en los propios, sino que hasta se acordó de ascensoristas y conserjes del edificio Danubio donde él vivió en calle 2 Oriente con Cuatro Norte y del edificio de Interoceánica en Valparaíso, donde tenía su oficina.

Según consigna el documento, los trabajadores más favorecidos con parte de la fortuna del empresario que falleció en junio de 2013 de un infarto, fueron Carmen Quiroz, su secretaria por más de 40 años y Jacqueline Lavergne, también secretaria, a quienes dejó en total 50 millones de pesos.

Junto con ellas también, fueron favorecidos los conserjes, ascensoristas y nocheros del edificio Danubio donde vivió por varias décadas a quienes les dejó cuatro millones en total y los del edificio de Interoceánica en Valparaíso, 5 millones de pesos en total.

Además, dejó 18 millones de pesos a cuatro de sus colaboradores políticos; 5,5 millones a tres jóvenes para que concluyan sus estudios y 6 millones a sus cuatro enfermeras.

Mario Rojas es mayordomo del edificio Danubio y hace más de 32 años que conoció a 'Don Beltrán', quien asegura que era una persona muy humana y de un gran corazón.

'Él era muy bueno, una excelente persona, amable. Siempre fui el conserje e incluso hasta lo ayudé a cambiarse desde calle Los Castaños hacia acá, le iba a trabajar a los jardines en Olmué, siempre me consideraba en los trabajos. Para mi es una bendición eso que él hizo', relató .

Fue un millón de pesos que recibió don Mario hace un poco más de un mes y, aunque nunca pensó ser beneficiado, una de las hijas del extinto empresario le había advertido que su padre no lo había olvidado.

'Nadie lo esperaba, nunca nos hizo una promesa en vida. Cuando él falleció la señorita Carolina, su hija, me dijo que el caballero nos había dejado algo, pero fue una conversación así no más y ahora nos llegó', relató.

Mario Rojas vive en Achupallas con su familia y se está construyendo una casa. 'Tengo la casa casi terminada, pero con esto, ahora la termino. Tengo cuatro hijos y están todos felices, tuve la suerte y la bendición de toparme en la vida con una excelente persona, se portó un siete en vida y ahora que no está sigue portándose un siete', dijo con nostalgia.

Juan Carlos González ahora trabaja en el edificio Grand Prix en Tres Norte, pero al momento de la muerte de Beltrán Urenda, era el nochero del edicicio Danubio. Aunque lo conocía por su vida pública no fue hasta su llegada al edificio que lo conoció en persona.

'Él era muy afable, muy tranquilo. Yo trabajaba desde las 12.00 de la noche hasta las 7.00 de la mañana y él muchas veces llegaba de Santiago de sus reuniones muy tarde y me imagino que sin ánimo de hablar, cansado, pero siempre tenía una buena palabra', señaló.

Juan Carlos González no se imaginaba de este gesto hasta que uno de sus compañeros de trabajo le advirtió, no se hizo ilusiones, pero grande fue su sorpresa cuando recibió el dinero.

'Lo puse la mitad en Coopeuch y otra parte en el banco en un depósito a plazo. No he pensado gastarla, sino que no cuento con ella, la tengo como un colchoncito para alguna emergencia. Ojalá no tenga que ocuparla así. Es una plata caída del cielo, una bendición', dijo.

El ascensorista Hernán Verdejo Gutiérrez, del edificio Interoceánica de Valparaíso, recuerda con cariño a Beltrán Urenda. 'Era una persona más que buena. Lo veía todos los días cuando subía al piso 8 y aquí conversábamos de todo. Era muy amable con todos y en el último tiempo, cuando ya subía con una enfermera, seguía atento con todos. Políticos como él ya no quedan en este país y eso es lo que más lamenta uno. Incluso tengo un retrato con él que me saqué a la salida del ascensor en el piso 8 y que conservo con mucho cariño', manifestó conmovido. Él, al igual que otros compañeros del inmueble, también recibió parte de los $5 millones que Urenda repartió ahí. 'Estoy muy agradecido que me haya tomado en cuenta, porque incluso él se daba tiempo de apoyar mi música. Yo cantaba en el grupo Los Tamers y siempre me apoyó. Después cuando saqué un disco solista como 'Paolo' él lo adquirió y lo escuchaba… eso me hacía sentir muy bien. Realmente se fue una gran persona. Aparte que siempre saludaba con una sonrisa y se despedía amable cuando venía su chofer a buscarlo'. J