Viernes Santo de locura en la Caleta Portales
Un mar humano fue el que hubo ayer en el principal centro de abastecimiento de pescados y mariscos de la zona: Caleta Portales.
Desde tempranas horas los visitantes llegaron hasta el balneario, donde carabineros se esforzaban por agilizar el tránsito en los accesos. Las filas por avenida España, en dirección puerto, se extendían hasta el liceo Industrial, mientras que una vez que los estacionamientos interiores colapsaron, las veredas de la avenida España fueron usadas para aparcar. Adentro el gentío se mezclaba con el gran comercio ambulante, que ofrecía huevos de chocolates, utensilios de cocina, electrodomésticos y otro sinfín de cosas.
Los puestos ubicados en los estacionamientos cerca de los botes eran los más frecuentados por ser mas económicos. La reineta y los choros zapatos estaban a $2.000 el kilo, los choritos, cholgas, almejas y piure de roca a $1.500 el kilo. El ulte a $2.500. Limones se conseguían a luca el kilo. En los puestos bajo techo era más caro. La reineta estaba a $3.000 el kilo, las almejas a $2.000 el kilo y las machas por las nubes, a $5.000 el kilo. "Compramos cuatro pescadas grandes en 20 mil pesos. Estaba demasiado caro. Igual tuvimos suerte porque llevamos lo que queríamos. Lo haremos frito con ensalada y algún caldillo", dijo el viñamarino Pedro Guajardo junto a su señora Elsa. "Compré almejas y choritos entre $3.000 y $3.500, cuando antes lo encontrabas entre $1.500 y $2.000. Encontré que en realidad estaba todo caro para hacer un mariscal", comentó el villaalemanino Juan Barraza, que halló expedito el ingreso. "Somos de Quillota y venimos a Portales pensando que estaba mas barato. Compré pescado, choritos y almejas para un cocimiento y en general estaba caro. La docena de pescada estaba a 10 lucas cuando cobran cuatro o cinco mil pesos. Estaba al doble, mejor hubiéramos comprado allá", se quejó Israel Pérez.
Asombrada por la masiva presencia de gente en la caleta estaba la venezolana Johanna Iriarte. Casada con chileno, llegó a vivir en enero a la zona y ayer fueron en familia a adquirir mariscos. "En mi país es totalmente diferente. En Caracas no es habitual comprar el pescado tan cerca de la playa, acá hay demasiada gente y en realidad es muy divertido. El olor es muy bueno y diferente. Me gustó mucho como celebran Semana Santa", apuntó la extranjera. J