Alas pocas semanas de embarazo, Paola Dragnic supo que algo no andaba bien. En pocos días había subido 20 kilos, se sentía mal y la receta de un médico (reposo y hormonas) no la dejaron tranquila. Comparó su ecografía con fotos de Internet y descubrió que la translucencia nucal estaba alterada, es decir, había un problema genético en el que sería su primer hijo. Tras hallar un especialista obtuvo el diagnostico real: un embarazo triploide (con tres cargas genéticas) que termina en cáncer.
"Desde ahí, todo fue una tortura, una tortura del Estado de Chile que me obligó a esperar entrar en riesgo vital para que recién me pudieran sacar a ese feto y yo poder recuperarme", cuenta Paola, casi nueve años después. Agrega que si no fuera por ese aborto terapéutico hoy no podría tener a sus saludables y felices hijos Sofía (6) y Simón (3).
Ella fue invitada por la Fundación Miles a la presentación del sábado que realizó la Presidenta Michelle Bachelet en La Moneda del proyecto que busca despenalizar la interrupción del embarazo en tres instancias: la inviabilidad del feto, el riesgo de la vida de la madre y una violación.
"Bachelet está cumpliendo una promesa de campaña, que la verdad tampoco es tan gran cosa. Estamos sólo volviendo a 1988", dijo Dragnic a La Estrella.
-Él pide una ética que contradice con la libertad de cada médico y paciente. Más bien yo le pregunto, de qué ética me habla, si hay médicos de esa red que se están paseando por los canales de tv con mujeres que han tenido embarazos muy complicados con duelos patológicos y aún sufriendo, sólo para promocionar su ideología y lo que es peor, el negocio del programa de acompañamiento.
-Es importante que todos entiendan que ninguna mujer quiere pasar por eso. Hay algunas, más resilientes, que pueden soportarlo y otras que no, las que necesitan tener el derecho de elegir no vivir una tortura como la que yo viví. Abortar no es un trauma, hacerlo de forma ilegal sí lo es. J