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El triste abandono de los abuelos postrados

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La señora Sofía Zárate tiene 69 años, es peluquera y ha dedicado cerca de 25 años de ellos al cuidado de los adultos mayores enfermos y postrados de Valparaíso. Para ella esto no es un trabajo, es un voluntariado que la hace vibrar y que la hace seguir el legado que dejó en Valparaíso el conocido y extinto padre "Pepo" de la parroquia La Matriz.

"El Padre Pepo, José Gutiérrez, llegó haciendo terremoto en la fe. Fue el año 1991 más o menos y nos motivó a ayudar, a servir al prójimo. Había un vagabundo en ese entonces Juan Arredondo, le decíamos Juanchini que andaba hecho caca, hecho pichí y el padre me dice 'tu te hai fijado como anda Juanchini, que hacís tu por él?', yo le dije que le daba el aguita caliente en su tarrito y que le había dado una camisa de mi marido y me dijo 'tu creis que eso está bien?, has mirado bien como anda ese pobre hombre?' y me acuerdo que lo tomamos y lo bañamos entre ocho personas, todos con delantales, que no nos fuera a pegar ningún bicho y fue tan humillante para él, que yo lloré, todos nos quedamos mirando impactados por lo humillante que había sido. Ahí dijimos que nunca más íbamos a hacer eso, le empecé a pasar el baño de mi casa, él se bañaba quedaba limpiecito... Ahí el cura me enseñó a resucitar a Cristo en el que sufre y partió mi caminar, nunca lo he dejado y ahora trabajo con el adulto mayor postrado", relató.

Desde entonces que a diario recorre los cerros porteños visitando a los abuelitos, llevándoles una palabra de aliento, ayuda con estudiantes de las universidades Católica, Playa Ancha, el Seminario San Rafael, el colegio Víctor Antonio y cualquiera que se quiera sumar en su cruzada.

Con ratones

El abandono es evidente, la tristeza se ve en sus ojos algo confundidos y el olor se hace nauseabundo a ratos e incluso dos ratones muertos y aplastados de hace varias semanas nos reciben.

"El vivía con su señora y quedó viudo, estuvo con su esposa 12 horas muerta antes de irme a buscar a la iglesia desesperado. Ahora es sordo y hay que escribirle todo. Su casa se quemó y nosotros con el colegio Salesiano le levantamos esta mediagua que me le regaló una señora socia del Hogar de Cristo", relató Sofía Zárate.

La señora Elena

"Todo su lado izquierdo está dormido y ella no puede hacer nada, nosotras con mi hija la vestimos, la bañamos, le damos su comida, la llevamos al baño, todo. Además tiene diabetes, hipertensión y está cieguita, hemos estado ocho años tratando de mantenerla bien, la llevamos muy poco al hospital porque no hay respeto para ella. Los adultos pasan a ser un objeto que se tienen que desechar lo antes posible y si la ven sentada en su silla es por nosotras pese a los siete neumonías, bronconeumonías, un infarto y los infartos cerebrales. Hemos necesitado mucho por ella y no hemos tenido la ayuda, me siento desamparada", señala Daisy Ulloa, su hija.

Han esperado hasta 10 horas de atención en el hospital para que la respuesta sea "señora llévesela" porque no hay espacio y hacen esfuerzos porque se trate 100% en la casa, salvo excepciones cuando la vida de la anciana está el juego.

Daisy no puede trabajar, para cuidarla se turna con su hija que estudia enfermería con crédito universitario y así la mujer trabaja los fines de semana con un veterinario. Además estudia Gastronomía por las noches también con un crédito.

"Este puerto amado me da muy mala impresión cuando saco a mi mamá porque no es amigable para ella. No hay donde subirla, está todo destruido y se meten las ruedas de la silla en pavimentos malos, no hay nada señalizado y el paseo se hace una pesadilla. Todo esto parte por el poco amor que lleva al desamparo, al poco respeto de los adultos mayores. Mi mamá trabajó desde los 12 años para ahora prácticamente limosnear una salud", dijo Deisy, mientras la señora Elena interrumpe, "quedé huérfana a los 4 años, pasé de casa en casa hasta que a los 12 años empecé a trabajar como asesora del hogar; después fui obrera de la Robinson Crusoe, en la pesquera grande. Estuve 15 años trabajando en el hielo, trabajé más de 40 años para que después me den una miseria de jubilación, me enfermo y los antibióticos son inalcanzables. Estamos muy abandonados los viejos, ya es un hecho que si llegamos a viejos somos un estorbo, somos un estorbo...", se lamenta.

No saben cómo le apareció un préstamo en una caja de compensación que asegura que jamás han pedido, tiene que pagar más de 80 cuotas de 40 mil pesos y así su pensión es más escuálida. Han ido a la caja de compensación, al Sernac, pero no hay forma de saber quién sacó que crédito y cómo evitar el pago.

72 ESCALONES

Para acceder a su casa hay que subir por calle Santo Domingo, ese lugar fue remodelado y quedó inaccesible para los abuelos y postrados.

"Cuando tengo que salir me mandan a buscar en una ambulancia. A veces suben una camilla y otras veces tengo que bajar en una silla, en andas, no puedo caminar porque me canso mucho y los pobres paramédicos quedan mal imagínese señorita subir y bajar a una persona 72 peldaños en silla de ruedas o en camilla, es terrible", dice.

Y continúa su relato, "me siento abandonado por el sistema, sobre todo cuando tengo que ir al hospital. Hace un par de semanas tuve que ir, yo estaba parado afuera, pero el médico a veces va, a veces no va y quedamos toda la gente esperando y los que más nos esforzamos por llegar".

Su esposa, la señora Rebeca, tampoco anda de lo mejor, ella cojea, se sirve de un bastón para movilizarse y hasta ella ha tenido que sacarlo a duras penas desde su casa donde viven casi aislados.

"Este era un barrio muy hermoso, todo esto era liso para subir al cerro y los niños se tiraban en bicicleta, pero ahora hay un exceso de escalones y adoquines y es pésimo para la gente que usa muletas y sillas de rueda. Nadie lo pensó, imagínese si hay un incendio, la gente tiene que esperar a quemarse no más. No piensan en el adulto mayor discapacitado, los dejan botados es humillante, me da ira. Ojalá que les pudieran dar una casita más cerca del plan, con mejor acceso", dice la señora Sofía apenas mientras sigue subiendo escalas.

La voluntaria se ha acercado a muchas autoridades, senadores, diputados y seremis, pero lamentablemente no ha tenido la respuesta que quiere. Se comprometen en una visita que no cumplen o bien, acuden con la señora Sofía y luego se pierden. Sin embargo, la única que se ha mantenido a su lado es la coordinadora de Senama, Viviana Valle. J