Al amigo y deportista
Esta semana se cumple un año de la partida de Carlos Alarcón, el conocido gran locutor radial y animador que nos dejara prematuramente a raíz de un grave síncope cardíaco.
Poco y nada tiene que ver con el deporte -dirán ustedes- que se le dedique una columna en estas páginas, pero se trata de un humilde homenaje a un hombre que además de su excelencia profesional, amó y practicó más de alguna disciplina deportiva y con bastante éxito.
De hecho era un muy buen futbolista, de aquellos que gustaban del buen trato al balón y de una técnica más que aceptable. Esto le permitía desempeñarse correctamente en cualquier puesto de mediocampo hacia arriba. Más de alguna vez compartimos camarín y disfrutamos de recordados partidos de los Biónicos de Radio Festival.
Además, era muy preocupado de mantener su físico, para lo cual hacía los ejercicios pertinentes. Eso le permitía verse siempre impecable, por respeto a su público, que era mucho, y por satisfacción personal.
Era hincha de Wanderers, pero jamás le deseó mal a su principal adversario, Everton. Por el contrario, era de los que pensaba que si les iba bien a ambos equipos, todo sería mejor para el fútbol regional. Esto lo retrataba de cuerpo entero y quizás por eso -por tener un gran corazón- éste le falló antes de tiempo, de manera inesperada.
Hoy, seguramente no está contento por la mala campaña de Wanderers y por la frustración de los viñamarinos de ver cómo Everton desperdició la oportunidad de regresar a la serie superior del fútbol chileno.
Así era Carlos, "Superocho", un hombre bueno. Es lo mejor que se me ocurre para calificarlo, porque repartía bondad y los mejores deseos para cada uno.
Por eso su ausencia la lamentan profundamente sus auditores y con mayor razón quienes tuvimos el privilegio de ser su amigo.