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Damas de azul: "Creen que somos pitucas"

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En busca de las "damas de azul", una suerte de hadas madrinas, llegamos en una mañana fría de verano hasta el hospital Carlos van Buren.

Urgencia. Un letrero grande nos indica que es la sección de adultos, justamente donde queremos llegar.

Al entrar nos encontramos inmediatamente con la caseta de las voluntarias. En el mesón se encuentran dos hadas madrinas de brazos cruzados. Están expectantes a todo lo que está ocurriendo alrededor.

El ambiente es tranquilo, a pesar de que muchas de las personas enfermas que se encuentran tienen cara de resignación. La espera parece interminable. Nos acercamos a la caseta donde se encuentran las voluntarias de urgencia del hospital.

Un cartel con letras grandes indica que son las famosas damas de azul; por fin estamos al lado de las hadas madrinas.

Noto que una de ellas me está mirando atentamente. Al cruzar miradas, la mujer me esboza una gran sonrisa, a la cual yo le respondo con una más grande.

Se trata de Eliana Vergara, una de las voluntarias más antiguas. Lleva 37 años trabajando en el hospital.

"Toda mi vida he sido voluntaria y es algo que me gusta mucho. Es muy bonito poder ayudar a las personas que llegan acá", comentó Eliana Vergara con orgullo.

pituca sin lucas

Al pasar los minutos esta voluntaria se empezó a soltar y comenzó a contarnos algunas de las anécdotas que ha vivido durante estos años.

"Acá la gente cree que uno viene porque no hace nada más en la casa o en la vida. Creen que somos pitucas, así nos pusieron el otro día. Un enfermo me preguntó si yo era cuica, le respondí que sí y que era una pituca sin lucas, igual que como en la teleserie", dice entre carcajadas.

Después de la risa agrega que muchos le preguntan si ha pololeado, cosa que a ella sólo la hace reír.

Pero no todo es color de rosas dentro de este trabajo. Eliana Vergara también recuerda algunas de las cosas que la han marcado dentro de este hospital.

"Recuerdo el accidente del choque de los trenes en Quronque. Llegaron acá muchos heridos y tuvimos que quedarnos en las noches ayudando a los médicos. Fue grande y nos asustó mucho" recordó Eliana Vergara.

Tras un minuto de silencio, Eliana cambió rápidamente de tema. Nos comentó que ahora viene menos días al Hospital y que tiene algunos panoramas para los días que no va al voluntariado.

"Cuando era más jóven, venía casi todos los días. Ahora, sólo vengo uno entinces me da el tiempo para hacer algunas cosas extras como por ejemplo esta semana llegan unos amigos franceses y quieren que los lleve a conocer Valpraíso, son bien amorosos yo nos é porque la gente dice que en Francia la gente es pesada, ellos son lo más cariñosos y buenas personas que hay",comentó Eliana Vergara.

La dama de azul comentó que conoció a estos Franceses, debido a que uno de sus hijos vive en Francia y que una de las veces que fue a vistarlo conoció a esta pareja que ahora vendrá a visitarla en sus días libres.

Pura vocación

Luego de pasar varios minutos conversando con las voluntarias, llega la jefa de las damas de azul. Se trata de María Eugenia Zárate.

María Eugenia, al igual que su compañera Eliana Vergara, lleva 37 años de voluntariado. Luego de ser 12 años la mandamás de estas mismas mujeres, ahora es jefa de todos los voluntarios de las dstintas secciones del hospital.

Esta voluntaria explica que la labor de las damas de azul se realiza sin pedir nada a cambio. "Esto me ha llenado el corazón y jamás dejaría de hacerlo", dice.

María Eugenia Zárate se reconoce como una mujer muy creyente. Al interior de su uniforme lleva la figura de un santo, el cual nunca lo saca de su bolsillo, además de encontrarse relacionado con su vocación de ayudar a los demás.

"Es algo que elegí por amor a Dios y si uno ama a Dios ama a los hermanos, es algo que escogí porque llena mi alma, mi vida entera", agrega con orgullo María Eugenía Zárate.

Para esta mujer el voluntariado es algo que la llena, sin embargo no es ajena a cierta cosas que recuerda y la conmueven.

"Como esta es la parte de urgencias de adultos, acá llegan casos que a veces nos ponen tristes. Indigentes muy enfermos o pacientes que nunca son visitados por sus familias; acá nostros sacamos plata de nuestro bolsillo y les compramos todo lo que necesitan, no puede ser que solo algunos reciban atención y cariño de sus cercanos", enfatizó María Eugenía Zárate.

Mientras me comenta cual es su labor dentro del hospital, una mujer se acerca y agrega lo siguiente: "Ojalá todas las personas fueran como ustedes".

Sin querer revelar su identidad se retira al asiento de espera. Luego las señoras me explican que es familiar de un paciente que ellas cuidan con mucho cariño.

Ellas tienen claro su rol y saben que se trata de pura vocación; muchas veces crean un vínculo más fuerte con los familiares de los enfermos que los propios profesionales del hospital.

"Nosotros somos el nexo entre los familiares y los pacientes, nos encargamos de que le lleguen todas sus cosas al enfermo y además los cuidamos cuando nadie puede verlos", afirma.

"No somo pitucas como le preguntó un enfermo a mi compañera, sólo queremos ayudar a las personas que no se encuentran en buenas condiciones", destacó María Eugenía Zárate.

La jefa máxima está a cargo de más de 13 voluntariados en todo el hospital situación que es un desafío, pero le encanta, reconoce con una sonrisa.

La jefa

Después de darnos un par de vueltas nos encontramos con la amable jefa de las damas de azul. Patricia Peña lleva 17 años en el cargo y aún así la pillamos trabajando y ayudando a todo aquel que se acerca al mesón.

Se destaca por ser una mujer amable, altruista y de buen corazón. Ama lo que hace y siempre está dispuesta a ayudar a los demás.

Estas señoras quienes al principio se mostraban tímidas y reacias a las fotos, nunca quitaron de su vista mi libreta y entre bromas una de ellas me dice: "señorita yo pensaba que las más viejitas teníamos que anotar en papel y que usted usaba el celular para anotar".

Entre risas se une otra dama de azul.

Julia Loyola, jubilada y voluntaria hace más de 5 años, cuenta que ka experiencia ha sido buena. "Yo entré por un familiar y desde ese entonces no me he movido de acá", explica Julia Loyola.

Julia nos contó que fue una de las damnificadas del incendio, en donde lo perdió todo, pero que se ha recuperado.

"Acá no es como en otro lados donde las mujeres generalmente se tienen envidian o pelean, acá lo rico es que nos llevamos bien todas desde un principio".

Y agregó: "yo soy del cerro Merced.A mí se me quemó todo. No quedo nada y esto me ha servido para salir adelante, ahora las cosas van más rápido".

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