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Soledades melancólicas

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Un ambiente solitario, espacios abandonados, deshabitados y soledades expuestas al viento del desierto aparecen fantasmalmente en las pinturas del artista Erich Sepúlveda que se presenta en la Galería Bahía Utópica de Valparaíso. En medio de cierta difuminación del color emergen restos de construcciones dejadas al olvido, vehículos que dejaron hace mucho de ser útiles, plazas sin vida pobladas por los espíritus de los que un día dieron riqueza al país.

Son imágenes de los restos de las oficinas salitreras captadas por el pintor que las ubica como elementos centrales de cada cuadro como si también el tiempo quisiera borrarlas o ser absorbidas por la inquietante composición de cada cuadro, donde el color desbordado en intensidad y infinitas formas dominan la totalidad de las pinturas.

El contraste le sirve para destacar lo principal que está constituido por elemento figurativo, un detalle del universo salitrero. Como si emergieran de un cosmos que deja a entrever lo que muchos ya han olvidado y que la pintura rescata con algo de poesía y melancolía. El elemento figurativo descrito en cada cuadro tranquiliza la pintura del exceso que se evidencia en otras donde sigue una expresión iniciada por el norteamericano Jacson Pollock, y luego seguida por los 'tachistas' holandeses.

Consiste en inundar el cuadro con infinidad de trazos repartidos por todo el espacio llegando a la abstracción total. Evidencia una saturación de colores ya que no queda espacio para el descanso y la tranquilidad de la imagen. Son demasiadas formas y manchas sobre una superficie en aparente desorden. Esencialmente no lo es ya que obedece a una propuesta concebida de esa forma pero que contrasta con los cuadros donde los elementos figurativos le otorgan otra dimensión a su pintura y donde exhibe sus mejores logros.

Cine para ciegos parte su camino en el país

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De qué tamaño es la sala, cómo son los presentes y qué personajes hablarán en la película. Con esta descripción parte una de las funciones de cine para ciegos que se está realizando una vez al mes en el Club de Leones de Villa Alemana. Es primera vez que Nélida Cariz y su pareja Luis Merillan, ambos con pérdida importante de visión, asisten a una función de cine diseñada para no videntes. Están nerviosos, porque no suelen compartir con tanta gente ni tampoco salen mucho de su casa.

Van con sus hijos de un año y de ocho meses en brazos. Hace algún tiempo salieron en los medios porque un tribunal de familia puso en duda su capacidad para cuidarlos y se planteó la posibilidad de alejarlos de sus padres. Pero eso no ha sucedido. El día de la proyección el niño más grande corre por la sala y la menor se ríe a carcajadas durante toda la película. Nadie reclama. Todos ríen y comentan la emisión de El libro de la selva.

'Nunca había imaginado tantos detalles', comenta Nélida.La voz que describe el filme se convierte en ese momento en sus ojos.

Fernando Gazmuri, comunicador social, es presidente del Club de Leones de la ciudad e impulsor de la iniciativa. El año pasado fue responsable de la primera exhibición de este tipo en dos cines formales del país y ahora apuesta por democratizar la idea, que se le ocurrió justo después de ir a ver una película y observar a un vidente y a un ciego comentar toda la función.

En ese entonces se proyectó la cinta 'El Regalo' del chileno Cristián Galaz. Pero antes ya se había puesto en contacto con una fundación española dedicada a esto, que le envió el audio de la mexicana 'Como agua para chocolate'.

'Es cine con audiodescripción y consiste en que en los espacios libres de diálogo vamos describiendo escenas, labor que realizamos asesorados por dos profesores no videntes', explica Gazmuri, ad portas de exponer en el Festival Internacional de Cine de Valdivia sobre la experiencia. La organización le encargó audiodescribir un cortometraje sobre recolectores de algas al sur de Chile, un filme que dura 9 minutos y que será proyectado para gente que ve, pero que deberá vendarse la vista. Luego, el ejercicio será volver a verla pero con los ojos descubiertos. Señala Gazmuri que todas las películas audiodescritas cuentan con imágenes, ya que muchos ciegos van a compañados por personas sin descapacidad visual. 'A los cinco minutos, la gente se acostumbra a las descripciones', asegura. J