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Inauguran valiosa colección de arte en el Congreso

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'Puesta en valor de las Obras de Arte de la Cámara de Diputados' se denominó el proyecto que lideró el académico de la Universidad de Playa Ancha José de Nordenflycht, y que llegó a su término ayer en el Congreso Nacional con la inauguración de una colección de 55 pinturas y esculturas de destacados artistas nacionales y extranjeros.

La ceremonia fue encabezada por el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo González, quien valoró el origen de las obras albergadas en el Congreso, cuya presencia se debe a adquisiciones, donaciones y préstamos de artistas y prestigiosas instituciones tras el llamado del expresidente de la Cámara Baja, José Antonio Viera Gallo, en el contexto del regreso a la democracia en marzo de 1990.

Al respecto José de Nordenflycht explicó que 'este trabajo es el resultado de un concurso público desarrollado en 2013 y 2014 que consistió en la realización de un catastro de las 150 obras de arte instaladas en la sede del Congreso Nacional en Valparaíso, de las cuales 55 se relocalizaron en los pasillos de la Cámara Baja, en lugares donde estuvieran en mejores condiciones de conservación y ordenadas en base a la noción de territorio, memoria y sociedad'.

'Esta es una colección que está cerrada y que quedará como un patrimonio permanente en la Cámara de Diputados. Las obras que se han escogido, de alguna manera, son representativas de un momento histórico, que tiene relación con el retorno a la democracia', dijo el historiador del arte.

José Basso, artista y académico de la Facultad de Arte UPLA, manifestó que 'es un honor tener tres de mis obras en esta colección, porque ahora tendrán un orden, una cronología y se harán por primera vez visibles al público. Hace 20 años cuando estas pinturas y esculturas fueron entregadas en comodato o donadas no dimensionábamos la importancia que hoy tienen al estar en las paredes de la Cámara'.

'En esta Colección de Arte aporté con obras de distintos periodos. La más antigua es una pintura al óleo de la serie Radio-foto del '79, que relata los diferentes instantes del paisaje político internacional y nacional de ese momento; la segunda es 'Con los ojos sumergidos en este paisaje' de 1982, que da cuenta de la época de la Guerra de las Malvinas y la militarización de nuestros países; y la tercera es 'El oro de esta tierra' de los '90', explicó Basso. J

Café Florida

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Hasta hace poco más de una década la calle Valparaíso era el único polo comercial de Viña del Mar. No existían los centros comerciales y aún no había una expansión demográfica tan importante hacia sectores alejados de la ciudad. Entre la calle Von Schroeders y la plaza estaba todo lo que la gente necesitaba, no solo para comprar, sino que para pasar un buen rato en familia.

Hoy, esa realidad dista mucho de aquella época. Si bien aún hay intentos por mantener con vida esta importante arteria de la ciudad jardín, la gente ha optado por otros centros cívicos. A pesar de ello, siempre hay lugares que rememoran los buenos tiempos, aunque las personas y tiendas sean otras.

En la mítica galería Florida podemos encontrar las mismas tiendas, los mismos cafés y el mismo transitar de la gente. Uno que nos llamó la atención es el Café Florida, con mesas al pasar y un lugar cerrado que, seguramente, alguna vez fue lugar destinado para fumadores.

Probamos el menú. Con varias opciones y tipos de acompañamientos. Primero nos traen una sopa de verduras que estaba bien agradable. A temperatura justa y sabrosa. La otra opción era una entrada. Luego optamos por una carne al jugo con papas fritas y pollo con ensaladas. La carne estaba bien preparada y blanda, cosa que no siempre pasa en este tipo de locales. Las papas crocantes por fuera y suaves por dentro. El pollo preparado a la cazadora, acompañado de una salsa con pepinillos, aceitunas y pimentón. Buena combinación. Las ensaladas a buena temperatura. El menú lo complementa un vaso de bebida y un postre o café.

En general es un local recomendable. Hay un buen número de personas para atender a los comensales. La atención es buena, pero el servicio puede ser un poco más rápido, ya que sin ser lento, los garzones se quedan conversando en la caja y mirando a los transeúntes, descuidando un poco el sector cerrado.

Lo que no me gustó y encuentro poco práctico es que las mesas son demasiado chicas y redondas, lo que dificulta e incomoda cuando son dos personas las que almuerzan. Esas mesas son para tomar café, no almorzar.