Fútbol y matemáticas
Cada vez que comienza un año los planes e ilusiones colman las maletas plagadas de sueños con las que se espera recorrer los doce meses que contempla el calendario. Por eso es difícil entender que una institución deportiva de tanto prestigio como Everton, lo haga -en el ámbito competitivo del fútbol profesional, que es la cara visible del club- sólo con la esperanza de corregir los errores cometidos el año recién pasado, pero con escasas posibilidades reales de conseguir el objetivo trazado, que no era otro que retornar a la serie de privilegio del balompié nacional.
Es cierto, la segunda parte del campeonato de Primera B recién comienza, con 17 fechas por disputar, y desde el punto de vista matemático todo parece posible. Sin embargo, esto no es una ciencia exacta. Acá no se trata de tomar la calculadora y comprobar que los números indican que aún se puede alcanzar la meta. Esto es fútbol, donde el nivel expresado en cancha en lo colectivo e individual, la capacidad para sobreponerse a las dificultades que se presentan en cada partido y tener la convicción de que se tienen los argumentos para superar al adversario de turno, son fundamentales y decisivos para obtener los resultados que se necesitan para llegar a lo más alto. Y desafortunadamente Everton no ha mostrado -hasta ahora- tener los argumentos citados. Lo demuestran los 15 puntos de diferencia que lo separan del primer lugar, en un torneo donde asciende un solo cuadro a la división de honor.
Una lástima, porque como periodistas de esta región quisiéramos que a los equipos representativos de la zona les fuera bien y que se convirtieran en protagonistas de la alta competencia.
Pero no está muerto quien lucha. Incluso no logrando lo planificado a principios de temporada, Everton no morirá. De eso sí, estamos seguros.