"Que sea lo que Dios quiera", dijo el sacerdote John O'Reilly antes de entrar a la audiencia judicial en que se decidiría su futuro. Más allá de la intervención divina, el tercer tribunal oral en lo penal acreditó que el cura abusó sexualmente de una niña de forma reiterada entre 2010 y 2012, cuando cursaba prekinder y kinder en el Colegio Cumbres Femenino.
Sin embargo, también absolvió por unanimidad al Legionario de Cristo de origen irlandés de haber cometido el mismo delito contra la hermana mayor de la víctima, como denunciaba la familia y el Ministerio Público que ocurrió entre 2007 y 2009.
Con Frugelés
Según la pequeña y personas vinculadas al establecimiento, el cura la sacaba de clases esos días y la llevaba a sus dependencias, donde cerraba la puerta y las cortinas.
Los magistrados dijeron que los peritos que analizaron el caso le dieron total veracidad al relato. La niña aseguró que el sacerdote "era su mejor amigo" y que había inventado un juego, que consistía en ponerse mutuamente dulces debajo de los pantalones. La menor dijo que el padre le regalaba Frugelés y que se los ponía en la "parte donde se hace pipí y popó".
La madre, una sicóloga y la asesora doméstica que trabajaba con la familia afirman que hasta los hechos la menor era alegre, lo que cambió radicalmente luego. Según ellos, se puso agresiva y volvió a orinarse y defecarse en la ropa interior. En ese período la nana incluso amenazó con renunciar, "porque ya no la soportaba".
La niña testimonió que los abusos se produjeron "hartas veces" y que no sabía si las dos secretarias que estaban en la oficina contigua a la de O'Reilly veían lo que sucedía.
Un perito externo que evaluó los exámenes sicológicos a los que fue sometida en la investigación afirmó que "era imposible" que la menor se confundiera con el autor o la ocurrencia de los hechos. También descartó que su declaración fuera inducida, como insistió la defensa. J