La Otra Cocina
Esta semana me sentí culpable de no conocer un fantástico lugar, muy cercano, justo al centro de todo y que invita de manera muy familiar a pasar un agradable momento acompañado de una muy buena cocina, es más, quizás una de las cocinas caseras más sabrosas que nos ha tocado probar. Hablo de La Otra Cocina, restorán con especialidad, según dicta su publicidad, en pescados y mariscos, carnes, eventos, entre otros. Pero lo que llamó nuestra atención profundamente fue la oferta de sub productos en su menú: callitos y riñones, los que no en todas partes se ofrece y más aún de buena preparación. Esta vez, todo un acierto.
En lo gastronómico el comienzo es acompañado por un cuarteto de salsas junto al pan recién calentado, que se siente crocante y sabroso, siendo las salsas protagonistas de todo: dos mayonesas, una como salsa tártara y otra de perejil, un pebre suave y frijoles negros en un dressing ácido muy agradable. Esto ya es un muy buen comienzo.
Por parte de la casa nos llega una sopa de vegetales, que se notaba hecha en casa, pues tenía trozos de zapallo italiano, zanahoria y un intenso y cremoso sabor. En la porción justa y en la temperatura adecuada, quizás solo por mejorar la cantidad de sémola en ella, que la hacía algo pesada. Acto seguido, de entrada palta reina y panqueques de vegetales sobre rotundas ensaladas, que también lograban refrescar. Los panqueques algo gruesos pero de buen sabor, y la palta reina, buenas porciones, frescas, en buena temperatura y de buen sabor.
Los principales, entre un sinfín de opciones, cerca de 6 para el menú, obviamente buscamos lo que nos atrajo; riñones al jerez y callitos a la madrileña, en porciones fantásticas y muy cuidadas en decoración y sabor, fue también pedido un clásico pollo asado con ensaladas que en su gran tamaño, colorido y frescura no dejaba nada a la envidia. Los riñones muy suaves, en el punto de cocción perfecto, con una salsa semi transparente de buena textura y con mucho sabor; los callitos suficientemente cocidos, de muy buena textura y con el sabor perfecto, la mezcla entre aceite de oliva y aceitunas inundaba la salsa de tomates que se notaba con personalidad, fuerte, sabrosa y de muy buena presentación, ambos acompañados de arroz graneado, que se convirtió en ideal. Si bien el postre bajó un poco, un postre cremoso de frutilla con salsa de caramelo algo tostada que le quitaba protagonismo. Pero todo fantástico.
Para archivar como un imperdible del plan de Valparaíso, volver e invitar.