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Llegó con una máscara de mono a su matrimonio

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Trece años le costó a Gastón Fort Jaque, un guardia de un Serviestado de Quillota lograr que su pareja, Fresia Olivares, le diera el sí. Por eso que cuando ella le dijo "mono, me quiero casar contigo", él no dudó en hacer algo especial que la sorprendiera y que nunca pudiera olvidar ese día. Bueno, sus amigos, familiares y quillotanos tampoco lo olvidarán.

"A mi de chico que me dicen mono y un día después que ella me dio el sí, desperté y dije 'me voy a casar de mono', me costó un montón encontrar un disfraz, pero el día antes en la noche, lo fui a buscar", relató el flamante recién casado.

El matrimonio se desarrolló el viernes recién pasado en el registro civil de Quillota y, al revés de los cristianos, era "el mono" quien estaba atrasado para la ceremonia, por eso, su cambio de disfraz también fue digno de Ripley.

EN UNA GRUTA

Él, bien ordenado en sus cosas, quince minutos antes de la boda mandó a confeccionar el ramo de flores para su amada y para su sorpresa no estaba listo cuando lo fue a buscar. El matrimonio era a las 12.30 del día y eran las 12.00 y él aún circulaba de civil por las calles de Quillota.

"Ya eran las 12.10, me fui a la gruta de la Virgen que está en calle Concepción y me puse el disfraz de mono y un caballero que estaba regando el pasto me ayudó a abrocharlo", relató.

Se puso la máscara, tomó el bestón con una mano y con la otra el ramo para su amada y partió.

Los bocinazos y aplausos se escuchaban en toda la avenida hasta que llegó al registro minutos antes de la boda. Ahí todos rieron, lo aplaudieron, le tomaron fotografías y la novia reía nerviosa y sin entender mucho lo que estaba pasando.

"Yo lo vi entrar y pesé que era alguien que se había disfrazado a petición de él y que él venía detrás, pero no apareció nadie más. Se me acercó y me decía que le diera un beso y yo le decía '¡no!, quien eres tu?' y me dijo mírame el cuello de la camisa, ahí me di cuenta que era su camisa y lo besé", relató la mujer quien asegura que su amado esposo no es un "loquillo" como podría pensarse, sino que un hombre serio y bastante formal, por eso que a todos dejó impactados con la simpática sorpresa. J

Colectivero no lo quiso llevar porque andaba en su silla de ruedas

alvaro camacho b.

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l Un horrible caso de discriminación vivió un porteño avecindado en Quilpué, la tarde del miércoles, luego de que un chofer de colectivos no quisiera llevarlo pues circula en silla de ruedas.

El caso afectó a Jorge Valenzuela y su familia quien a eso de las siete de la tarde concurrió al terminal de la línea de colectivos Centauro, ubicado en calle Baquedano de la Ciudad del Sol.

"Por mejor fuimos ahí porque es un paradero, una garita y en la calle es más complicado. Iba con mi señora y mis dos hijos, esperamos como media hora y cuando me voy acercando, él le dice a la señora que se encarga de llenar los colectivos, que no lleva silla de ruedas para no echar a perder el auto y se fue, no quiso llevar a nadie", relató el comerciante que tiene un kiosco en Villa Alemana.

perplejos

Tanto Jorge Valenzuela, su familia y los otros pasajeros que ahí habían quedaron perplejos con la situación, en la garita todos se deshacían en disculpas con él, pero el daño ya estaba hecho.

"Yo me movilizo en auto propio, pero lo tenía en el taller, así es que estaba obligado a andar en colectivos. Yo me bajo solo y desarmo la silla, lo único que necesito es que alguien la heche en el maletero", relató Valenzuela quien tuvo una caída en el año 2002 que dañó su columna y que lo dejó sin poder caminar nunca más.

El comerciante reconoció que no es fácil la vida en la calle para quien circula en silla de ruedas y que la pelea con los colectiveros es eterna. Ahora, ni pensar en intentar subir en una micro, salvo que sea del Transantiago con rampa. J