Tragedia nortina: los consejos del ex alcalde de Tomé
El hombre que el 2010 lideró la reconstrucción de Dichato, Eduardo Aguilera, ex alcalde de Tomé y actual concejal de la zona, confiesa que ha pasado dos semanas con la piel de gallina: vio por televisión la catástrofe del norte y de inmediato recordó la tragedia que vivió en vivo y en directo. Su primer dictamen es terrible: "Es muy, pero muy difícil ponerse de pie", dice.
Luego, con la experiencia obtenida, vaticina días de pavor. Y, posterior al susto, vendrá la furia. La furia dura un mes, cuando los afectados ya se instalan en campamentos. Tras la furia, vienen las peleas y la formación de bandas. Cuando el pueblo se estabiliza, empieza el trabajo. Un trabajo interminable, 24 horas durante todos los días. Meses completos de compromiso ciudadano, de impotencia, de dolor.
-Escuchándola.
-Tomar conciencia que no son los únicos y tener mucha paciencia.
lo culpaban
Vio a decenas de familias estallar de impotencia ante sus ojos. Aguilera -un llamativo comerciante apodado el Bill Clinton de Tomé a raíz de un incidente conyugal- soportó la ira lógica del pueblo. Lo culpaban de la demora en la reconstrucción. Lo culpaban de todo. Si a alguien le faltaba una caja de leche, el descargo era un escupo al alcalde. "Efectivamente, les dio conmigo", corrobora.
-Cerca. Tuve que pedir resguardo.
Confiesa que una autoridad no está preparada para una desgracia semejante. Él, como alcalde, reconoce que por momentos daba órdenes desatinadas. La población estaba enardecida. La gente exigía que el Estado les reconstruyera lo perdido: "Si habían perdido una casa de 120 metros cuadrados, querían que el Estado les pusiera una casa de 120 metros cuadrados. Y ningún centímetro menos. Y eso no era posible. El Estado sólo podía garantizar lo básico". Mafias violentas se apoderaban de los campamentos: "Había que echar a algunos de los lugares y llevarlos a otra parte. Había mucha pelea", recuerda. Surgen líderes populistas: "Es que es la situación ideal para los discursos demagogos. De todas partes salen aspirantes a Superhéroes", asegura.
Fue tal el caos, el trabajo intenso, el desgaste mental, que Aguilera, según dice, no quiso ser más alcalde. "No podía más", afirma el concejal de hoy. Después, tras un impasse, debió renunciar a la Democracia Cristiana, su partido por 40 años. Ya había perdido a su esposa. En fin. Todo indica que el mar también arrasó con la vida de Eduardo Aguilera. "Uno nunca se repone de algo así", afirma.
-Bah, mire a Dichato.
-Ahora está mejor que nunca. Es un balneario espectacular.
La fe
Aguilera sostiene que la Región de Atacama, con empeño, volverá a brillar. Advierte que el proceso demora años: "El primer año es sólo para resolver las emergencias. Luego, recién, viene la reconstrucción".
-Justamente hoy alguien en la calle me dijo: "Gracias por la reconstrucción". Y con eso, yo me quedo feliz. J