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El vuelco en la vida de la familia que pasó un mes y medio en una micro

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Casi instalada en su nuevo departamento de Placilla se encuentra Andrea Estay, junto a su familia.

Su historia salió a la luz pública cuando en La Estrella dio a conocer su inédita situación: Andrea y sus hijos habían estado viviendo más de un mes y medio al interior de una micro abandonada, tras haber perdido su casa en el cerro El Litre de Valparaíso.

En dicha oportunidad, Andrea nos contaba las penurias que vivía diariamente para hacer cosas tan sencillas como ir al baño o cocinar un plato de comida caliente.

Hoy, a seis meses del mega incendio de Valparaíso, Andrea pasa la mayor parte de su tiempo feliz, aunque confiesa que lo del incendio es una herida con no va sanar nunca.

nueva casa

-Hay días malos y buenos. Los malos me la lloro todo, le pregunto a Dios por qué a mí, por qué le pasó esto a mi familia. Sin embargo, trato de cambiar el switch y ponerme contenta.

-Sí. Siempre he dicho que esto era lo que yo quería... Tal vez la forma no fue la indicada, tal vez no era necesario que se me quemara la casa para yo tener mi casa propia... A veces también pienso que fue una señal de mi madre fallecida, no sé, hay muchas formas de interpretarlo...

-Sí, todo es para mejor, aunque muchos no lo vean así. Muchos piensan que yo me expuse a los medios para tratar de conseguir cosas y la verdad es que ustedes llegaron a mí. Yo les conté mi caso y después salí en televisión. Lo hice por mis hijos, por mi familia, porque para mí fue vergonzoso contarle a todo el mundo que yo tenía que vivir en una micro.

-No para nada, yo nunca me arrepiento de lo que hago. Es más, mi hijo el otro día me hizo llorar porque me dijo que se sentía orgulloso de tener una mamá como yo, que lo que había hecho lo había hecho por ellos.

extraña el litre

Caminamos siete cerros y queríamos seguir...

manuel lema

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l Sabía que en cualquier momento sonaría mi teléfono. Esa noche del 12 de abril fue larga y extraña. Finalmente, a eso de las 23.00 horas, el director del diario La Estrella se comunicó conmigo y otros colegas para armar un equipo especial para cubrir la hasta entonces incalculable tragedia que castigaba los cerros porteños.

A la mañana siguiente me levanté temprano y tomé una micro hasta el diario. El olor a humo lo inundaba todo y en la micro ya iban jóvenes transportando ayuda.

Por comentarios en la calle me enteré de que el cerro Las Cañas estaba prácticamente desparecido. No le di mucho crédito a los comentarios y, por eso, cuando llegué al diario pedí subir a Las Cañas para ver por mí mismo la magnitud del incendio.

sólo escuchar

Cerca de las 09.00 horas del domingo 13 de abril, avanzamos con el reportero gráfico Juan Jordán por la avenida Pajonal. Ingresé a un terreno en donde una niña de cinco años cuidaba a un pequeño gatito. Su hermana trataba de consolar a su madre y su padre buscaba algo que rescatar entre las cenizas.

La primera nota fue la más dura. Entrevisté a una familia que lo había perdido todo. Hablaron, lloraron y se desahogaron. Me emocioné con sus palabras. Los lentes oscuros sirvieron para ocultar mis ojos húmedos.

Los rostros de mis colegas reflejaban el mío. Nadie creía lo que estaba viendo.

seguir caminando

Los días siguientes fueron similares, tal vez más tristes. Recuerdo que un día, con el reportero gráfico Manuel Lema, caminamos de punta a punta los siete cerros afectados por la tragedia. Comenzamos en el Camino La Pólvora y terminamos a pocos metros de la avenida Argentina. Pese al cansancio, nunca quisimos parar: hacíamos una nota y seguíamos caminando. Valparaíso se lo merecía.

Recogimos historias, tomamos imágenes, nos caímos por quebradas y quedamos rojos por el sol. No nos importaba nada, sentíamos que había un compromiso con esas familias. No sé si lo hicimos mal o bien, sólo caminamos, escuchamos y tratamos de no invadir a la gente en su dolor.

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