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El prostíbulo poético que recibió a los periodistas

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Durante casi todo el mes de diciembre uno, como viejo periodista, recibe invitaciones de diversas instituciones para participar de las fiestas de Navidad, que generalmente son cenas con abundante vino y trago, y de esta manera se agradece el pesado trabajo que nosotros, los reporteros, hacemos todo el año.

Una de las mejores fiestas las lleva haciendo, hace varios años, la Universidad Santa María, quienes hacen una cata de vinos, donde un experto en mostos de alta ley deja a todos los periodistas con "un ojo para arriba y otro para abajo".

Este año la fiesta más distorsionada la realizó el EPV (Puerto de Valparaíso). En la hermosa casa conocida como "Los cuatro vientos", ubicada a un costado del ascensor Artillería, llegamos un fuerte contingente de reporteros gráficos, periodistas, camarógrafos y los colados de siempre. Un grupo de actrices de teatro, disfrazadas de prostitutas, recibían a los invitados. Las chicas eran muy bellas y estaban vestidas con corsé y portaligas. De entrada uno quedaba loco, muy loco.

La puesta en escena correspondía a un "prostíbulo poético", que era una fina puesta en escena de una "casa de niñas" del siglo pasado, cuando en Valparaíso reinaban Los Siete Espejos y otros lenocinios muy populares.

Las niñas le metían conversa a uno e incluso andaban con pequeños látigos y golpeaban en las nalgas a los reporteros, que a esas alturas se tomaban los pisco sour y la champaña como si fuera agua de la llave.

Había un mago, que era una mezcla de Harry Potter con un elfo de El Señor de los Anillos, y un acordeonista que tocaba como los dioses.

Decidí sólo tomar cerveza Corona. Cuando iba en mi quinta botella se apagó la luz de la casa, ya que un accidente había dejado a un sector de Playa Ancha sin suministro eléctrico. Aquí la cosa se puso más cuática y yo le recitaba a una de las niñas mi poema a las prostitutas de Valparaíso, mientras otros colegas bailaban más felices que "un chancho en el barro".

Me fui como a las 12 de la noche bastante ebrio y muy feliz de haber participado de esta teatral fiesta que lejos ha sido una de las mejores de los últimos años.