Una gatita llamada "Samy" y que todos los días sale a pasear con su amo Carlos Claverie, se ha convertido en la sensación del Puerto. Y no sólo porque pesa 12 kilos y medio y camina varias cuadras con una correa al cuello, creyéndose perro, sino también porque se sube al trole, va a misa y hasta usa el baño como si fuera una persona.
"Samy llegó a mi vida hace cuatro años cuando un amigo marino me visitó y me la trajo de regalo. Era muy pequeñita y apenas cabía en la palma de mi mano, pero desde ese minuto se transformó en mi fiel compañera", dice Carlos Claverie, emocionado. El porteño, que se dedica a reparar los aparatos electrónicos de sus vecinos, comenta que la gata le cambió la vida.
"Samy es una gata angora muy especial. Cuando tenía seis meses, le enseñé a caminar con la correa por un pasillo largo que tengo aquí en la casa y rápidamente aprendió. Lo mismo cuando le enseñé a usar el baño, porque cada vez que quiere hacer sus necesidades me avisa y va al WC", asegura Claverie.
Su dueño la adora
Aparte de habilosa, la felina es buena para comer. "Cuando quiere agua dice miau. Y cuando quiere comida, maúlla dos veces. Antes comía a cada rato, pero ahora sólo lo hace tres veces al día. De salud está muy bien, con sus vacunas y todo y no corre peligro por su contextura porque de chiquitita siempre fue así, gordita", declara el dueño.
A Samy y don Carlos les gusta caminar por la calle Uruguay y Hontaneda. También ir a las misas que celebra la Iglesia Corazón de María, ubicada en el mismo sector. "Salimos todos los días a pasear y la gente que nos ve nos pide fotos. Ella se deja porque es muy cariñosa, excepto con las personas que no le gustan los gatos porque altiro se da cuenta. Samy es una gata inteligente porque también me acompaña a misa y se sienta tranquila a escuchar", manifiesta el porteño.
Y como si fuera poco, la cucha tiene buenos modales. "Cuando nos subimos al trole y se empieza a llenar, ella da el asiento. Y cuando la persona se baja, ella vuelve a ocuparlo. Pero ella también se hace respetar porque no deja que ningún perro la ataque. Yo realmente no sé qué haría sin ella, porque es una buena amiga y me entiende. Creo que todos los gatos podrían llevarse así con sus dueños, sólo hay que pensar como ellos", expresa. J