Enseñanzas de vida
Uno como ser humano nunca deja de aprender. Siempre en el transcurso de nuestra vida vamos adquiriendo conocimiento, que tarde o temprano tendremos que aplicar en el diario vivir.
Con el tema del deporte he aprendido muchas cosas, pero sin lugar a dudas lo que más rescato es la perseverancia y la constancia de comenzar algo y terminarlo cueste lo que cueste. Como ya he dicho en columnas anteriores, todo lo que necesitamos para triunfar está en uno, sólo debemos saber buscarlo y recordar que siempre lo más importante y trascendental de la vida no está en nuestra superficie, sino que escondido en lo más profundo de cada uno de nosotros.
Es por lo mismo que si bien la auto búsqueda de logros personales sirve, también es de igual importancia rodearse de personas que te ayuden a sacar lo mejor de ti. En este caso, en mi experiencia, he tenido la suerte de siempre tener círculos de confianza que están ahí para apoyarme, aconsejarme y soportarme. Familiares, amigos y colegas, siempre han sido leales y me han tendido una mano cuando lo he necesitado o he errado el camino. En esta aventura del deporte no fue distinto, ya que, no sé cómo, pero nuevamente puedo decir que estoy rodeado de buena gente, de tipos inteligentes que no sólo están ahí para levantar pesas o hacer abdominales, sino también para ser buenos amigos.
Esto es lo que se da en el box de crossfit donde voy a entrenar en Viña del Mar. En Volor la consigna es que somos todos iguales y todos podemos llegar a alcanzar los mismos objetivos. Me impresiona ver cómo muchachos de veinte años tiene más fe en mí que yo mismo, y eso al final reconforta el espíritu y ayuda a que las barreras, las dificultades en lo que a la disciplina se refiere, se hagan mucho menores.
Por último, debo reconocer que no sólo los adultos son los encargados de entregar enseñanzas de vida, sino que también los más pequeños, los niños. Por ejemplo, mi hijo me enseña día a día a ser un guerrero, a no rendirme. A darlo todo sin dejar nada reservado, a pelear hasta el final con la fuerza que sólo los gigantes conocen, los gigantes que día a día escribimos nuestra propia historia de vida una y otra vez.
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