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Las Brasas Porteñas

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El comensal chileno tiene una inclinación profunda por el fuego y por los productos directamente confinados en él. Somos animales de costumbre y una de nuestras principal hábito es "parrillar", término que se ha acuñado en nuestra idiosincrasia y se ha transformado en un desde para cualquier junta de amigos, familia o partido de fútbol. Lo cierto es que las parrillas tienen más de un beneficio en lo gastronómico, entre ellos, que es una de las formas de cocción que menos afecta el producto o de las más naturales (mientras sólo se use fuego y no exceso de aliño), por ende donde se siente mejor el sabor natural de los productos. Eso sí al ser menos invasiva, es también la que más muestra de la experiencia y experticia del cocinero, quien debe manejar, a sabiendas o no, a la perfección tiempos, puntos de cocción versus resultado y aceptación popular. Otra de las virtudes es que puede ser utilizada por una gran variedad de alimentos y todos quedan bien. Además, es un método de cocción versátil y bien considerado en la cocina, no todos los locales se atreven a trabajar con él y quien maneje de buena forma este concepto tiene según nuestra opinión, parte del cielo ganado. En Valparaíso, Las Brasas Porteñas ubicada en, se alza como un muy buen exponente de este método de cocción y además lo muestran a público. La parrilla está al medio del salón, que nos da desde el inicio una buena impresión, así también su certificación expresada en la carta, donde pueden ostentar una certificación en manipulación de alimentos de forma limpia y trasparente, lo que es un aval de seguridad. En lo gastronómico, probamos un entrecot, de aproximadamente medio kilo o más que estaba correcto en todo punto a evaluar, crocante en la corteza, jugoso, en excelente punto, bien en sabor, no se escondía el sabor ni se dañaba la textura, es decir, un excelente producto. También la entraña de muy buena calidad, sabrosa, excelente cocción y muy buena porción, todo en son además de una parrillada tradicional, que incluía todo lo que uno siempre espera, lomo, pollo, papas, interiores, entre otros. Además, está disponible en la carta una amplia oferta de pastas, ensaladas y platos que quizás distraen la atención de la parrilla, pero le dan un buen acompañamiento y un excelente final. Algo más caro de lo normal pero vale la pena.

Gonzalo Ilabaca reedita su libro sobre el 'Roland Bar'

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En una declaración notarial, firmada el 8 de agosto de 1994, el pintor Gonzalo Ilabaca declara: "Que el 'Roland Bar' murió como un viejo marinero bohemio y misterioso y difícil de olvidar, que fue el último en sucumbir (en su categoría) de todos los bares de marinos donde se vivió la Gran Noche Porteña, que murió en temporada baja, en invierno, casi sin clientes (pero siempre de buen humor) (...) que murió en su ley, lejos de otras leyes, distinto a otros bares y que no pudo ni quiso honrar con su presencia la llegada del año 2000".

El extracto forma parte de un texto real almacenados en los archivos de la notaría Fischer, en Valparaíso, hasta donde el pintor llegó seis días después de que un incendio voraz consumiera el "Hotel Louisiana" e hiriera de muerte al ya agónico "Roland Bar", en el Barrio Puerto.

Su intención fue dejar un registro del fin de este emblemático local, último sobreviviente de la llamada vieja bohemia porteña. Pero este acto también abrió la puerta a un registro mayor, que meses después Gonzalo Ilabaca concretó en un libro publicado en 1995, bajo el título de "Valparaíso Roland Bar: Puerto de la fama y el olvido".

Veinte años después del cierre del "Roland", el libro de Ilabaca vuelve a la vida con una nueva edición, a cargo de la editorial porteña Narrativa Punto Aparte, en su colección Expedientes.

El lanzamiento de esta nueva edición se realizará hoy, a las 18.45 horas, en la sala Rubén Darío de la Universidad de Valparaíso.

UN LIBRO HÍBRIDO

A comienzos de los '90, el pintor Gonzalo Ilabaca llegó a Valparaíso, conoció rincones y personajes y pintó los viejos bares del Puerto. Parte de sus experiencias las registró en el libro "Valparaíso Roland Bar", volumen híbrido que contiene crónicas, semblanzas, conversaciones, fotografías, cartas, refranes, letras de poemas y canciones y un sinfín de anécdotas y observaciones que el pintor realizó durante sus primeros años en el Puerto y que culminan con el cierre del "Roland Bar".

En sus páginas se encuentran retratados personajes imperecederos de Valparaíso, como El Jako, boxeador, motoquero y empresario de la noche, administrador de la mítica boite que llevaba su nombre; Mister Anderson, el aristocrático y solitario huésped del "Garden Hotel", quien tuvo una fugaz aparición en la película "Amnesia"; o el lanchero Zorba, capitán de la "Volga". También hay espacio para las chicas de la noche que atendían a los marineros en la barra del bar, para los antiguos parroquianos del "Roland" y para los artistas del Puerto.

Las propias vivencias de Ilabaca -su llegada a Valparaíso, su búsqueda de una casa y su alucinante proyecto de venderle a Madonna un viejo auto Fiat restaurado y pintado por él, así como su correspondencia con el profesor Nostradamus-, forman parte también de este volumen inclasificable, que concluye con un poético y exhaustivo inventario del Valparaíso de los '90 y la declaración notarial.

"Cuando llegué a Valparaíso no conocía a nadie. Circulé por donde vivía, el cerro Toro, y de ahí al plan, especialmente los bares de marinos (...) Muchos personajes quedaron fuera, pero en realidad no era mi interés hacer un catastro total de Valparaíso -porque eso es imposible o no es necesario-. Me interesaba más mostrar su diversidad", dice Ilabaca.

Sobre el libro, señala que, más que una crónica, es un compendio de "experiencias". "Valparaíso es maravilloso, porque vivir aquí o visitarlo se torna en una experiencia. En Valparaíso hasta aprender a manejar un auto es una experiencia", afirma. J