Secciones

Villa Alemana en la época de Miguel Ángel

E-mail Compartir

Teté. Así le decíamos a la nana que vivía en mi casa en la década de los '80. Una mujer de edad madura, pinochetista y católica hasta los huesos. No era raro que se dejara seducir por Miguel Ángel y sus presuntas conversaciones con la Vírgen María. Era una de las que subía domingo a domigo al Monte Carmelo y yo, metida y curiosa, la acompañaba.

Debo haber tenido unos seis años. Iba aferrada a su mano regordeta y en silencio, la ropa gris era siempre la elegida junto con el pañuelo blanco en la cabeza. Teté iba como uniformada con las otras mujeres, cientos de miles que subían el cerro. Todas en orden.

La polvareda que se levantaba apenas dejaba ver a los comerciantes que se instalaban en la tierra a vender de todo tipo de chucherías y a lo lejos se escuchaba en un megáfono una voz de mujer chillona de nariz tapada, que rezaba el rosario. Esa era el panorama cada fin de semana.

Varias veces me tocó ver a Miguel Ángel. Entre la gente aparecía con un séquito de mujeres. En esa época era un hombre delgado que vestía de jeans y camisa a cuadros. Recuerdo que como que levitaba en el cerro, mientras sus fieles seguidoras lo llevaban de la mano. Él siempre miraba al cielo con la boca abierta y con una hostia dentro -o al menos era lo que yo imaginaba- y como poseído hasta que decía "¡ahí está!".

cirrosis

las vacas gordas

"Nosotros teníamos locales comerciales en la esquina del Paseo Latorre con Santiago. Era un local de artículos de hombre que se llamaba 'Karakum' y teníamos al lado, un local de artículos de mujeres que se llamaba 'Imagen Boutique', pero nunca como en esos años, se movió el comercio en Villa Alemana. Eran vehículos y vehículos que venían desde afuera a ver las apariciones de la Virgen. Era una locura ¡Y compraban todo!. Miguel Ángel murió, pero el Monte Carmelo sigue ahí y ojalá que hubiera un fonómeno así otra vez para beneplácito de la ciudad", relató el jefe comunal.

Para Sabat, el tema se ha desvirtuado. Siente que la película que se hizo ridiculizó al vidente y no concuerda con que se haya mezclado con política. Cree que lo que se vivió en esa época era "demasiado lindo", independiente del trasfondo, "no era algo que entorpecía el tema familiar, público o el comercio. Eran solo beneficios porque aparte de renacer económico de Villa Alemana, la familia se veía influida positivamente. Había mucha fe en el ambiente y eso nunca es malo", sostuvo.

Aunque no subió con la multitud, lo hizo con posterioridad a las apariciones y hasta hoy, José Sabat va al santuario porque la paz que se siente en ese lugar -y eso es algo en que todos coinciden- no se siente en otro lado.

investigación

Él era un médico muy joven cuando comenzaron las supuestas apariciones y, como hombre de ciencia, quiso investigar.

"Yo no soy creyente, pero siempre es interesante saber más de este tipo de situaciones distintas, así es que con otro colega de Villa Alemana, el doctor Ramón García (luego fue alcalde) fuimos al Monte Carmelo a observar esto. Habían grandes multitudes y una vez vimos a un médico dermatólogo naval que estaba con una lupa mirando el cráneo de Miguel Ángel, nosotros estábamos a un metro de distancia y empezó a decir 'el cuero cabelludo del vidente está empezando a sangrar', nosotros nos mirábamos con 'Moncho' y no veíamos nada, era súper falso. En eso viene una especie de comparsa, un grupo de supuestos curas vestidos como franciscanos y los miro con atención y reconozco a un compañero del liceo entremedio de los curas y le digo: 'oye, si tu no eres cura' y el tipo me dice 'quédate callado conch...', tal cual", relató el galeno.

Por su cuenta recorría el cerro antes de las peregrinaciones y asegura haber sido testigo de movimientos extraños, como preparando un escenario.

persecusión

"Me hicieron pebre", dice hoy con humor, aunque nunca le importaron mucho las críticas de la época.

"Los creyentes me decían que era pecador, blasfemo incluso, algunas señoras sacaban bono de consulta para ir a retarme. Llegaban y yo les decía '¿qué le pasó?' y me decían, 'a mí no me ha pasado nada, pero usted es el diablo en persona, Dios lo va a castigar', etcétera, etcétera, lo que a mí me daba mucha risa. Por otro lado estaban los comerciantes que me decían que les estaba aportillando el negocio porque ellos se hacían la América y de pasada yo también, porque las señoras se caían y yo las atendía en la consulta", dice con tono festivo. Pero el tema se empezó a poner de color de hormiga cuando le empezaron a vigilar la casa y le hacían seguimientos. Él nunca supoquienes eran, así es que llamaba al mayor de carabineros de la época y le pedía ayuda. Vehículos desconocidos se estacionaban tardes completas afuera de su casa y carabineros les pedían los documentos y se iban.

"Pero en una oportunidad, que fue lo más grave, me siguió un auto. Yo tenía una camioneta grande 4x4 que usaba para subir al cerro y para ir a pescar y noté que me iba siguiendo un auto en el troncal a las 9 de la noche. Supe que no era nada bueno. En un momento el auto me pasó y me encerró y yo como tenía más tonelaje, seguí de largo, los pasé a llevar y los gallos se cayeron a una zanja que había en el camino. Ahí la cosa se puso violenta, pero todo coincidió con que el arzobispado tomó cartas en el asunto, ellos pensaron que de lo Miguel Ángel era falso y al parecer la gente que lo dirigía lo abandonaron y los mensajes lo empezó a inventar él y decía unas cosas bastante burdas", relató el profesor de la Universidad de Valparaíso.

El doctor Ramón García recuerda parte de la violencia que se vivía en la época y él intentó saber un poco más de esta historia, pero tampoco pudo hacer una investigación empírica.

"Este niño se metía detrás de unos arbustos y se ponía una corona de espinas, obviamente la cabeza le iba a sangrar y yo una vez lo invité a mi consulta para el día siguiente para verle las heridas, comprobar que estaban, de qué tipo eran o si se le habían desaparecido porque decían que eran estigmas, pero Miguel Ángel nunca apareció", relató. J