Secciones

Fueron a pagar sus mandas y se comieron un rico asadito

E-mail Compartir

"A mí la virgencita todo me lo arregla", dice convencida una abuelita que acaba de salir de una de las tantas misas realizadas ayer en Lo Vásquez, santuario que durante la mañana de ayer, ya había recibido 40 mil visitantes.

Las postales de la jornada dominical eran variadas: en la entrada muchos creyentes entraban de rodillas o reptando, para pagar las mandas a la Virgen; mientras que en el campus eucarístico cientos de fieles seguían con atención la misa y en el sector habilitado para las confesiones, el silencio era total.

Ese ambiente contrastaba con el ajetreo en la caletera, donde el número de vendedores ambulantes crecía a cada minuto. Ahí entre medio estaba el Viejo Pascuero de la calle Valparaíso, quien sin su traje, ofrecía a los niños tomarse una foto instantánea arriba de Emeterio Saturnino, un simpático pony (de verdad).

Y mientras el ajetreo era cada vez mayor, detrás del santuario, en el cerro, varias familias se reunían tras un largo periplo. Instalaban carpas y armaban el asado. Es el caso de los santiaguinos Raúl Fuentes y Rosa Valenzuela. "Es una tradición, nuestra fe nos hace venir a visitar a la Virgen. Él vino en moto, nosotros en auto, llegamos a las cuatro de la mañana (de ayer). Nos vamos a juntar como veinte familiares", contó la señora Rosa, mientras vigilaba el asado. Después de comer quería ir a escuchar la misa.

La familia Villalobos estaba en la misma, preparando pollo asado con arroz y tomates. Para ellos es una tradición ir a Lo Vásquez, algunos van caminando, otros en bicicleta, -también en bus- desde distintos puntos de Santiago, como Maipú y Quilicura. Llegaron el sábado y pensaban devolverse el lunes.

Y hace 40 años que los Carrasco Pérez van en patota desde Melipilla a Lo Vásquez. Esta vez fueron 15 caminando y 5 en bicicleta. Al mediodía de ayer estaban todos descansando bajo los árboles (algunos en mejores condiciones que otros), echándose tallas y compartiendo bien unidos. Eso sí, "nosotros no hacemos asado, si venimos a pagar manda", aclaró uno de ellos.

Tanto en el santuario como en los alrededores se podían ver muchos ciclistas, la mayoría llegó en grupo. Ignacio Aranda hizo el viaje por primera vez y recorrió los 92 kilómetros desde San Bernardo a Lo Vásquez, a modo de entrenamiento. "Quedé con harta fatiga, es que el sol no acompaña mucho. Nos demoramos tres horas y media", afirmó.

Javiera Cofré está preparándose para la Confirmación en el colegio Santa Clara de Placilla. Estaba impresionada con las muestras de fe de las personas. "Es increíble como entran de rodillas o están en la misa con las velas encendidas que prácticamente les queman las manos", dijo. J